AVENIDA
19
Poema de Javier Barrera Lugo
La oscuridad del universo, sus
perversiones a sueldo y huérfanas de ambición, rondan la atmósfera de esta avenida
emblemática para una ciudad que se hunde en la ruindad de su indiferencia.
Siempre extremos: en una orilla, ruido incesante que hace perceptible la
soledad de los seres que la habitan, la caminan y la padecen. Del otro lado,
silencios afilados por los que serpentean frases agitadas de quienes asesinan
esperanzas propias y ajenas mientras encienden la cerilla con la que queman la
punta de un cigarrillo o el cuerpo de algún desgraciado al que se le despojó la condición de “alguien,” para mutar hacia la
categoría de “algo,” por ejemplo, un puñado de cenizas como pago a una deuda
impagable.
En esta avenida las masas reclaman cualquier derecho establecido o por
crear; y con la misma falta de conciencia eligen a los verdugos que aplacarán con garrotes el
monótono suplicar de sus bocas llenas de babaza. Gente absurda disfrazada de
genio, de prostituta, de adicto a cualquier sustancia o ser, de anciano, de
vendedor de dulces, de ejecutivo o estudiante.
Vocifera la libertad de destrucción y creación sin vida dentro de esta
celda de un par de kilómetros; gente que se rehabilita de algún karma o se hunde
en lo profundo de sus compulsiones. Tan cercanos el renacer y la muerte que no
es más que un recordatorio de la dualidad con la cual el cosmos maquilla su
sentido perverso.
Poemas putos, como este, para putos y putas, desde la avenida de las putas y los pirobos: la avenida 19.
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