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viernes, 31 de agosto de 2012

ME GUSTA RECORDAR ESAS DESNUDAS ÉPOCAS



ME GUSTA RECORDAR ESAS DESNUDAS ÉPOCAS...
CHARLES BAUDELAIRE
1821-1867



Me gusta recordar esas desnudas épocas
En que placía a Febo las estatuas dorar,
En tanto hombre y mujer, en su esplendor más alto,
Sin angustia gozaban y sin mentira alguna,
Y, el amoroso cielo envolviendo sus cuerpos,
La salud de su noble máquina ejercitaban.

Mostrábase Cibeles fértil y generosa,
No hallando que sus hijos fuesen gravosa carga;
Antes bien, loba henchida de ternezas comunes,
Nutría al universo con sus oscuras ubres.
Elegante y robusto, el hombre se preciaba
Entre bellezas múltiples que por rey le acataban.
Frutos aún no ultrajados y carentes de grietas,
¡Cuya bruñida pulpa incitaba al mordisco!
Hoy el Poeta, cuando pretende imaginar
Tal nativa grandeza y acude a los lugares
En que hombres y mujeres sin velos aparecen,
Siente envuelto su espíritu en tenebroso frío,
Ante ese negro cuadro que rebosa de espanto.
¡Oh monstruosidades llorando sus vestidos!
¡Oh ridículos torsos que son propios de máscaras!
Pobres cuerpos torcidos, fláccidos o ventrudos,
Que el Señor de lo útil, sereno e implacable,
Envolvió desde niños en pañales de bronce.
Y vosotras, mujeres, pálidas como cirios,
En quienes la lujuria se ceba, y esas vírgenes
Arrastrando la herencia de los maternos vicios
¡Y todos los horrores de la fecundidad!

Tenemos, ello es cierto, naciones corrompidas,
A los antiguos pueblos de ignorado esplendor:
Los rostros devorados por las llagas cordiales
Y algo que llamaríamos desmayadas bellezas;
Más esas invenciones de las musas tardías,
Jamás impedirán a las razas decrépitas
Rendir a las más jóvenes un profundo homenaje,
-A la juventud santa de simple y dulce frente,
De mirar claro y limpio como agua saltarina,
Y que marcha, inconsciente, por doquier esparciendo,
como el azul del cielo, las flores y los pájaros,
Sus perfumes, sus cánticos y sus suaves calores

jueves, 30 de agosto de 2012

PUNTOS S.A


PUNTOS S.A.

Por: Jaime Castaño




Aunque vivíamos en el país de las líneas teníamos una fábrica de puntos. Los producíamos contra pedido: en series, docenas, gruesas y pacas. Claros y oscuros. Grandes y chicos.

Pero también hacíamos, y éste era uno de nuestros fuertes, puntos especiales.

Fabricábamos puntos en el vacío para los locos, puntos suspensivos para los cabizbajos y meditabundos, puntos atractivos para los adolescentes sin gracia. Algunas empingorotadas señoras nos exigían incesantemente finos y sexis puntos para sus medias veladas. Contábamos con puntos nostálgicos: para los que llevan largos años de casados, puntos candentes: para los amantes en disputa, y en común para los que apenas comienzan.

Algo exclusivo: creábamos puntos débiles para hombres y mujeres. Lo importante aquí eran los planos donde cada sexo los llevaba, éstos constituían uno de nuestros éxitos: los vendíamos por millares!

Producíamos puntos muy disimulados para los hipócritas, puntos de justificación para los procaztinadores, puntos imposibles para los utópicos, puntos de esperanza para los escépticos, y para los excéntricos: puntos a parte. A los amigos de la prisa les arreglábamos sus relojes para que siempre tuvieran la hora en punto. Para los hiperactivos: puntos seguidos. Para los glotones una pequeña variación: punto y coma. Para los arquitectos: medios puntos, muy prácticos en la construcción de arcos de iglesia. Los congresistas nos pedían, con bastante frecuencia y pagando bien nuestro trabajo,  que les desarrollásemos con sumo cuidado diversos puntos de vista. Concebíamos notables puntos luminosos para los que pasan por inteligentes. Los filósofos nos reclamaban a gritos profundos puntos de reflexión. Los matemáticos, puntos lógicos y exactos. Contábamos con puntos realistas y maravillosos para los artistas. Puntos sobre las “íes” de los letrados. Puntos de acuerdo para los huelguistas. Puntos humanos para los filántropos. Puntos verdes, por los que claman a pulmón entero los ecologistas. Y, para que no se nos escapara la vida, los imprescindibles puntos quirúrgicos...Alcanzamos a lanzar hasta puntos muertos para las funerarias.
Para llegar a las masas y acabar un tanto con la competencia desleal, y del todo con la especulación, resolvimos crear los famosos puntos de fábrica. ¡Otro de nuestros éxitos!

También producíamos puntos de otras índoles: puntos rígidos para los conservadores, flexibles para los liberales, neutrales para los conciliadores, y puntos dinámicos para otros grupos. No podemos negar que se nos escaparon algunos puntos de mira que fueron a parar a manos de asesinos a sueldo. ¡Una verdadera lástima!

Hacíamos puntos para todo el mundo, pero teníamos nuestras reservas. Para los desamparados verdaderos puntos de apoyo. Puntos cardinales para orientar, en las noches de altamar y en las oscuras bocas de los ríos, embarcaciones con cargamentos sospechosos. Para los guerrilleros estudiábamos puntos estratégicos. Para sus ataques puntos débiles en sus enemigos y puntos clave en su retaguardia par su defensa. Además desarrollábamos, en forma clandestina, otros puntos. Unos cuantos militares de avanzada nos solicitaron, no sin marcadas reservas y precauciones, puntos de acuerdo para lograr una paz duradera –nuestro deseo-. ¡trabajábamos entonces con empeño y alegría!...  Pero también había, por desgracia, un gran número de belicosos extremistas y reaccionarios que nos amenazaban con un grosero y simple “alto en el punto” si no les inventábamos puntos de provocación, saboteo y discordia!

Un día alguien. –no se supo nunca quién era pero si a que intereses representaba- nos paso la orden de un punto... Misteriosamente uno solo. Orden que no reclamó –que jamás lo haría-. Cuando cumpliendo con su pedido –ingenuidad la nuestra!- lo fabricamos, nos dimos cuenta, tarde ya, que habíamos cometido nuestro máximo y último error: nos había encargado hacer un fatídico punto final.               

martes, 28 de agosto de 2012

LUNA DE PAPEL



Inédito

Otro 19 de julio, y por los años voy pasando, sin ton ni son, inexorable hacia el olvido.


He tenido todo el día para escribir “algo”. No he podido, no he querido.
Por estos días todo pasa de manera normal, sin grandilocuencias ni sutilezas. Mi más ansiado deseo es tener a mi amiga Luna que me quita el sueño, pero ella no se da por enterada, o me evita de la manera más elegante.
Mi amiga Luna a veces me dice “te quiero” otra veces me ignora. No sé si creerle o ignorarla, aunque no puedo ignorar tanta belleza. Tan lejos vive, esta amiga mía, la luna, que no dejo de extrañarla como si toda la vida la hubiera conocido.
La otra noche mientras conversaba con ella, le insinué, tonto, que sería hermoso vivir toda la vida con alguien como ella; nubes de dudas la cubrieron y no dijo nada. Quizá tenga razón, ella está tan lejos que algo entre nosotros sería imposible, sin embargo, las distancias se acortan, puedo volar he ir hasta ella. Pero quizá ella, solo me quiere como amigo y yo la quiero para que guie los caminos de mi vida.
Es la Luna que espero encontrar en sueños. La misma que cuando la miro a los ojos me encandila con su brillo. Tan brillante es mi amiga Luna que parece un Sol.
A veces me pregunto, de que sirve seguir soñando. Que de tanto soñar los sueños se acabarán y sin ninguno, en el final de mis días, quedaré.

lunes, 27 de agosto de 2012

EL PROBLEMA

EL PROBLEMA

Inédito


El problema ya no era navegar por tu silencio de doble filo. El  verdadero problema es que ahora necesitaría novecientos doce ocasos, y atravesar el atlántico en cometa, y dibujar el horizonte Ártico de la aurora boreal; y aventurarme en una caravana de camellos por el África, y asistir en el parto a tres ballenas ex convictas y resistir los tifones de  la china atrapado en alguna telaraña; y conducir una manada de asnas y de mulas hasta cierta pradera azul; y helarme y empaparme de brandy en los corredores de Siberia, y rodar, embriagado, por las cumbres de los Cárpatos, y dormir cientos de noches a campo abierto; y cortarme el pelo, y cambiar de religión, para poder olvidar...,que antes estabas aquí.

BARRO




BARRO

Fernando Soto Aparicio


pequeño Dios de tierra, el alfarero
crea mundos con la magia de su mano.
Dios de barro y trabajo cotidiano
y de las alboradas compañero.

Forma iglesias, tinajas, y un cercano
pueblo de fiesta en la mitad de enero.
Y es su sudor más tibio y llevadero
y su dolor de vida más lejano.

Así has tomado el barro de mis años
amasado de rabia y desengaños
para darme la forma verdadera

Por ese amor gozado y compartido
me salvarás del fondo del olvido
y serás mi memoria cuando muera.

jueves, 9 de agosto de 2012

TEORÍA DE DULCINEA...


TEORÍA DE DULCINEA
(JUAN JOSÉ ARREOLA)

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta.

Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de patrañas, embustes y despropósitos.

En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía en frente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas al aire. Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca.

Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.

JUAN JOSÉ ARREOLA: Orfebre, comediante y mago de la palabra es este autodidacta mexicano, amante del lenguaje por sobre todas las cosas y quien venera a quienes mediante la palabra han manifestado su espíritu, desde los cuatro evangelistas hasta Kafka.

Arreola, al igual que su amigo Rulfo, escribió una obra breve, pero contundente, entre las que se encuentran: Confabulario personal, La feria, cuentos fantásticos y varia invención

lunes, 6 de agosto de 2012

EN VACACIONES...


EN VACACIONES

Por: Jaime Castaño

Mi entusiasmo esperaba las vacaciones. Tus costumbres sin anuncio, cualquier mañana por el oriente que nos enseñaban en el colegio, arribaban tus manos y tu grito sobre la puerta de la carretera, para que amarráramos los perros. Luego, en estampida de risas, por el hilo de pasos entre el potrero y el monte, nos escapábamos hasta el pueblo. Copitos de nieve hirviendo de colores y abejas junto a las misas que nunca escuchábamos. Comíamos con tu bocaza de sabroso sol. Un brazo de hombre sobre mis hombros.

Entonces los vestidos me quedaban ya muy cortos. Aún no tenía las palabras para decirte de los hornos en mi cara, cuando descubriste mis auto caricias donde todo era apenas asomándose a través de la blusa rota del uniforme. Ni supiste del resto del día huyéndote por la casa.

Esa noche mi sobresalto mudo no tocó el sueño de los demás. El aguacero, concierto de puntillas sobre el techo de zinc que le hacía agujeros al silencio, te había levantado descaro asustado. A mí me mostraría esa fuerza nueva: miedo-galope-de-emociones. La presencia invisible eras tú. Cercanía. Nada más.

Martha me regalo la camiseta: grande en mi cuerpo, exacta a mi ausencia de lenguaje. Tejido cómplice ante tus ojos en el inicio del verano. En esa temporada, sin explicaciones, me negué a llevar más ropa. De repente me hacía interesante para los muchachos, eran los años de los primeros besos de parque.

En nuestra siguiente ida al río la intuición se volvió verdad: las piedras, tú, los árboles también, estaban desnudos, limpios como el agua. Al final esa revelación, paisaje de conocimientos, hasta ahora vedados, terminó por arrebatarme el mínimo traje de baño.

 Partir de ese momento hubo un antes y un después. Las noches tomaron forma. La indiferencia tan marcad parecía cancelar el juego. Desde la rivera de los sueños esperabas que el silencio fuera oscuro profundo y nacieran esos remolinos devoradores, los mismos que adiviné en el río. Los demás habitantes de la casa haciendo burbujas con sus gargantas extraviadas. Y aún no tenía las palabras para leer tu respiración y tu pulso anclados en el borde de mi cama pero que se deslizaban hacia mí como nítidas cometas nocturnas. Tú desnudes contra la ventana al asecho de otra nube que vistiera la luna...

No  volvimos a saber de ti.

Ahora, casi en mi medio día, tengo las palabras. Conozco de tus naufragios entre los lechos de la noche, y escucho esas nubes inflando recuerdos entre un arrecife de sábanas.

Ya no espero temporadas de vacaciones. No hay perros furiosos. Ni existe” la pieza de los muchachos”. Tampoco voy al río, y se derritieron los alegres copitos de nieve. Pero estoy yo, habitada de mares desvelados. Si regresaran tus manos y tus voces, por el oriente que nos enseñaron, te mostraría con estos lenguajes sin prólogos, esta sensación de naves rojas que fondeaste en mis puertos blandos.

Si regresaras.

Más ahora sé, me han contado, que en tu mundo, en el que parecías de paseo, el tiempo con su obligado viaje no volverá a darte vacaciones.



JAIME CASTAÑO: Escritor de la calle y de la vida, famélico de tristezas, apabullado de alegrías, juglar de barrio empobrecido, trovador enriquecido de ciudades.