FLORENTINO BORRÁS, ETERNO ESCAPE
Por: Redacción
literaria IDIOTA INÚTIL.
Javier
Barrera, redactor inútil
La
de Florentino Borrás (Charalá, Santander 26 de agosto de 1946), es una vida que
parece sacada de una narración del grandioso Charles Dickens o de los
colombianos que vivieron y padecieron el inicio de la violencia: se escapa de
su casa a los diez años cansado del maltrato de unos padres que preferían
alimentar dos bestias de labor que a nueve hijos pedigüeños. A los dieciséis en
el Carare, se adelanta la tropa a la guerrilla y lo incorpora a sus filas donde
llegó a ser un brillante dragoneante “con más agallas que cerebro”, según su
propia opinión. A los veintitrés, cansado de recorrer montañas, comer “maluco”
y extrañar a sus dos pequeños hijos (Rubén y Azucena), decide dejar las filas y
como Saramago, jugarse la subsistencia frente a un torno en un taller de
metalurgia en Bogotá.
Foto: Guernica de Pablo
Picasso.
Por
razones que según nos cuenta, hasta mucho después entendió, se afilió a un
sindicato, comenzó a estudiar de noche primaria y bachillerato y en ese tiempo
se enamoró de la poesía, pasión y vicio que ejerce con disciplina monacal. A
Floro, como le gusta ser llamado, lo conocimos en una reunión informal de
poetas en un bar de Suba y ahora reproducimos tres versos que gentilmente nos
proporciona. Ellos hacen parte el libro de versos que tituló ETERNO ESCAPE que edita con su propio
sello, CARARE EDICIONES.
Para
no dejarlos con la duda, la vida mejoró para Borrás: se tituló de abogado,
tiene cinco nietos, un bisnieto llamado Ulises y disfruta ya de su pensión como
empleado oficial. Florentino, un hombre
humilde, buena gente, buen poeta, libre y sobre todo amigo de esta casa INÚTIL,
nos enseña que las palabras son el mejor elixir para salir de las tinieblas.
MARGOTH
Que
sería de mí
Sin
sus palabras, señora Margoth,
Sin
su piel tibia
Las
mañanas que madrugo
Para
el trabajo
Y el
frío me pide no salir.
Qué sería
de mí,
Mujer
hermosa
Que
envejece a mi lado
Y me
dio más de lo que yo
Fui
capaz de darle,
¿Dígame
doña Margoth?
Soy
un hombre viejo,
Pero
aún quiero ser su hombre,
Cantarle
en la madrugada,
Sobarle
los brazos, darle un beso,
Decirle
gracias
Por
ser sólo usted.
PEDAZOS
A
los hombres que pensaban
Los
acabaron a balazos,
Quemaron
sus cosas como si lo de ellos
Fuera
basura y no arduo trabajo.
A
los hombres que pensaban
Los
sacaron corriendo,
Les
pusieron una cruz en la espalda
Y
los mataron lejos, en la ciudad.
A
los hombres que pensaban
Los
sacaron de la escuela,
Les
dieron un azadón y tierras de otros,
Les
partieron el alma.
A
los hombres que pensaban
Les
humillaron los hijos, les dijeron brutos.
Muchos
se lo creyeron y ahora
Para
olvidar se emborrachan.
A
los hombres que pensaban
Les
robaron el país, la cara,
Pero
no la dignidad,
Ellos
no vendarán barata su derrota.
SONIDO Y COLOR DEL SUEÑO
Las
montañas no tienen la culpa
De
lo débil de su música,
Son
imagen más que poesía,
Color
verde y añoranza de viejos
Que
ya no las recuerdan,
Porque
para ellos el gris de la fábrica,
El
ruido del motor, la ceguera y los vértigos
Son
parte de una infancia
Que
les inventó el dueño.
Sonido
y color de sueño,
Esas
texturas que se nos meten
En
las lágrimas
Cuando
ya no queremos aguantar.
Sonidos
de Charalá,
Alguna
vez estuve allí,
Sueños
de ríos y piedras
Que
se precipitan y no dañan,
Daña
peor el olvido,
La
cara de un hijo
Que
se queda sin historias
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