sábado, 19 de mayo de 2012
FLORIDA...
FLORIDA
POR: SANLISAN
Por fin viernes. Qué semana larga. Una mañana
llena de sol. El colectivo vacío justo en la parada al dar vuelta en la esquina.
Serenidad y esperanza. Las caras de los nenes que viajan con sus padres, saben a
esa hora que su semana de deberes ya terminará en unas horas. El día perfecto
para recibir halagos de tus amigos, felicitaciones de tus cómplices y alguna
que otra Mirada de incredulidad.
A las tres de la tarde se para el mundo.
Deslizamos la tarjetita blanca por última vez. La puerta de la libertad abierta
de par en par. La invitación a almorzar fue la excusa para el postre. Convencidas
de nuestro deseo por un mousse tentación de la tan adorada y casi enferma confitería
en la que es clienta asidua, ella iba
caminando directo, sin perder el rastro.
En medio de Florida, van y vienen de todos lados,
los cantantes amateur de tango, imitadores de la Bersuit , y ese chico
impresionante a una cuadra de corrientes. En la mitad de los libros esotéricos,
de esos que te enseñan ser bruja “fácil”. En medio de los libros de amor, de hechicería,
y de marionetas, cambiamos de sección. En la manos, bestiario y The Who, que
contradicción. Por una parte un símil de la mujer moderna que intenta recibir
el pase de putear con libertad. En la otra la imagen de él…. qué falta, qué
ausencia..., Y recordé que sus rulos al pasar me enamoran. Que un día como hoy,
no me dio pelota. Que no sé qué es lo que me gusta de esa voz.
La música llenaba el lugar de la búsqueda de la
película protagonista del fin de semana – ojala su boca estuviera en mi cama –
Creí decir algo concreto pero la imagen otra vez nos atrapó. Tres galones de
pintura plástica, dos vaquetas, un niño que te invitaba a volar.
Si supieras que hay algo de vos que no me deja.
Me roba los sueños y te sueño.
Caminamos, cada una en lo suyo iba rememorando
ese instante
Que buen regalo Buenos Aires.
EPITAFIO VIVIENTE...
EPITAFIO VIVIENTE
POR: JAVIER BARRERA LUGO.
Rumores
amenazantes, vientos afiebrados, llenan la estancia donde son velados mis
restos. Duele morir compungido, aséptico, como la soledad dispuesta a
exprimirnos los sutras cada martes.
Arañitas
coquetas infiltran líquidos.
Callosidades
expuestas por el sudario rasgado, patinan sobre el formaldehído hecho película
en la piel achicharrada.
Recuerda
no morir hoy. Recuerda también, llorar cada muerto acostumbrado a no llorar por
los acostumbrados a no morir.
Tu
dueño, tu amor, se acostumbró a desfallecer apenas terminaron sus días de
duelo. Rutina, fulgor, tradición, llorar por todo, para todos, con tus
pataletas inmunes al verdadero dolor, aniquilante crueldad, golpe pleno
estallándote la nariz.
Lindo
epitafio vivir consciente enredando suspiros últimos.
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