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miércoles, 25 de julio de 2012

MALLARMÉ...


MALLARMÉ
Por: Javier Barrera Lugo.

Fue difícil convencer a la fatalidad
Para que me dejara tranquilo unos meses,
Sencillos actos de misericordia otorgados por seres improbables,
Libres estertores de piedad abandonan el sepulcro
Horadado por una sublime luz repentina.

Una rara simpleza tiño de júbilo sus maneras,
El dedo índice que me acostumbre
A ver señalando las hendiduras del pecho
Dejó de hacer palpable la gangrena
Que consumía mis ideas,

La fuerza gélida de sus ojos
Terminó por ser un leve silbido
Como de pulmones endurecidos por el arte de fumar.

Me dio la espalda después de escuchar
Más reclamos que súplicas,
Se marchó como llegó:
Sin decirme nada,
Sin acomodar el estoque que  clavó
En mi lomo aquella tarde de octubre;

Se fue igual que el sueño
Cuando el cansancio  muele la carne de la espalda
Y Cata no nos puede acompañar
En la tortura del insomnio.

Se fue llevando consigo todo rezago de pulcritud hipócrita,
Sólo apilando junto a la puerta
Esa traicionera visión de un mundo que muestra asesino
Sonrisas demasiado fáciles.

Un huérfano cuenta las nubes
Que le faltan al cielo en su primera mañana de vida,
Fue noqueado por una insaciable fiebre de alegrías,
Delira buscando compañía en el sadismo
Que le abrió la piel para enseñarle la pureza del dolor,
El silencio miserable,
El truco de apretar los dientes para no llorar.

La orfandad ahora
Carece de tejidos y huesos.

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