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lunes, 26 de agosto de 2013

EL CORAZÓN DE LA TIERRA

EL CORAZÓN DE LA TIERRA

Por: Fernando Vanegas Moreno


 ¿Que qué es ser minero?, pues yo no sé, minero es el dueño de las minas, nosotros somos simplemente socavoneros, topos…., peones. La vida aquí empieza temprano; conozco papás, hijos, nietos, todos, toditos enclavados en estas montañas…, ya no me acuerdo cuanto tiempo llevo aquí, ni cuantos años tengo, la tierra se me ha tragado la existencia. Es difícil, pero a la vez es hermoso, tal vez lo digo por qué no sé hacer nada más, porque no conozco nada más. A las cinco de la mañana se ingresa con la noche en la espalda, y como a las cuatro de la tarde vemos por primera vez la madrugada de estas tardes.
Se golpea, se amontona, se recoge y se encarreta pa´fuera…, esa es la vida del carbón, y, tal vez nuestra propia vida…, nos golpeamos, nos amontonamos y con los años nos encarretan pa´la tumba…, irónico y jodido: el carbón sale de las entrañas de la tierra, nosotros volvemos a esa misma madre. Mi nombre es José Galviz, pa´servirle a usted y a cuanto viviente se pueda, nací (no me acuerdo hace cuanto tiempo), en Tausa, región hermosa, verde y prospera pa´ los que tienen plata; junto con Sutatausa, Capellanía y Ubate, forman el corazón del carbón en Cundinamarca…, se me pasó la vida entre socavones, picos y escoria, no me arrepiento, con eso salieron adelante y comieron seis hijos…, yo no tuve estudio, pa´que, nunca me gusto…, los hijos si son algo letrados; todos terminaron su primaria, los mayores se dedican al transporte (también del carbón), tienen sus hogares y me han dado seis nietos, las menores (por que son mujeres), están en Ubate y Bogotá, trabajando en fabricas de lácteos y otras vainas, de ellas si no espero nada, las mujeres sufren más que los hombres y cuando la ruana nace terciada…, pues ni hablar.
Pero le decía: la tierra es demandante, si usted deja de explotarla con forma, con entusiasmo, con…, como decirlo, con cariño, la tierrita se revela y no desaprovecha oportunidad pa´desquitarse, pregúntele a Egidio, ese cojo que ve allá, se emborracho todo un fin de semana y cuando empezaba el lunes la tarea,  se desapuntalo el túnel y se le vino encima, a él y a nueve más…, él la sacó barata, solo magulladuras en las piernas, los otros si ya están gravemente muertos, jajajaaja. No crea que soy indolente o irrespetuoso con la parca, es que de tanto verla y convivir con ella, ya hasta amigos semos. Si no es el grisu (un gas que no huele y lo va adormilando a uno hasta dejarlo inconsciente), es el hollín que se cuela en los pulmones y lo acorta poco a poco en sus añitos, las hernias y el dolor de las articulaciones, los problemas en los ojos y las infecciones respiratorias, todo eso, son las formas y los castigos que a diario vemos y a lo que nos enfrentamos; por eso le digo, la muerte ya es nuestra amiga.
Me gano 20 mil pesos diarios, siete días a la semana, aunque soy honesto, muchos fines de semana no trabajamos, y es que en este trabajo y en estas tierras, el sábado es el día sagrado de santa Pola…, jajajaja, es decir, hay que ir a tomar cerveza y jugar tejo…, ¿Cómo más nos divertiríamos por estos lares?. Algunos dirán que es injusto…, injusto es no tener que hacer. Uno debe vivir la vida que le toca, y a mí me toco esta, no me arrepiento de nada.
Hace poco vino un doctor de esos de Bogotá…, que esto es una injusticia, una inequidad creo que dijo y que la dotación y que la salud y que la ARP y no sé que más vainas, se fue lanza en ristre contra don Pedro el dueño de la mina y le dijo que era un ilegal, un explotador…, un cochino. Esos doctorcitos de mierda…, vienen una vez cada veinte años o cuando hay elecciones y ya creen que tienen todas las respuestas…, dijo que nos iba a cerrar y la gran alternativa que nos dio fue la labranza…, a mi me perdonan, soy campesino y me crie entre el maíz y las sementeras, pero pa´los que no tenemos ni un puñado de tierra, volver al azadón significa jornaliar, y un jornal en estos pueblos solo paga 10 mil pesos el día, y eso si el precio en Bogotá esta bueno, de lo contrario pues, a la perdida.
Cuando uno es niño, y entra por primera vez a un túnel, da arto miedo, uno se ahoga, no se acostumbra a la oscuridad, a la humedad, al olor agrio de los topos más viejos…, y es que con el tiempo, uno empieza a oler a mina, o sea a moho, a ruin…, a mierda. Yo empecé como a los doce, mi papá también era un peón y como a mí no me gusto el estudio, pues aquí vine a parar; ya con mi primer plata y sin obligaciones, pues vinieron las viejas, las polas y me quede, ser libre a los doce era un amanecer de noche y cuando uno le coge gusto a la plata pues hasta y fueron peras, jajajaja.
Hoy la charla estuvo buena, tal vez porque usted no es arrogante…, hace unos meses vino un monito de la televisión a hacer lo mismo que usted…, bueno, digo el santo no el milagro, ese señor dizque es boyaco y venía con todo listo, cámaras, carros, luces y cuanta vaina se imagine…, usted, sumerce, solo vino a conocer ¿verdad? Y pues bueno, se topo conmigo y preguntar nunca ha sido malo ¿cierto?
Yo a usted le corono una cerveza, no la merecemos, además ya estoy seco de tanto hablar y usted debe estar seco de tanto oír, jajajaja, si…, esta es la vida en el hueco…, vivimos, no existimos, todo nos llega tarde, hasta los años…, mi vieja, mi esposa se ve mucho más joven que yo, pero yo tengo más salud…, hace poco le descubrieron azúcar en la sangre y esta achacada la cucha, bueno hay vamos, los hijos han estado muy pendientes…, Dios dirá.
José voltea la cara hacia otro lado, no quiere mostrar esa lágrima que asoma. Para estos hombres es malo ser débil, para estos débiles, es imprescindible ser hombres, lo son desde que llegan a esta tierra, desde que amamantan sus sueños, desde que caminar se vuelve herramienta. Se despide escupiendo el último trago de la cerveza que me “coronara”; su mano callosa, es fuerte y brusca, casi parte la mía: Hay mijo, algún día vuelva, que el cuento no termina aquí, el cuento solo comienza, la tierrita tiene muchas historias…, las historias del corazón de la tierra.





En Tausa hace unos años….

lunes, 19 de agosto de 2013

YO ERA CIEGO

YO ERA CIEGO



El banco del parque estaba vacío cuando me senté a leer debajo de las ramas de un viejo sauce llorón, desilusionado de la vida y con buenas razones para fruncir el ceño ya que el mundo se había empeñado en agobiarme.


Y como para arruinar mi raro día tranquilo, un joven muchacho, cansado de jugar, se acercó. Se paró justo enfrente de mí con su cabeza inclinada hacia delante y dijo con gran emoción: “¡mira lo que encontré!”.
En su mano, tenía una flor que daba pena mirar, con sus pétalos marchitos por falta de lluvia o luz. “Seguro que huele bien y es hermosa también. Por eso la elegí; es para ti.”

Sabía que la debía agarrar o nunca se iría. Entonces extendí mi mano y dije: “Justo lo que necesito.”

Pero en vez de colocar la flor en mi mano, la sostuvo a medio camino, sin razón alguna. Fue entonces que me di cuenta, por primera vez, que el muchacho que sostenía esa pequeña maleza no podía ver, era ciego.

Escuché el temblor de mi voz y las lagrimas se asomaron como el sol mientras le agradecía por haber escogido la mejor de todas. “De nada,” sonrió y corrió a jugar, ignorando el impacto que había causado en mi día.

¿Cómo sabía él de mis dificultades auto-impuestas? Quizás, dentro de su corazón, había sido bendecido con la visión verdadera.
A través de lo ojos de un niño ciego, pude ver al fin, que el problema no era el mundo, sino yo. Acerqué esa flor marchita a mi nariz y respiré la fragancia de una bella rosa y sonreí por el niño que, con otra maleza en la mano, se iba a cambiar la vida de un anciano desprevenido.


A TRAVÉS DEL VIDRIO

Una mujer recién casada se mudó a Mumbai para vivir con su marido en un departamento de dos habitaciones en el piso más alto de una torre de departamentos. Los edificios colindantes eran igual de altos y las ventanas tenían que estar siempre cerradas.

Desde la ventana, la joven mujer podía ver cómo su vecina del edificio de al lado lavaba la ropa y la ponía a secar todas las mañanas. Para la recién casada, la ropa que lavaba su vecina se veía sucia y le comentaba a su esposo la falta de voluntad que ponía aquella mujer al lavar. Cada mañana, la mujer se ponía a mirar por la ventana no bien se despertaba e inevitablemente hacía comentarios sobre la ropa  “sucia” de su vecina. Esta situación continuó durante varios días, y el esposo se cansó de la intromisión de su esposa en la vida de la mujer de al lado.


Una mañana, la esposa se levantó y espió a su vecina. Se sorprendió al ver que la ropa colgada estaba impecablemente limpia. Le hizo el comentario a su esposo y agregó: “Tal vez, mis críticas le llegaron y comenzó a usar un jabón en polvo de mejor calidad".


Con calma, el esposo le respondió: "Estaba tan cansado de tu hábito de criticar a la vecina que hoy, mientras dormías, me levanté más temprano y limpié el vidrio de nuestra ventana. 

lunes, 12 de agosto de 2013

TARDE DE FRÍO EN CERETÉ

HISTERIA DE KAUIL
SEMPER SIMUL SEMPER CARMINA, CATA



TARDE DE FRÍO EN CERETÉ
POR: JAVIER BARRERA LUGO
Para: Motas.





"En vano golpea a las puertas de la poesía el que está en sus cabales", dijo no sé si Sócrates o Platón, allá en la noble Grecia, el centro del universo hace cuatro mil años y no se equivocó al proferir esta sentencia. Quien se compromete con el acto poético, con la poesía pura y cruda, hacerla, destruirla y vivirla, tiene  la capacidad de subvertir la fealdad de un mundo hecho para el deleite de pocos. Raúl, el poeta, el marica, el loco, camina las calles de Cereté, tarareando como poseso una canción de Orlando Contreras, la que le dedicó a Isabel, la del verso, la noche en que se casó con el inagotable alcalde del pueblo. Camina y está feliz como siempre lo fue, a su manera.
Pese a que está muerto, me reconoce. Levanta la mano izquierda y me llama. El pavimento de las calles arde, como si de un horno industrial de fundición en plena producción se tratara. Me recibe con un “quiubo”, Barrera, que es como mis buenos amigos suelen matizar nuestros encuentros.
-Está fresco Cereté hoy y eso que no está corriendo brisa-, me dice, y continúa con las palabras que juzgo quieren salírsele descarriadas de la boca-: parece que por fin nos vamos a parecer a la Europa que estos paisanos sarracenos, negros e indios siempre han añorado. ¿Conoces Bruselas?
-No la conozco, Raúl, jamás he estado allí, de hecho nunca ha llamado mi atención- le contesto animado.
-Allí los niños mean en las fuentes de agua fresca, sus padres se lo permiten porque dicen que los anticuerpos de la orina poseen características terapéuticas que deben ser compartidas con los habitantes de la ciudad. Es algo maravilloso.
Sus ojos se pierden en la inmensidad del Sinú. Ya no poseen el brillo que la locura les impregnaba cuando trasegaba por el presente, son mansos, carecen de visceralidad, es un estado semejante al de la paz el que se funde en los colores que brillan sobre la superficie de sus pupilas. Lo interrumpo con una pregunta que por la cara que me hace, fue inconveniente hacer.
-No sabía que habías ido a Bruselas. Sé que Borrás el poeta comunista estuvo allí en los sesenta, pero de ti no lo recuerdo, ¿cuándo asomaste por allá?
Milcíades Arévalo y Raúl Gómez Jattin
-Jamás he estado allí, lo vi en un documental medio “maluco” de esos que le prestaban las embajadas a INRAVISIÓN en los ochentas. Una belleza, Barrera, una belleza que ahora que estoy muerto no me interesa comprobar. Sabes, la imagen la trajeron a mi mente dos chiquitines que estaban haciendo lo mismo en el río, meaban como dioses valones buscándole la fecundidad a las aguas… De eso parece tratarse este cuento de la muerte, señor, añorar lo que no se alcanzó a ver, asumir el silencio y no sentirse jodido por ello. Que tarde entendemos las cosas los maricas que aún creemos en el amor- sentenció, no dolido sino buscando hacer encajar un sueño en las lágrimas que los fantasmas no pueden sacarse de lo que les queda de alma.
Le invito un trago de aguardiente y lo bebe despacio, varios sorbos y una mueca que me desconcierta. Busco un tema que no lo haga divagar entre los recuerdos de vida, pero me quedo callado, no sé de qué diablos puedan hablar los muertos. Pido dos copas más y me siento en uno de los escalones de acceso al local. Raúl, acaricia mi cabeza y me suelta una de esas frases con las que siempre me deja hecha trizas la conciencia:
-¿Te atemoriza la idea de la muerte, dejar de respirar, no volver a ver a los que amas?
-Claro, Raúl, mucho. Alguna vez deseé que pasara, pero cuando pensé que la “pelona” estaba cerca se me vinieron a los sentidos demasiadas miradas, el deseo de sentir pieles que no conozco, ambientes en los que me sentí feliz así hubiese sido una vez. Llámalo cobardía, no me ofendo si lo dices, pero todavía tengo ganas de hacer vainas.
-Yo también, poeta varado, yo también. Creo que los dioses me jugaron sucio y me fui mucho antes de lo debido. Tanta vaina para nada, tanto verso que la gente olvidó antes de que me echaran encima la primera palada de tierra, tantos hombres y mujeres que amé contando cosas inapropiadas, que eran sólo de nosotros, la escritura de poemas con popó sobre las paredes blancas del sanatorio, las comilonas de huevos fritos con helechos, la pobreza a la que ellos le dieron el talante de vergüenza, cuando para mí fue el espacio en el que fui libre… Morí antes de tiempo, la gloria me llegó después de muerto, valiente pendejada…
-¿Fuiste feliz? ¿Eso bastó?-pregunto compungido.
-Bastó, marica, pero los de nuestra calaña no nos conformamos con la probadita, tú lo sabes, es todo o nada hasta el hastío. No somos normales, nos limpiamos el culo con la plata que hay que guardar, amamos a muerte, nos volvemos un ocho en felicidad o tristeza. Bastó y no fue suficiente, ¿me entiendes?
-Claro que te entiendo, Raúl. Lo peor es que también empecé a entenderme.
-Vamos a caminar. Es la primera vez que en Cereté,  a esta hora de la tarde hace un frío tan bestial. Disfrutemos de la temperatura glacial en la imperfección del paraíso.
Caminamos hasta que el cielo desapareció y Raúl, de a poco, se hizo silencio. Volví a la pensión, saqué los últimos billetes que me quedaban y salí a la cantina del frente a emborracharme. Una mujer de ojos verdes y piel morena se sentó a mi lado y me pidió un aguardiente. Le dije que me iba a emborrachar en silencio, que no la molestaría, que me acompañara. Encendió un cigarrillo y me sonrió antes de servirse el segundo de la noche.

lunes, 5 de agosto de 2013

FIESTA DE CUMPLEAÑOS

Hoy, un cuento para niños...,




FIESTA DE CUMPLEAÑOS


Fania Herrera, Venezuela


Deiliana se sentía muy feliz, ya que ese día cumplía 7 añitos y sus padres le harían una fiesta para festejar la ocasión. Deiliana invitó a todos sus amiguitos para que compartieran con ella todo lo que tenían preparado para aquel lindo día. La torta era hermosa, la piñata grande, ricas golosinas y muchas cosas más.
La bella cumpleañera ya estaba lista esperando que los invitados llegaran, cuando vio a una niña que vivía en la calle de enfrente, se veía triste y vestía ropas sucias.
-¿Mami porque esa niña que vive del otro lado de la calle siempre está mal vestida? Ella estudia en mi salón, pero nunca habla con nadie.
-Ella se mudo hace poco con su tía ya que su madre murió, la tía trabaja todo el día y ella se queda con su hermana tal vez por eso esta descuidada, dice la madre.
-Mami la puedo invitar a mi fiesta, dice Delina.
- Claro que si hija puedes invitarla dice muy dulcemente la madre.
Deiliana fue hasta la casa de la niña la cual tenía por nombre Juliana y la invito a su fiesta de cumpleaños, esta se sintió muy feliz, pues nunca nadie le hablaba.
A la hora acordada empezaron a llegar los invitados una de las primeras fue Juliana quien tímidamente se sentó en una silla, los demás niños le decían a Deiliana.
_ ¿Por qué invitaste a esa niña ni siquiera te trajo un regalo?
_ Si mi mamá y yo pasamos horas en el centro comercial eligiendo un regalo para ti, dice otra de las niñas.
Los regalos que llevaron para Deiliana eran numerosos, sobre la mesa había hermosas bolsas y cajas de colores brillantes con grandes lazos, todos pidieron que Deiliana abriera los obsequios y así lo hizo, dentro había muñecas, juegos de cocinas, ropas y muchas cosas más, pero Deiliana deseaba otro regalo que aun no había recibido. Juliana observaba mientras los obsequios eran destapados y se retiro a su casa, ella no tenia para comprar un costoso regalo, pero cuando llego a su casa vio algo que supo que le agradaría a Deiliana y volvió con el regalo a la fiesta, y le entrego el obsequio a la cumpleañera, Deiliana salto de felicidad ya que era el regalo que tanto había deseado, un hermoso cachorrito blanco como la nieve.
-Mi perrita tuvo crías y yo te regalo este por tu cumpleaños, espero que te guste.
Los demás niños empezaron a reírse por el regalo que Juliana le había dado a Deiliana pensando que este era inferior a sus costosos obsequios pero Deiliana detuvo la burla...,
- No se rían, sus regalos son hermosos y les agradezco, pero este regalo también es lindo hace tiempo quiero un cachorro y le pedí a Dios que me enviara uno y aquí esta, Juliana ha sido muy buena y me trajo este obsequio de lo que ella tenía y me ha hecho muy feliz.
Los niños entendieron las palabras de Deiliana y compartieron con Juliana y vieron que era una niña con una personalidad muy linda, desde ese día Deiliana y Juliana fueron grandes amigas, la mamá de Deiliana se ofreció a cuidar de Juliana mientras su tía trabajaba.
Deiliana le colocó como nombre al cachorrito copito de nieve y fue la mejor fiesta de cumpleaños que le celebraron.

Fin


Fiesta de cumpleaños. Fania Herrera, escritora venezolana. Cuento sobre la amistad.