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lunes, 25 de marzo de 2013

SIN MIEDO A LAS AGUJAS (a propósito de la Semana Mayor)


SIN MIEDO A LAS AGUJAS
Por: Fernando Vanegas Moreno

Y cuentan que Dios, después de muchos siglos de ausencia y desentendimiento resolvió un día volver a mira hacia la tierra…, se asomo a su triangulo glorioso y lo poco que alcanzó a ver le desmorono hasta la Gloria…, entristecido y preocupado, El Santo Señor se paseaba de un lado a otro del cielo, pensando en que hacer para remediar tal desmadre, cuentan también que solo se le escuchaba decir “Hay YO mío” y “ Santo YO, que vamos a  hacer”; pero siendo Dios, Omnipotente, Omnisapiente y Omnipresente, se decidió por la formula que dos mil doce años atrás le había funcionado: Llamo a su hijo único y le encomendó la misión: “Tenes que bajar a la tierra y recomponerles el camino otra vez”, cuentan que dizque le dijo; a lo que el Santo Unigénito respondió: “Pero que, ¿otra vez yo?, manda pues a San Miguel, que ese es más fuerte que yo…, acordate lo que me paso la última vez: me metí a redentor y salí crucificado”. Pero Dios es Dios y su palabra es impajaritable, así que el Buen Jesús, tomo aire, se santiguo y descendió del cielo a cumplir la Santa Voluntad del Padre. Esta vez no llego a Israel, “allá hay mucho tropel ahorita y no me dejan ni llegar”, pensó, “mejor, vuelo directo al  Vaticano, estoy seguro que haya si seré bien acogido”. Y dicen las narraciones que llegando Jesús a la Plaza de San Pedro, se maravillo por lo cambiado que estaba todo esto: “que qué hermosura de iglesias, que qué Cúpulas tan grandes, que qué maravilla de obras de arte”, en fin todo era esplendido.

Pero cuentan también que desde que puso un pie sobre la tierra, La Guardia Suiza y los servicios de inteligencia pontificios, empezaron a seguir a ese sospechoso mechudo, barbado y de sandalias, que miraba obnubilado todo a su alrededor y que regalaba con una sonrisa y una bendición a cuanta persona se atravesaba en su camino. No eran claras sus intenciones y se rumoraba que “hasta terrorista sería”.
Más entró en perspicacias, cuando después de varios meses y de otro tanto de trámites, este “neo hippie”, se atrevió a pedir audiencia con el Sumo Pontífice. “Era el colmo de la desfachatez de ese marihuanero”, pensaron los servicios de inteligencia de la OTAN, que ya habían sido puestos en conocimiento del sujeto por sus pares vaticanos.
Pero Jesús no se rendía, intentó por todos los medios habidos y por haber acercarse al máximo prelado, pero todo fue imposible…, ni sus influencias en el cielo dieron resultados dicen. La CIA ya había fotografiado al insistente personaje y dicen que el Papa, al ver la imagen del tipo dizque dijo “Ese lo que busca son indulgencias plenarias, pero qué vamos a hacer todo el mundo quiere lo mismo”.
Cansado entonces, El Maestro se despidió de tanta opulencia y arrogancia, recordando que Él había comenzado con un simple burro; y dicen los que lo vieron, que triste se decidió a hacer lo que Él mejor sabía hacer: predicar. Escogió al azar, el lugar del mundo donde (bajo su concepto), se necesitará más de su palabra y su aliento y viajo a un país llamado Colombia…, y empezó de ceros dicen, caminando por aquí y por allá, regalando amor y buena voluntad entre los que lo acompañaban, haciendo de la nobleza y humildad sus mejores armas y obsequiando de vez en cuando un milagro entre sus seguidores. Y fue tanta la gente que convocó el mechudito, que pronto los organismos de seguridad del Estado se pusieron a la espalda del Buen Hijo. Dicen que hasta un paisa, ex presidente él, al saber el poder de audiencia que tenía ese muchacho dijo: “Ese lo que es es un narcoterrorista de las FAR, que me lo traigan que yo si le doy en la jeta marica”. Pero Él, sin importarle nada y con la benevolencia de siempre, prosiguió su camino evangelizador, durmiendo con el más pobre, comiendo lo que había y cuando había, cogiendo flota y Transmilenio, y obvio, ocultándose de aquellos que para ese momento ya lo tenían más que perseguido. Y narra la historia que un domingo, el buen Jesús llegó a la Iglesia del Veinte de julio en Bogotá y por primera vez desde su nueva visita, se emberraco. Pero no era una piedra cualquiera, estaba superembejucado. Dizque “que era todo ese mercado, todo ese escapulario y todas esas imágenes, que como era posible que siendo un lugar de oración, eso estuviera lleno de comidas, ropa y hasta ungüentos para espantar la mala suerte, que no, que eso era imposible”, y emberriondado como estaba dicen que agarro una riata que encontró por ahí en uno de tantos puestos y empezó a repartir rejo a diestra y siniestra, y al rato claro, que llegaron los del CAI, y apresaron al Noble Cordero. Dicen que llego a los calabozos de la DIJIN, donde lo insultaron y ofendieron, lo golpearon y lo torturaron con bolsas plásticas y golpes en las plantas de los pies, cuentan que le daban descargas eléctricas y se reían de Él, y que cada rato le preguntaban a que frente guerrillero era que pertenecía.
Él, silencioso, solo veía repetir su historia. Y para rematar su desgracia, estando detenido en ese hueco, llego una orden de aprensión internacional, emitida por INTERPOL, dizque por sus andanzas “sospechosas” por lados de la Basílica de San Pedro; y Colombia, que siempre hace caso mansamente de los designios de otros, decidió mandar al Verbo Divino extraditado para arriba, para los Estados Unidos. No más llegar allá fue lo mismo pero diferente, un juicio sumario en donde nunca se le permitió hablar (y mejor pensaba Él, ya estaba todo escrito), insultos y ofensas y el veredicto final: “condenado a la pena de muerte por inyección letal de manera inmediata por terrorismo subversivo”, y una sarta de patrañas inventadas por los fiscales que amangualados con una defensa mediocre ya tenían el fallo preestablecido. En fin y ya para rematar la historia, dicen que Chucho fue conducido a la sala de su ejecución, amarrado a su última cama y en presencia suya prepararon el coctel químico que inyectado lo despacharía de nuevo al lado del Progenitor Eterno. Pero ocurrió lo impensable, lo inimaginable…, Dios que nunca había perdido de vista a su Hijo, que lo había acompañado todo el tiempo, decidió que no iba a permitir que otra vez su Amado fuera blanco de la maldad y falsedad de los humanos, y en medio del sudor frio que ya acompañaba el Sagrado rostro de su “pelao”; así, sin más ni más, ascendió en cuerpo y alma su retoño frente a las miradas atónitas de guardias, abogados y sapos que nunca faltan cuando de generar morbo por la muerte se trata. Algunos cayeron de rodillas, otros se daban golpes de pecho y unos más se desgarraban vestiduras prometiendo nunca más volver a pecar…, pero ya era tarde, Dios había sentenciado: nunca más volvería sus ojos misericordiosos hacia la tierra, borraría del libro sagrado de la vida los nombres de aquellos que tan injustamente habían tratado a su enviado, dejaría eso sí, campo abierto para todo aquel que actuara de manera correcta y sacara, entre millones, la cara por toda una especie, cerró su ventana celestial y se fue a tomar tinto y a jugar parques con el viejito San Pedro, que hacía rato lo estaba esperando.
Jesús por el contrario, y en su inconmensurable amor, si dejo una esperanza, la certeza  de que Él, como heredero del trono celestial, siempre escucharía nuestras suplicas, en todo momento trataría de ayudarnos, prodigaría su amor por todos y en todo momento, y su paz y su palabra siempre nos alentarían. Prometió eso sí, después de mucho cavilarlo, que nunca, óigase bien, nunca volvería a la tierra…, hasta que no le perdiera el miedo a las agujas.

lunes, 18 de marzo de 2013

EL EX PRESIDENTE


 EL EX PRESIDENTE

José Rafael Núñez Corona, Santo Domingo, Rep. Dominicana

El había planificado todo perfectamente, hasta el más mínimo detalle lo tenía contemplado en su plano arquitectónico, según sus cálculos todo saldría como lo había pensado y no fallaría absolutamente nada, como primero paso tenía el fingimiento de un infarto que lo sacaría del país sin ningún problema y así duraría todo el tiempo que quisiera en el extranjero, para poder disfrutar del dinero que se había robado cuando era presidente de la republica durante cuatro años, en los cuales acumuló una riqueza mayor que la de cualquier magnate petrolero en el mundo, (que es mucho decir).
El era abogado de profesión la cual la había ejercido durante muchísimos años defendiendo criminales, ladrones y todas clases de delincuentes claramente declarados, y con esa agilidad extraordinaria que había acumulado en el ejerció del derecho y que siempre posen los abogados del patio todo le había salido perfectamente como él esperaba, simulo como le había dicho, primero un infarto el cual estaba trazado en el plano y así logró fácilmente salir del país evadiendo de una manera descarada la injusticia de nuestra patria, perdón quise decir la justicia de nuestra patria (ni usted se dio cuenta del error, verdad que si, (si sé eso, lo dejo así)).
Estando ya en el extranjero, gozoso de lo que había hecho y satisfecho hasta lo sumo de su gran maniobra, entonces comenzó la difícil tarea de gastarse desmedidamente el dinerito que le había robado al pueblo que tanto confió en él; lo primero que compró fue un lujoso apartamento en uno de los lugares más exclusivo de todo los Estados Unidos de América, luego con carácter de urgencia también compró un elegantísimo automóvil alemán tipo deportivo para él solito y a cada uno de los miembros de su familia le compró otros no menos costosos para que no se pusieran celosos, siguió con la difícil tarea de gastarse el dinerito que se había robado, comprando muchísimas ropas de diseñadores súper famosos que él nunca había oído (fue tanto así que un traje que él compró costó muchísimo más que todos los sueldos ganado por la domestica de la casa, que dicho sea de paso le crió a sus dos hijos y trabajó como una burra toda una vida con ellos, y al final la despidieron sin darle un solo centavo), pero no se quedo todo ahí él siguió el derroche y compró joyas, zapatos costosísimos e hizo muchísimos regalos a sus amigos y allegados, de repente se parecía a Santa Claus (aunque no tenía la enorme panza), más bien se parecía a el ser humano más generoso existente en la faz de la tierra, por tantos regalos que hacía.

Lo que él nunca se imaginó fue que el destino le tenía a él también un regalito bien guardado, ni remotamente le pasó por la cabeza tal tontería y fue entonces así como por arte de magia que a eso de las once y media de la noche le llegó repentinamente y de una forma verdadera el infarto mortal que no toco ni siquiera la puerta, ni preguntó si podía entrar a su lujosa mansión, solo llegó y así se apoderó de él, como si fuera un espíritu maligno, como si fuera una ola violenta, que arrebata la arena en contra de su voluntad y la sumerge al mar, así mismo entro aquel horrible infarto en la vida del ex presidente, creo que fue el mismo infarto que él tanto había planificado para poder salir con su familia del país, creo que sí, aunque este era más feroz y malo, llegó tan de pronto que no dio tiempo a nada, cuando llegaron al hospital ya estaba casi muerto, pero los médicos se movilizaron agitadamente, atendiéndolo de inmediato, haciendo todo a su tiempo y con una efectividad impresionante, haciendo casi milagros, pero aun así no hubo forma de revivirlo, aparentemente todo fue en vano ni el dinero que se robó bastó, pero gracia a ese mismo dinero que le había robado al estado, lo tenían ahí, sí señor, como si fuera en exhibición, tendido en una muy cómoda cama de hospital, moribundo, hecho todo un vegetal, sin poder mover ni un dedo, con los ojos bien abiertos y despabilados para ver todo lo que se movía, sin poder pestañar siquiera, con los oídos activados escuchando lo más mínimo, pero para su felicidad aun tenía toda su riqueza la cual se había robado impunemente del pueblo que tanto confió en él.
De inmediato la noticia corrió en su país así mismo como corrió Félix Sánchez en los juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, ¡huuaao!, fue tan rápido que ni lo vi cuando cruzó, fue como un verdadero relámpago, así mismo también corrió la noticia del ex presidente, primero llego a una ciudad en el norte del país, que me parece era su ciudad natal y allí los habitantes se alegraron muchísimo del gran hecho producido por Dios, luego la noticia corrió por la región del cibao por completo y allí también lo celebraron con mucha algarabías y hasta con fuegos artificiales, luego la noticia corrió por el sur y también por el este y lo mismo fue en estos lugares, también hubo mucha celebración, en fin, en cada uno de los rincones de la media isla y donde quiera que llegó la noticia del infarto del ex presidente la gente celebró el acontecimiento con gran júbilo y mucho gozo, excepto unos cuantos, de algunos sectores poderosos de la sociedad, que fueron cómplices con él haciendo lo incorrecto en la patria de Duarte. (por cierto, si Duarte se hubiese sospechado esta vagamundería de los políticos criollos creo que hubiera sido el primero en anexarle el país a España o cualquier otro país chupa sangre), pero bueno lo real fue que todo el país estaba de fiesta porque el Todo Poderos le había cobrado al ex presidente lo que la injusticia del país no pudo cobrarle (creo que me equivoqué nuevamente con el termino ese de justicia e injusticia pero a partir de ahora para que no haya más errores de mi parte, donde quiera que usted señor lector vea la palabra injusticia entienda justicia o viceversa, lo que sucede es: que en mi país las dos palabras son casi iguales).
Toda la familia del ex presidente estaba muy triste y preocupada aunque algunos de ellos estaban calculando lo que le tocaría de la inmensa fortuna que el ex había acumulado de todo lo que se había robado de las cuentas del estado, su hija (que era una rebelde) sin embargo era la única que en realidad estaba nerviosa y muy triste y la única que no estaba pensando en el dineral que estaba por caer del cielo, pero los demás no hacían otra cosa que sacar numeritos principalmente la esposa que había tenido una serie de disgustos y diferencias con el ex presidente las cuales surgieron en los cuatro años del muy mal gobierno, tan malo que destruyo el país por las cuatro esquina y también su hogar.
Sin embargo, su mujer estaba al frente de todo en cuanto a las atenciones médicas y su cuidado personal, mientras que el hijo (quien era el mayor de los dos que ellos tenían) él se ocupaba de los asuntos financieros, mientras que su hija como siempre estaba siendo marginada (quizás por el asunto de la adición a las drogas). Por otro lado los hermanos y hermanas del ex presidente viajaban constantemente desde la media isla hasta los Estados Unidos donde estaba postrado en un hospital de renombre el ex mandatario, ellos estaban gastando toda una fortuna en pasajes de ida y vuelta pero en realidad eso no le dolía, no porque lo querían mucho sino porque el dinero estaba saliendo de la cuenta del paciente que como ustedes ya saben él se lo había robado al pobre paisito como él mismo a veces lo llamaba en forma burlona. Muchos de sus ex funcionarios del muy mal gobierno que presidio el enfermo se concentraron en el famoso hospital anglosajón para así decir presente con la ilustre familia, ya que le agradecían bastante (¡imaginase usted porque!).
Dice un refrán popular muy famoso en mi país: “hierba mala nunca muere”, eso precisamente estaban diciendo casi todos los habitantes de la media isla en relación al ex presidente que andaba después del año de haberle dado el infarto vivito y coleando, sí señor, como si nada hubiera pasado en su vida, y para que usted se caiga para atrás, estaba metido nuevamente en el afán politiquero, sí señor, comprando simpatizantes a dos manos con todo el dinero que aún le quedaba de lo que se robó y sobornando a quien se le metiera por el medio para impedir su gran triunfo electoral y lo peor de todo: con muchísimas posibilidades de ser nuevamente presidente de la república, porque casi todas las encuestas lo daban a él como seguro ganador y en la primera vuelta, aunque es bueno decir que la mayoría de esas encuestas eran muy bien pagada por el coordinador de su campaña electoral, la cual era muy costosa por cierto.

lunes, 11 de marzo de 2013

LOS VERDADEROS JÓVENES


HISTERIA DE KAUIL
SEMPER  SIMUL  SEMPER CARMINA, CATA


LOS VERDADEROS JÓVENES

Por: Javier Barrera Lugo



“Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha.”
Salvador Allende.
“La juventud debe ejercitar los derechos que ha de realizar y enseñar después. “
José Martí.

Somos, como sociedad, el resultado de infinitos experimentos fallidos, eso para nadie es un secreto. Hijos, nietos, tataranietos, verdugos y víctimas de infamias como la invasión a sangre y fuego por parte de España y sus criminales lacayos, las guerras de independencia cuyo resultado siniestro fue  la legitimación de esa fastidiosa oligarquía criolla que aún hoy persiste en su idea de asesinar a la gallina de los huevos de oro con mezquindad y arribismo, patria boba, la guerra de los mil días y los millones de caídos en combate (jóvenes, como en la mayoría de las confrontaciones), la violencia partidista, el frente nacional, la guerra insurgente y contrainsurgente, el narcotráfico, saqueos disfrazados de libertad de mercados, bancos rapaces lucrándose de la necesidad y sueños de la gente, el ilusorio estado de bienestar con Empresas Promotoras de Salud (EPS) llenándose los bolsillos y matando a sus afiliados (afiliados que pagamos, por si lo han olvidado)  y fondos de pensiones dispuestos a condenarnos a la miseria. La maldita guerra como destino. Todo un fracaso, tan cotidiano que ni siquiera nos avergüenza, la conformidad nos lleva refunfuñar y desear, mediocres, anestesiados, plenos en un estado de confort artificial, pero a la hora de iniciar cambios, por mínimos que sean, nos hacemos para atrás, dudamos, compramos algo bonito y terminamos en casa viendo la telenovela de moda. Todo queda ahí.
Simplista e irrelevante hablar de un entorno social que no está a punto de explotar, parecemos felices de estar varados en el mismo lugar.  El gran problema de Colombia, como nación, está en la pasividad con que muchos de los individuos que la conformamos, afrontamos la realidad. Dejar que las cosas pasen si no nos afectan directamente es la panacea para acallar la conciencia. En mi columna anterior abordé el nihilismo como corriente de pensamiento que ataca directamente la atroz banalidad con la que desafiamos el problema de conciencia que nos genera un mundo enloquecido por el consumo. Este ha sido el hilo conductor de mis últimas disertaciones, pero en la semana que corre, ciertos eventos me han proporcionado nuevas luces esperanzadoras respecto al futuro que podemos construir.
A continuación compartiré un problema y un matiz que al discernirlos, si bien no son la clave mágica para resolver la dificultad que planteo, espero sirvan como válvula de optimismo reflexivo que nos mueva los huesos y nos cree por lo menos una actitud crítica respecto a lo que merecemos del futuro, lo que necesitan los nuevos colombianos en quienes no confiamos y que con sus actos generosos demuestran que ni el futuro es tan aciago, ni la juventud es un enemigo al que hay que aniquilarle su capacidad de subvertir, de crear, de demostrar lo equivocados que estamos quienes en su momento fuimos llamados “generación de cambio”.

La confusión lleva a lo profundo del bosque.

Domingo cualquiera, cuatro de la tarde. En el CESPA, Centro Transitorio Para Adolescentes, entidad de apoyo que se encarga de atender el procedimiento de responsabilidad penal para menores de edad, regentada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), se respira una calma que huele a preámbulo de tormenta. A esta hora, los funcionarios que atienden el turno están extrañados por la escasa cantidad de muchachos que han sido llevados por la Policía de Infancia y adolescencia, para presentarlos ante un defensor de familia y su equipo psicosocial e iniciar el trámite de verificación de derechos. Eso en palabras llanas significa que deben preguntarle al indiciado si recibió buen trato de parte de la autoridad, se le explican sus garantías, responde una serie de preguntas hechas por profesionales en el área de trabajo social y psicología, llama a sus padres y es remitido al Instituto de Medicina Legal, para los exámenes de rigor. Cabe resaltar que en ningún momento, sin importar qué infracción o delito haya cometido el menor, puede ser esposado o ultrajado por los policiales.
A las cinco de la tarde el panorama cambia. A la oficina de la psicóloga comienzan a llegar muchachos en problemas. Desde esa hora, hasta las diez de la noche, cuando se acaba el turno y tengo que irme, son cuatro los jóvenes que exponen de mala manera los motivos por los cuales han sido llevados hasta allí. El panorama es el mismo: rezagos de adrenalina hacen brillar los ojos asustados de los muchachos, casi niños, que llegan acompañados de un patrullero. Sus faltas: agresión al servidor público, posesión de estupefacientes, robo de productos en supermercados, riñas callejeras… Etc, etc. Las preguntas son estandarizadas, burocráticas, las respuestas un compendio de las mismas quejas que a nadie parecen importar: la mamá trabaja de domingo a domingo y el esposo actual, con el cual tiene dos “hermanitos” y mantiene a los otros tres del primer compromiso, después de embriagarse, golpea a propios, hijastros y mujer con un sadismo semejante al de un legionario romano en batalla. Que su consumo de estupefacientes, alcohol y tabaco es esporádico, que “los angelitos también se tropiezan, profe”, como le dicen afables a la psicóloga a la que no recuerdan, pero que los ha visto pasar por esa silla en promedio cinco veces desde que fueron aprehendidos uno o dos años antes. En el rostro de la profesional la decepción y tedio son evidentes.
-¿Esto que se realiza aquí tiene algún componente de mejora para los infractores, Doctora?- le pregunto. Ella organiza la documentación propia de su oficio y responde de manera lapidaria:
-Es lo decepcionante. Pasan una o dos noches aquí. Los padres se comprometen, se comprometen ellos, firman acuerdos de verificación de los compromisos antes admitidos, se tabula información y esta es enviada a la regional del ICBF, vuelven, mismo comportamiento, misma madre golpeada, mismo consumo que se niega… Amenazar con institucionalizarlos (encerrarlos en el reformatorio) es simplemente un juego de reglas; a los pocos días escapan y en un par de meses están de vuelta aquí… Bueno, al Redentor (centro de reclusión con estricto reglamento), sí le tienen miedo, allá la disciplina es mayor, trabajan; los funcionarios no son permisivos, allá si es en serio el cuento de la formación, pero los cupos son escasos, vive atestado.-manifiesta.
No voy al detalle, la “Profe”, está ocupada y mis preguntas no tienen mayor sentido. Todo está dicho, lo grita el mutismo de la oficina, las caras de pocos amigos de los adolescentes, el afán del policía por salir rápido del “chicharrón”. La atmósfera constriñe, “primero muerto antes que lidiar con la ingratitud de una tarea pesada y llena de  resignación como esta”, pienso para darme valor. Cierro la conversación con una infidencia que segundos después me atormenta haber expresado:
-Estudie con Terciarios Capuchinos, los que dirigen el proyecto del Redentor. Unos tipos disciplinados que dan estructura a la gente que acogen… Deberían administrar más centros, ayudaría mucho…
-Ellos controlan casi todas las instituciones. La única fuerte es el Redentor- dice aséptica la funcionaria.
Silencio.
El estado perpetúa la miseria, condena a unos cuantos para que otros puedan tener vidas moderadamente normales, esa es la sensación de boca que me queda. Si no es esto es la guerra, “el combo”, la pandilla, la puta calle del Bronx, repetida por todo el país. Estos ciudadanos sustentan las dádivas que llegan menguadas hasta quienes las necesitan. Una familia en problemas genera ingresos para mucha gente, por lo que concluyo, estas problemáticas son círculos viciosos que facilitan el flujo de dinero para llenar muchos bolsillos. Seguridad democrática, prosperidad para todos… ¿Algo más por esperar de una sociedad sorda a la cual parece importarle más quién se gana el reality o cuál cantante de vallenato le rompe el lomo a la mujer de turno?

Sorpresa en mitad del aguacero.



Felipe, llegó con el ímpetu desbordado, ideas frescas y con ganas de salir del corazón para volverse tangibles. Tiene diecisiete años, es músico, le gusta el fútbol y juega bien. Es uno de los  trescientos mil  jóvenes que en diciembre terminó los estudios secundarios. Hace parte de una nueva generación que vuelve atávico el miedo que invade a padres y ciudadanos mayores de treinta, por estos días: hijo de la tecnología, la televisión basura (casi siempre ha sido así, digo yo), los videojuegos, la interactividad, ese vacío que se come las venas de la gente y se confunde con el “libre desarrollo de la personalidad”. Quiere irse del país para depurar sus conocimientos musicales, por el momento estudia en la Academia de artes Guerrero, trabaja en el almacén de la mamá  y estudia inglés.
Refiero la mañana del pasado domingo, antes de salir para el CESPA: con voz encendida me contó que hace parte de un movimiento social juvenil que quiere dar a conocer los derechos que por ley garantiza el estado a este grupo de población. Acampan, reciben clases de liderazgo,  realizan actividades de integración con niños y ancianos en situación de vulnerabilidad, se reúnen, piensan, ¡PIENSAN!, por amor a Dios, capotean el asunto del licor no con restricciones sino con conceptos sólidos y sentido común, nada de facilismos y culpas, no beben porque prefieren invertir dinero y tiempo en actividades que les hagan crecer el espíritu. El estigma de “la juventud sin sustentos ideológicos o morales”, que como loros repetimos los “mayorcetes”, queda fuera de contexto al escuchar a tipos como Felipe y sus compañeros. Cuando le pregunto si ve futuro para sus iguales, responde de manera tajante: “El futuro es una cosa que se construye con dignidad y disciplina. Es una tarea personal que necesita de un grupo estructurado como apoyo. Me enerva ver a gente de mi edad pensando en el dinero que va supuestamente a ganar cuando termine ingeniería en una universidad con prestigio, en esos cinco años disfrutarán, se excederán, algunos tendrán hijos y caerán ante la tentación del estatus que da su profesión o en el peor de los casos tendrán que conformarse con lo que el sistema quiera pagarles. En el fondo alquilan su felicidad, pero la felicidad no es eso, es verle la cara a un anciano cuando  compartimos con él un almuerzo, la sonrisa de un niño al asistir por primera vez a una obra de teatro… Eso es la vida. Hay gente que pasa y no ve o hace nada en el mundo, ni sufrimientos, exclusión, desventura, belleza, amor, piedad... Hacer plata es fácil, Javier, lo difícil es permitir que esa circunstancia sirva para algo”, me dijo con una sensatez que agradecí.
El “pelado” estaba feliz contándome su nueva vocación. Yo, orgulloso de comprobar que los jóvenes de este país no son los “locos buenos para nada”, que muchos padres y miedosos observadores han querido crear y no han logrado consolidar del todo. Me explicó el marco conceptual de la ley 375 del 97, famosa y desconocida ley de juventud, que ellos, los jóvenes, están dispuestos a hacer respetar. Esto generó curiosidad, varias preguntas de verificación que él, respondió con sapiencia.
-Dígame si me equivoco: ¿Los que manejan temas de juventud en este país por lo general tienen más de cuarenta años y no tiene ni idea del cuento, no cree?
-Vivo en Mosquera (Cundinamarca), y los encargados de este tema en la alcaldía no conocen del asunto por el cual cobran sueldo, se ponen nerviosos, se pasan la “papa caliente” entre ellos, tratan de deshacerse de nosotros con cartillitas sobre sexualidad y promesas vanas. Colocan al joven en un corralito pequeño, creen que política de juventud es hacer un par de conciertos de hip hop, entregar balones donde no hay canchas para jugar,  levantar dos tumultos de tierra para que la gente practique skate, regalar tres becas en institutos de garaje donde enseñan sistemas y decirle “parce” al beneficiario cuando se las entregan. Eso para ellos es ser joven, un prejuicio que no tiene que ver con la edad, la de ellos y de nosotros, una simple suposición que hace daño.
-¿Qué significa ser joven en estos días, según su visión y la de sus compañeros?
No ver las cosas que da el estado como un regalo sino como derechos. Ellos desconocen esos derechos y dan sobras a los programas que tienen que ver con nosotros. Esto pasa por desconocimiento de las normas, por pereza, por omisión. Nuestra principal tarea es hacer visibles las políticas que nos benefician. Los jóvenes tenemos problemas fuertes, pero no son diferentes a los que tiene los adultos, drogas, licor, cigarrillo, ETS. Nos criaron con miedos, encerrados en conjuntos residenciales, lejos del campo. Somos, históricamente, la generación que más información tiene disponible, pero esta es sesgada, comercial, no aporta. Podemos tener problemas que no iniciamos y queremos ayudar a resolverlos, ojalá nos dejen.
-¿Qué es para usted el futuro?
-Algo que cada uno de nosotros debe construirse, no esperar que otros lo hagan. La prioridad es educarse y tener conceptos propios, no conformarse, sacar adelante lo que uno ama.
Felipe, se va para su casa y me deja una sensación de alegría que no experimentaba hace mucho. Los jóvenes son optimismo, confusión, ideas, no resignación. Como sociedad les hemos fallado y como sociedad debemos ayudarlos a que logren lo que se proponen. Ellos son los líderes del futuro, pero nosotros los que dirigimos ahora y no estamos realizando bien nuestro papel. Como Felipe y sus compañeros de la asamblea juvenil, hay miles de muchachos diciéndonos: ¡NO ESTAMOS DE ACUERDO!  Deberíamos preguntarles porqué.
Vale la pena mencionar también a los estudiantes de bachillerato y educación superior que se manifestaron contra la ley 30, que pretendía atropellar la educación pública en este país (Derecho amparado por la Constitución). Un ejemplo de organización, tolerancia, respeto por el prójimo y del activismo creativo que empieza a tomarse al mundo. Hace más de un año le demostraron a los violentos, a los omisos y a quienes se consideran dueños de este país, que hacer diferente las cosas es posible, sano y sobre todo, necesario.
Desde Idiota Inútil, manifestamos el apoyo, respeto y cariño para los verdaderos jóvenes que hacen parte del país.  Este espaldarazo no es pragmático sino ideológico, de razones, eso lo dejamos claro ahora. 

lunes, 4 de marzo de 2013

ALGO DE AYER


ALGO DE AYER
Por: Fernando Vanegas moreno






Si que era fría esa mañana…, salió sin prisa, asomándose a su tristeza cotidiana, creía en su alma que todo mejoraría con el paso de las horas. Mientras esperaba el bus, subió las solapas de su abrigo, sacó de su bolsillo izquierdo el último cigarrillo que le quedaba, lo puso en su boca y luego de encenderlo, inhalo con fuerza aquel beso prendado de nicotina y de barbarie. Buscaba en su memoria el recuerdo perdido de esa niña, la de ayer, la del colegio, la que fuese en un momento de locura adolescente, su amiga, su novia, su amante, su esposa. Últimamente la evocaba demasiado…., tal vez era el cansancio de su vida desordenada y sin sentido, tal vez era solo la necesidad imperiosa de querer, de amar, así solo fuera a un recuerdo; hacia tanto tiempo de su soledad, que ya extrañaba el dulce dolor de enamorarse.
Estaba agotado, lo miserable de su alma solo se equiparaba con la grandeza de sus ideas, su pobre apreciación de sí mismo, no era para nada concordante con el concepto de “genio”, que de él tenían la mayoría de sus conocidos, y es que sí, era un genio, algo loco, algo descuidado, algo hijueputa, pero un genio.
-Oiga marica, ¿Por qué fuma tanto?
-Don Marica pues merezco respeto (contestaba cuando así lo interrogaban), fumo tanto porque solo la nicotina es capaz de hacerme escapar, y rápido, de juicios de valor como el suyo.
No aceptaba la intromisión fastidiosa de otras personas en su vida. Él y solo él era el dueño de su destino, y así, esa mañana, con nostalgia volvía al tiempo aquel en que “capaba colegio”, solo con el firme argumento de esperarla a la salida de sus clases, cargar sus libros hasta la puerta de su casa y despedirse con un beso inocente hasta la tarde siguiente, cuando muy seguramente, el Wimpy de Unicentro se convertiría en el testigo alcahuete de ese amor infantil ya madurado.
Ya en su transporte, busca la silla más apartada, se sumerge de nuevo en sus coloquios y en un momento dado la ve reflejada en la ventana empañada de su lado, el corazón se para, es imposible la casualidad, voltea con violencia y…, no la ve… ¿acaso su ejercicio mental de evocación, ya raya en la obsesión y la locura? No, no puede ser. Hace tanto no sabe de ella, son muchos años, ya debe estar casada y, muy seguramente, será una excelente esposa y madre. No cabe duda alguna, se está enloqueciendo. Baja con premura de aquel infierno rodante, pero el averno ya está en su cabeza, camina rápido primero; corre después, como para intentar dejar atrás esa imagen en uniforme colegial. Atraviesa el parque el Virrey, la carrera 15 y continua hacia el oriente en su desesperada evasión de los ayeres. Por fin, ya sin aliento y rendido ante la velocidad inmisericorde de su mente, se sienta en el pasto humedecido de esa mañana, quiere dejar de recordar, quiere que su maldita vida gris vuelva a ser como siempre, quiere criticar y ser huraño y amargado sin que le importe nada ni nadie, quiere cabalgar en la penumbra de su orgullo y abrazar su soledad, quiere y se da cuenta, que lo que más quiere…, es que ella aparezca.