SANDRA LILIANA SANDOVAL MARTINEZ (SANLISAN)
Amante de la vida y la poesía, sublime en la
existencia, intensa en el amar, plena en convicciones, trotacalles del existir;
con la infinita capacidad de asombrarse ante el mundo y con el deseo
incambiable de amar y siempre amar y aunque con miedo, mi temor lo enfrento hoy
y doy un paso al frente con el corazón a descubierto.
"Me gusta
escribir y el buen vino. Hace años intento
volar, aunque sea a poca altura"
Productora
audiovisual en Buenos Aires (Argentina)
ESE VINO
Claro,
llega sin aviso. De que otra manera podría ser. Así te agarra, desprevenido,
cansado, con ojeras. No te da respiro y tenés que decidir. Sueños que se van en
medio de la noche. No hay manera de volver atrás. Llega de madrugada y la vida
da el giro al revés. En medio de la oscuridad, buscando esa cara, un rostro
conocido que te tranquilice. Pero nada de esto es lo que sucede. Un torbellino
de palabras que internamente se van organizando para no decir cualquier cosa. Y
lo ves. En frente tuyo como un fantasma.
La luz recorta su silueta indefinida. Y lo miras a los ojos. Descubres un nuevo
aire, una nueva emoción que se deshace en el camino. Ese vino que te recorre la
garganta en medio del frío y el viento de la noche. Pasan los minutos como embravecidos
por tanta lejanía. Y te muerdes los huesos, has llegado a la conclusión de que
no podrás decir nada. La coraza se hace enorme. Y pregunta tras pregunta y
respuesta sin respuestas. El ciclo no se cierra todavía. Hace falta ese
silencio, el silencio de la mirada. Ese silencio en que te das cuenta que a
mitad de la noche en una ciudad cualquiera, con un desconocido podes ser
vulnerable. Por la garganta se siente el fuego. Un cigarrillo más, uno de
menos. Ya no hay nada que hacer. Te ha envuelto, te ha llevado hacia su mundo
sin mostrarte el camino de regreso. Después sin pedirlo, lanza la granada que
estalla en medio de la mesa como una incitación a dejarse ir. El momento de
huir paso hace rato, ahora estas mas allá que acá, aquí o en donde fuere que estés
a salvo. Reparas en sus manos perfectas con ese brillo al final que te
encandila. Y sigue estando ahí como un espejismo que no se puede tocar. Caminas
unos metros mas y te acercas, se acerca. Un choque y otra vez lejos. Esta vez
la mirada no dio tregua. Por última vez te has dado cuenta que lo que sentías
se estaba gestando fuera de lugar. Una sonrisa de más y por poco das tu vida
por quedarte inmóvil ahí, en medio de la calle llena de luces rojas que te
impiden avanzar. Pero no, no puedes permitirlo. Y te vas con esa palabra hecha
una piedra en medio del pecho. Y pierdes el sentido, te cuesta respirar. Ya
estas lejos, no hay peligro. Poco a poco regresas con el amanecer a tu garita.
A tu lugar secreto.
SANLISAN
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