Ficción
real en un punto próximo
Fernando Vanegas Moreno
AGUA BAJO EL PUENTE
“Como
me he puesto viejo” pensó, mientras mantenía los pies sumergidos en una
combinación de agua y aspirinas. Últimamente le dolían a extremo, al punto casi
de no poder levantarse.
Tomo
con cuidado el pocillo de café que cada mañana le dejara su vieja sobre la mesa
de noche antes de salir presurosa a la misa de las siete de la mañana; acudía
sin falta, implorando por la salud de ese viejo, cada vez más gruñón, cada día
mas huraño, cada hora más enfermo…,
Miraba
con detenimiento su reflejo en el agua, era, pensaba, un espejo turbio de su
propio existir, una fotografía enferma de todo su andar.
Ahora
recordaba con cariño y añoranza los buenos años…, la niñez en la vieja escuela,
a la profesora Luz, mujer templada, excelente formadora y con un bigote, que podría ser la envidia de
cualquier arriero paisa. Que sería de la vida de Rosita, Cecilia, Idalí,
Claudia, John, Luis, Guillo y ese sinfín de niños que jugaban cada mañana al
soldado libertado, la lleva, el trompo…, después de siete décadas y si aún
vive, ¿Rosita guardará aún todos esos recuerdos? ¿Tendrá intacto el “libro
gordo de Petete”? Sí, ese que firmáramos todos hace mil veranos.
¿Será
posible que alguno de ellos haya profesionalizado la danza?, les gustaba más
bailar y las presentaciones que estar sumidos entre quebrados y teorías de
conjuntos.
¿Y
el colegio? Sabía a ciencia cierta que el rector aquel, rígido, estricto,
bravo, pero al tiempo, gran educador, amigo y entrañable, le había ganado la
partida de este plano hace ya bastante tiempo.
¿Dónde
pelearán ahora los pubertos?…, Las Villas, el parque aquel del pugilato, donde
se defendía el titulo por cualquier pendejada, es ahora un conglomerado de
torres y edificios. Y las calles de Prado Veraniego ¿tendrán aún espacio entre
sus baches para adolescentes enamorados?..., pensó de nuevo en esas vías,
suspiró y una sonrisa pícara escapó de su cabeza. Mil veces las recorrió junto
a su carnal de entonces, bebiendo, fumando, exaltando sus amores, refundiendo
soledades…, a propósito, ¿aquel hermano seguirá siendo el más fuerte ante la
vida?..., peleará por algo o seguirá abofeteando al aire por tocarlo.
¿Habrá
seguido Andrés con sus locuras?..., seguirá bajándose los pantalones en cada
celebración para demostrarnos con su culo marmóreo, que la vida es solo un
chiste…, no sé, no creo, a estas alturas un culo viejo, por más blanco, es
antiestético.
Y
mi ahijado…, la vida nos patió en cierto momento. Hoy su hija debe estar
casada, tendrá hijos e imagino, que harán las delicias del abuelo; no es raro,
como padre fue inigualable, como viejito consentidor debe ser genial.
Ya
cansado de evocar, volvió a la cama, todavía existían muchos rostros en sus
quimeras…, Alix, Adriana, Sandra, Liliana, Jaime Arturo, César, Julio, Edison,
Paola, William, Alexa, Marisol, Carolina y el miserable aquel, Elkin, un bacán…,
la universidad sin ellos no hubiera sido igual. Los etílicos no tendrían la
magia de esa juventud ya ausente y Chapigay se hubiera perdido sin la presencia
de nuestras locuras.
El
trabajo, los amigos de siempre que hoy ya no están…, la vieja a quien conoció
joven pero que envejeció (mucho mejor) a su lado…, las canas que duelen, la
próstata que no deja dormir, el tinto que
ya no se puede tomar…, el amor que se añejó hace diez minutos y la
soledad, la soledad que grita en esa vieja casa…, solo eso, permea su
cotidianidad.
Vuelve
a dormir y un calidoscopio de imágenes lo golpean de pronto: Amores intensos
que siempre lo avivaron, alumnos que aún lo llaman y lo recuerdan con gratitud.
Hermanos de toda la existencia que lo acompañan en las tardes tranquilas y
despejadas con colaciones y aromáticas…, los muchachos que a veces lo visitan
para escuchar sus historias sin sentido, los logros colgados en el viejo
estudio, la vieja sonriendo cada vez que deja la “tercera edad” a un lado y
sale con cualquier disparate de quinceañero.
Daniel,
su antiguo instructor que aún hoy, saca tiempo para intentar sacarlo de esa
quietud, todos, absolutamente todos, pasaron en segundos por lo efímero de sus
ronquidos, no todo era malo, se había caminado bien, se dejaron buenos
recuerdos, la placidez llega de nuevo, ahora duerme más tranquilo, dibujando en
sus labios, una sonrisa tenue, apacible y amigable, ya no lo dejará nunca.
GRAN ESCRITO, GUMP. Y EMILIA NO LA CONSIENTO TANTO... LA IDOLATRO, JA JA. GRAN PROFECÍA DE LO QUE SEREMOS: HUESOS PULVERIZADOS, MÚSCULOS FLÁCIDOS, ¿GANAS REPRIMIDAS?
ResponderEliminarGRAN ESCRITO PARA UNA TRADE FRÍA Y DE SUICIDAS.
UN ABRAZO Y LINDA LA FOTO, CUATROJOS.
BARRERA
Ya con una simple salida después de las nueve de la noche, incurrimos en suicidio involuntario, abrazo Dan.
Eliminar