TESTAMENTO
Por: Javier Barrera Lugo
Ayer los mares anegaron recuerdos que la
enfermedad intentó desaparecer
Nieblas
espacios de desnudez que nos
involucraron piedras en las palmas de las manos
dispuestas a herir veneno
para el olfato despistado cuchicheos
hechos fuego al amanecer cuando nos deshicimos los cuerpos en la posesión
última antes de renunciar a soñar mientras solicitábamos ingreso al
imperio de los vampiros La vida en silencio cuando todos hablan de
nuestra cobardía
Caminamos
rutas pavimentadas con alquitrán
Dimos
cara a la muerte y ella nos sonrió como
diciéndonos: “les doy ventaja maricas
¡Corran!”
Y
nosotros pegados al cigarrillo le hicimos una venia
Para
que nos mordiera y la
muy puta se negó porque se acababa de lavar los dientes.
Ni
muertos ni vivos nos arropa la felicidad
pequeña niña sin ojos
Acostumbrados
estamos a hablar sobre lo que pudo ser y jamás será
Grande
es muy grande
el limbo para los nautas acostumbrados a odiar
las rutas plagadas de naufragios
Soledades
que marchitan las ganas de escribir historias
O leer
las estrellas en el iris desconocido de un tirano
Los
héroes fornican con su tartamudez
Mientras son espiados por una
multitud ansiosa de perfección
Eso
les da confianza
Canallada
es el premio que otorgan a los sumisos por su idolatría
A las
imágenes, a los bultos, a la socarrona idea de superioridad
Que camina a nuestro lado con
sutileza de mariposa.
Terrible
castigo el silencio, más aún si fue el amor quien precedió
Los
escarceos entre lo erótico y la costumbre de ser individuo;
La
resaca entre estos eventos se nombra desencanto, se masculla como pérdida,
Se
atesora como un hilillo de agua dulce cuando se está a la deriva
En el océano
Mil
besos para ti que empiezas a ser anécdota,
Mucha
suerte me deseo ahora que añorar es un acto
subversivo
La
fina línea que separa lo debido de lo conveniente luz de penumbra
Este
acto de confesión vergonzante que es el testamento para mi vida.
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