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domingo, 27 de septiembre de 2015

TRATO Y EL MAR

TRATO


Por: SanLisan


Vamos a querernos un poco, dejemos atrás el trabajo, los horarios, las discusiones.
Deja que por una tarde entera tu piel se llene de mis besos.

Vamos a querernos un poco, en la calle, mientras fumamos de un mismo cigarrillo,
por los pasillos que no existen entre nosotros.
Voy a dejar que por una tarde entera me cuentes todos esos cuentos que te roban el sueño.

Vamos a querernos un poco a la salida en las noches que se llenan de transeúntes intentando llegar a casa,
en medio del camino que separa tú casa de la mía.

Vamos a dejarnos ser el uno con el otro por una noche entera.
Desnudemos las manos que tanto han aguantado por tocarse,
hagamos caso al deseo de ser uno solo, de compartirnos y desterrar al silencio.

Vamos a querernos un poco, dividamos nuestros años y entreguémonos al viento,
a la risa y a la caricia que muere cada día al despedirnos.









EL MAR
Por: SanLisan


Hay mucho viento. Viento y frío. No parece primavera.
Cierro los ojos y nos veo en la playa, al lado del mar, en este atardecer que ya no mengua recuerdos, en la brisa, en el olor a sal que purifica.
Nos veo juntos, felices, llenos de sueños, de complicidad.
Espera que cierre la ventana, una sola, para que el aire me siga ayudando a volar. El agua está en calma, nos arrulla con la música, va y viene como tocando una melodía suave y serena, me abrazas y creo que soy feliz.
Llueve. Lluvia, viento y frío. No parece primavera.
Caminamos juntos, nuestros pies sienten la humedad de esa sal que durante horas se queda en la piel. Nos miramos sin tocarnos y el mar celebra una y otra vez el sentimiento. Nos rendimos a la grandeza, al sin fin de lo que vemos, al saber que después de esa pequeña línea, siempre hay algo más.
Han pasado varias horas y el agua no cesa de caer. La pared de enfrente llora, las plantas brillan por la humedad y yo encerrada en medio de mi salvación no concibo dormir por temor a dejar de contarte lo que siento.
Definitivamente los hemisferios han estado haciendo de las suyas.
Los míos ansían que con el frío se aplaque el sofoco del último verano. Aquí todos esperamos con tal devoción los rayos de sol que nos regalen más verde, más flores, más alegrías.


El viento sur ha vuelto a ser el dueño de las callecitas empedradas por donde paseo mis deseos diarios de estar a tu lado en esa playa, con el silencio del mar como testigo mientras te confieso al oído…, que me tienes.

domingo, 20 de septiembre de 2015

LAS MUJERES MÁGICAS

LAS MUJERES MÁGICAS
TERESA LÓPEZ OLIVERA, MÉXICO

Hace miles de luces del tiempo, cuando solía vagar creyendo que sabía de la vida, iba desde las costas a las montañas.
Las montañas son las más misteriosas y embrujadoras geografías donde se encuentra el alma de una misma y aprende a respetar las luces y sombras de las demás personas, a las razones de la vida y las sinrazones de las luchas por la vida sin muerte.
En esas montañas hace miles de años y hace unos segundos, las conocí a ellas, las mujeres mágicas, las de las fuerzas incontenibles, que te traspasan con su horror y su esperanza inaudita.
Conocí a muchas pues mi ignorancia era muy grande, gracias a que al menos tenía ojos claros, un poco de oído y pies ligeros; pero sólo te hablaré de algunas: las de Tonantzin y las de Raramuri. Eran señoriales sin lujos ni poderes conocidos, es decir sin dinero ni honores ni prestigio, aquello por lo que hay tantas guerras y desgracias sangrantes en el mundo. Solían caminar mucho a pie, hacer tortillas y lavar en el río, cantar en lenguas antiquísimas y amar con pasión todo lo que implicara la vida.
Las de la arena fina, eran madres, hijas y nietas. Lupe, la hija, fue a la fiesta patronal de San Juan Bautista y el borrachito le llamó, un perro estaba a punto de comer a la bebé que habían tirado en la madrugada porque era fruto de una relación sin matrimonio. Lupe la levantó le quitó la placenta y la calentó con agua hirviendo, en botellas para devolverle la vida, ese día la bautizaron y la llamaron Reina Guadalupe, porque estaba mandada por Tonantzin, como regalo. Lupe tenía una vida de penurias y compartía la leche de su hija de sangre con su hija de magia, se llevaban cinco meses. Se la pidió regalada una mujer rica y no la dio, se la pelearon los parientes y pronto la registró a su nombre. Esa magia de la misericordia fue invencible, sin precio, el amor nunca se puede comprar ni destruir, sólo ancharse como el mar. Allá quedaron en el pueblo náhuatl dando luces y luces.

Las otras mujeres que me dejaron la vida cambiada y la mente azuzada fueron las de raramuri. Fui cuando no pensaba. El terror llegó primero y les arrebato los hijos, los maridos y los yernos, los papás y familiares y algunas hijas. Les arrebato por medio de los sicarios, esos que se dicen hombres y están muertos en vida, sin corazón ni entrañas. Los cielos estaban negros mucho tiempo, solo veían las luces de las balas y las veladoras. Era como la peste de la muerte que dice el éxodo o el apocalipsis. Ellas agonizaron, un día enloquecieron y los fueron a buscar a las montañas, sus ojos eran más que lámparas, sus corazones bombearon la fuerza de las caminatas infinitas en búsqueda de sus muertos y desaparecidos, por ahí encontraron a un esclavo de crimen, quien se hizo tonto y caminó al monte para que ellas buscaran. Encontraron la fosa con cientos de asesinados y sus pulmones iba a reventar del olor a podrido, sangre y quemado, muchos huesos con carne agusanada, otros cuerpos, la mayoría jóvenes, asesinados, torturados y algunos desnudos otros aún con ropa…vieron…vieron…pero no estaban los suyos. Entonces lloraron largamente por todas las familias que no encontrarían nunca a sus seres amados porque estaban en esa fosa frente a ellos, oculta en raramuri…y se volvieron. Se murieron un mes, de llanto, no quisieron comer, no podían cerrar los ojos pues los de la fosa se levantaban ante ellas. Cuando paso el mes de la muerte se levantaron, iluminaron sus comunidades y trabajaron sus siembras, sus comidas, sus sonrisas. Cuando las conocí me invadieron con su luz y su horror, cambiaron mi vida, las de otros y otras, me arrancaron el mundo de consumismo, de ignorancia, de mediocridad. Allá están en las montañas, ya no mueren, viven en el cosmos manteniendo la esencia de la luz, de la magia invencible que hace crecer los bosques, los ríos y alimenta el tiempo de los relojes de la justicia.

domingo, 13 de septiembre de 2015

CACERÍA

CACERÍA
Por: Javier Barrera Lugo

Buenos augurios por parte de los dioses
le fueron transmitidos a Nube azul:
un águila desgarra el vientre de la serpiente
y deposita sus vísceras humeantes
en la boca del sendero que comunica
el hogar de los vivos con el valle
donde los muertos bailan en silencio.

Nube Azul, bendice mis instrumentos de caza,
limpia mis manos y me recuerda
agradecer con susurros a mis presas
el favor de sus cuerpos que sustentarán
la sobrevivencia de nuestra nación,
latidos esperanzados en miles de corazones,
la tierra del bisonte entregando sólo lo necesario.

Mi alma le pertenece a la tierra que transpira,
la que alimenta y se alimentará de mi esencia,
mi alma se esconde en las miradas transparentes
de quienes sucumben a la tarea otorgada
por el universo, espacios de agonía
sintetizando la orfandad que experimento

cuando en soledad muero también un poco.

lunes, 7 de septiembre de 2015

TESTAMENTO DE UNA MENDIGA

TESTAMENTO DE UNA MENDIGA


Domingo Valdez Quiroz, Chepén, Perú

Como era ya una costumbre, la anciana EUSTAQUIA se recostó sobre sus mugrosos harapos y sucios cartones; su cuerpo despedía un olor a sobaco de puerco, sus uñas lucían largas y llenas de suciedad, sus cabellos parece que nunca habían conocido peine alguno en tanto, sus pies descansaban sobre un par de rotosas sandalias.
La vieja Eustaquia, se había apoderado del portón de la capilla de CATILLUC allí; solía estirar la mano pidiendo limosna a las gentes que entraban y salían de la casa de Dios.
Muchas veces, hasta se había perdido la cuenta, el padre NICASIO ARESTEGUI, solía compartir sus alimentos con la pobre mendiga … además, nunca faltaba alguien que se le ablandaba el corazón y le depositaba en su aceitoso pocillo alguna migaja o porción de comida.
La anciana, no podía mantenerse de pie ni siquiera un segundo; pues, una terrible enfermedad le había atacado a sus debiluchos huesos, por lo que solo vivía arrastrándose por el suelo como culebra… algunos lugareños, recuerdan que cuando EUSTAQUIA recién pisó este pueblo, todavía podía caminar aunque con mucha dificultad.
Las noches para la pobre anciana, eran inclementes y hasta peligrosas, porque aparte de soportar la intemperie y la terrible friolera, tenía que defender a punta de bastonazos su escasa ración de comida, para que no lo devoren los perros callejeros que solían deambular agrupados en cuadrillas.
Nadie tenía o daba referencias de la vida de la mugrosa anciana y cuando algunas gentes pasaban por su lado, se referían de ella a voz baja.
Del viento será su hija esta pobre vieja o quizás será hija del sol o quizás de la luna… el curita, había insistido tantas veces en preguntarle.
¿De qué lugar has venido hija del Señor?
¿Tienes algún familiar hermana mía?
¿Quiénes te han traído a este pueblo? ¿Por qué no contestas nada?
Ante estas preguntas, solamente se descolgaban algunas lágrimas de los ojos de la anciana… por eso, al franciscano no le quedó otra cosa que renunciar a su persistente interrogatorio.
Una helada mañana del mes de marzo, un gran alboroto se cernió en todo el poblado de CATILLUC, era “Domingo de Ramos” y cuando los creyentes fueron llegando a la capilla para escuchar el sermón de semana santa, se dieron con la sorpresa de que el cuerpo haraposo de la mendiga EUSTAQUIA estaba gélido e inmóvil, su cara lucía pálida, abierta estaba su boca y su piojosa cabellera descansaba sobre el codo de su brazo derecho y el tic – tac de su corazón, se había paralizado para siempre.
Sus pies estaban tiesos y helados, como los chungos del río LANCHI en eso…. el sonido de las centenarias bisagras del portón, anunciaron la presencia del curita del pueblo.
¡Buenos días hermanos! ¿Por qué tanto alboroto… Eh?
Diosito lindo ha recogido padrecito a esta pobre anciana respondieron en coro…. el religioso, apuró sus pasos y tocó el cuerpo mugriento de la anciana… luego de un breve silencio, elevó sus plegarias al cielo a fin que esta alma bendita sea recibida con agrado por el TAYTA CRISTO… seguidamente el religioso despojándose de su Rosario y se la colocó al cuello de la fallecida.
CONSTANZA QUISPE, era una ricachona muy caritativa del lugar… ella, se encargó de amortajar el cadáver de la pobre difunta, con algunos vestidos que ya no las utilizaba… en esas circunstancias, sus manos se toparon con unos papeles sucios y amarillentos en los harapos de la fallecida y la medida que sus ojos iban desnudando el secreto de sus escritos, sus incredulidad y su perplejidad iban aumentando como la espuma de leche.
Se trataba de un testamento de herencia que la mendiga EUSTAQUIA, dejaba a favor de la capilla de CATILLUC y su deseo era que el padre NICASIO construya una casa asilo para albergar a los niños, discapacitados y ancianos desprotegidos de todos estos lugares.
Al enterarse de todos estos acontecimientos, el religioso convocó a todas las gentes importantes de las comarcas aledañas, para ponerles al tanto de toditos los deseos de la mendiga.
A la hora del entierro, una gran multitud de lugareños acompaño al féretro de la anciana; asistieron chicos y grandes pobres y ricachones… hasta el mismito cielo lloró ese día por EUSTAQUIA, las faldas del apu “COSHPOY” se cubrieron de neblina en señal de duelo, la quebrada de LIRCAY enmudeció sus bramidos y los larguirucho eucaliptos y los frondosos capulies se mostraron reverentes ante el ataud de la difunta a su paso rumbo al cementerio.
Una de esas nubladas mañanas, las mano tosca de un desconocido toco la puerta del sacerdote.
Tun Tun Tun Tun… ¿Usted es el padre Nicasio?
- ¡Si hermano!... ¿Qué cosas te traen por aquí?
- Hace unos días, me enterado que la mendiga que diariamente estaba en la puerta de la capilla ya es fallecida.
- ¡Así es hermano de Dios!... dime, ¿Tú lo has conocido a esa pobre anciana?
- ¡Si padrecito! Ella es la que me crió desde que yo era muy wambra; sucede que cuando me comprometí con mi esposa, esta empezó a humillarla y despreciarla en todo momento… cierto día tomé la decisión de traerlo a este pueblo en donde lo abandoné a su desdichada suerte.
- ¿Me estás diciendo que esa anciana abandonada, es que te ha criao desde muy niño?
- ¡Si señor curita!... mi desalmada esposa ha sido la culpable de que yo la abandonará… pero el cielo ya me ha castigao lo suficiente padrecito; pues sus latigazos han sido muy fuertes y justicieros señor curita. Hace ya un año, mi mujer se ha marchao dicen que un ricachón de una comarca vecina; pero antes de viajar ha vendido todos nuestros terrenos y pertenencias… incluso, hasta nuestros guishas (ovejas) ahora ya tienen nuevo dueño, felizmente, todavía mis fuerzas no son ingratas conmigo; pero, que será de mí, cuando estas me abandonen y yo no tenga a nadies a quien acudir.
Tendrás que hacer mucha penitencia hombre desalmado, si quieres que el cielo te perdone, de lo contrario; serás achicharrado en el infierno por el patriarca del pecado junto a las demás almas condenadas.
Ante estas advertencias, el forastero dio media vuelta y con la mirada fijada al suelo, lentamente se fue perdiendo por la callecita angosta y empedrada del poblado, acusado por la voz del religioso y por la reprimenda constante de su conciencia.
De la muerte de EUSTAQUIA, han pasado ya varios años, hasta el curita NICASIO también ya es difunto… los deseos humanitarios de la mendiga, se han cumplido al pie de la letra… hoy en día, los ancianos y las personas desprotegidas ya tienen una vieja casona donde podrán pasar sin apuros, sus últimos años de vida, protegidos por la bendición omnipresente de la anciana EUSTAQUIA.
En esta casona, la solidaridad y el amor al prójimo es permanente y todos los que habitan en este lugar, siempre tienen algo que llevar a la boca y en los terrenos de este asilo las cosechas son una bendición… el desgrane de maíz, el secado de chuño (papa secada a baja temperatura) y los montones de mashuas y ollucos cada año, van en aumento.
A unas cuantas cuadras de la capilla, está ubicado el pequeño campo santo… allí existe, una sepultura en donde el prendido de velas, los ramos de flores y las oraciones y responsos son constantes… se acercan a nosotros un grupo de lugareños y nos dicen que esta es la tumba de la mendiga EUSTAQUIA y cuando preguntamos el porqué las gentes acuden diariamente a esta tumba, las respuestas surgen de inmediato.
La EUSTAQUITA, es muy milagrosa afirma una mujer de apariencia humilde… yo le rogué para que mis animalitos no sigan muriendo con la peste roja (carbunco), desde entonces; dejaron de morirse. Y en la actualidad mis corrales están abarrotaditos de guishas (ovejas) y hasta melliceras me han salió algunas de ellas.
A su turno, un hombre cincuentón, poniéndose de pie nos manifiesta: Mis tierras casi ya no producían nada; a veces, la cosecha no alcanzaba, ni para comer, hasta que un día  hice una misa a nuestra mamacha EUSTAQUIA desde entonces, mis graneros y payancas (tinajas) están llenitas de maíz y cebada y las moras y plenachos de mis linderos lucen tapaditos de chiuches y por-poros (fruta agridulce de las punas).
Seguidamente, una mujer que dice llamarse Rosalía nos confiesa:
Mi Wambrita Shulca (último hijo) siempre paraba enfermándose, parecía que taitita San Pedro ya me lo iba a quitar; pero, lo pasé una vela por todo su cuerpecito luego, vine a prenderlo a esta tumba de la EUSTAQUITA y los dolores de mi wambrita desaparecieron por completo.
Y así, casi todos los lugareños de CATILLUC, le deben algún milagrito a la mendiga EUSTAQUIA, por eso, es que ya le han pedio mediante un memorial al señor obispo, para que autorice que la fotografía de esta mendiga sea venerada en los altares de la capilla.
A paso lento, me voy alejando del camposanto y cada vez que dirijo la mirada hacia atrás, diviso que continúan llegando los lugareños con sus velas y cirios en las manos, esta veneración popular, se ha ido incrementando paulatinamente dado que su fama de milagrosa se va extendiendo por todas las comarcas y poblados de la zona.
Mientras los chalacos tiene a su Sarita Colonia, los huarasinos a su María Josepha y los Chinchanos a su beata Melchorita, los habitantes de CATILLUC tienen a su mendiga EUSTAQUIA como su santa protectora; incluso, están dispuestos a tocar las puertas si es posible hasta del mismo Papa, con el fin que esta anciana milagrosa sea velada en todas capillas de todos los poblados.
De Osias Lingán, (hijastro de EUSTAQUIA) sabemos que tuvo un triste y macabro final… quienes la conocieron de cerca nos han contado, que cuando las fuerzas lo abandonaron y la vejez le cayó encima terminó compartiendo los desperdicios con los cerdos en unos basurales de la zona… cierto día, unos lugareños que pasaban por allí fueron alertados por los olores malolientes que provenían de estos basurales; sigilosamente fueron acercándose y sus ojos se toparon con una bandada de buitres y shingos (gallinazos), justo en el momento en que se disputaban las últimas carroñas del pestilente cuerpo de OSIAS, con una jauría de perros vagabundos y salvajes.
Así, terminó la vida de este desalmado hombre, que cometió una acción tremendamente inhumana y malévola en contra de la pobre anciana EUSTAQUIA, al abandonarla a su suerte en un poblado desconocido.

Por eso, los tribunales divinos sentenciaron a OSIAS LINGAN, de una manera cruel, frutal, implacable, horrorosa e inarrenable… es que, los magistrados celestiales, jamás otorgan amnistía o impunidad alguna a las gentes perversas y malvadas, que suelen desafiar y desatacar intrusamente al decálogo salvítico de Taita Cristito.