MALLARMÉ
Por: Javier Barrera Lugo.
Fue difícil
convencer a la fatalidad
Para que me
dejara tranquilo unos meses,
Sencillos
actos de misericordia otorgados por seres improbables,
Libres
estertores de piedad abandonan el sepulcro
Horadado por
una sublime luz repentina.
Una rara
simpleza tiño de júbilo sus maneras,
El dedo
índice que me acostumbre
A ver
señalando las hendiduras del pecho
Dejó de hacer
palpable la gangrena
Que consumía
mis ideas,
La fuerza
gélida de sus ojos
Terminó por
ser un leve silbido
Como de
pulmones endurecidos por el arte de fumar.
Me dio la
espalda después de escuchar
Más reclamos
que súplicas,
Se marchó
como llegó:
Sin decirme
nada,
Sin acomodar
el estoque que clavó
En mi lomo
aquella tarde de octubre;
Se fue igual
que el sueño
Cuando el
cansancio muele la carne de la espalda
Y Cata no nos
puede acompañar
En la tortura
del insomnio.
Se fue
llevando consigo todo rezago de pulcritud hipócrita,
Sólo apilando
junto a la puerta
Esa
traicionera visión de un mundo que muestra asesino
Sonrisas
demasiado fáciles.
Un huérfano
cuenta las nubes
Que le faltan
al cielo en su primera mañana de vida,
Fue noqueado
por una insaciable fiebre de alegrías,
Delira
buscando compañía en el sadismo
Que le abrió
la piel para enseñarle la pureza del dolor,
El silencio
miserable,
El truco de
apretar los dientes para no llorar.
La orfandad
ahora
Carece de
tejidos y huesos.
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