UNA NOCHE EN CUALQUIER PARTE.
Por: Camilo Etna.
Entonces
los segundos que están obligados a pasar sobre tu carne terminan convertidos en
los peores enemigos de la felicidad. Las penas parecen ser eternas y no hacer
distinciones entre tierra e infierno; mientras la felicidad tiene la
densidad de las alas de los ángeles ciegos que luchan contra dragones, un leve
toque de viento pegado a la punta de la lengua.
¿Cuántas
veces he dicho que el verdadero secreto de mi paraíso descansa en la
desnudez de tu cuerpo?
¿Cuántos
actos valerosos de silencio debo cometer para que entiendas que eres el agua
que supura las quemaduras de cada pulsión, de cada temor y cada vicio que me
adentra en la oscuridad?
Te
observo mientras la música golpea los escrúpulos de la multitud que nos rodea
sin tocarnos. Sólo le importamos a las sombras que trepan los árboles de la
plaza. Son el pasado que espera la menor duda. El anonimato termina siendo buen
aliado de mis propósitos y en este momento el único que quiero hacer realidad,
es el de tomarte por la cintura y matar las voces de aburrimiento que acompañan
el serpenteante embotamiento de las ideas.
Estoy
acercándome para lograr sentir la caricia de tus gotas de sudor mientras se
comen deliciosamente las células de mi cuello.
Aún no puedes descifrar lo que mis ojos te gritan mientras degustan el
punto de color que se derrumba en el infinito de los tuyos, región de espectros
que me conocen, fiebre vegetal que hace morir a la muerte.
Tu
olor se confabula con el candor de mis fantasías remotas. Bailo contigo para
hacerle trampas a los enemigos: la desazón, la tensión muscular, esa propensión a ver nubes de tormenta sobre el
lecho donde hago el amor con mil mujeres de humo que jamás amé.
Esta
noche de Neiva, Arica o La
Habana , una noche en cualquier parte, me siento vivo después
de mil muertes en serie. Esta noche que será tuya, los abrazos son sinceros,
rojos con negro, serios, tiernos y llenos de lujuria buena. Esta noche confirmo
que tú apareciste entre las líneas del cosmos para entregar a mi corazón la
mano extendida de tu embrujo.
Nuestros
sexos se conocen y reducen su acción a la sumisión ante la energía de los
sentidos. Y no hablo exclusivamente de orgasmos o mordidas placenteras, también
están incluidas las ganas de ser libres por fin y para siempre, el período
ausente de sonidos que licua las chispas que rayan la oscuridad, el espacio
donde el calor de cada cuerpo es el calor del océano, vida, hermosa vida que
volvemos a sentir en la cama que no nos pertenece y termina por ser el lecho
privilegiado que guardará el profundo secreto de mi amor por una mujer que no
olvidarán nunca mis instintos.
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