TRAMPANTOJO**
Por: Javier Barrera Lugo
Se educan
los sentidos para reemplazar no lo que falta
sino aquello
que pulula como fosforescencia solar;
todas las
almas que buscan trascender tienen música en sus actos.
Los ciegos activamos
instintos, engatusamos,
cada lugar de
la casa es un lienzo blanco para tatuar
los giros
que la existencia otorga. Es nuestra diaria encomienda.
Genialidad nunca
supera a trabajo; aguafuerte para el beso mutilado,
esa
sensación de abandono que tiene matices negros,
difusos puntos
que titilan en lo recóndito del frío y forjo en primer lugar.
Mis manos
obran en la creación imitando a Rembrandt,
por eso aprendí
de memoria cada luz de octubre, sus atardeceres,
el olor a artificio
y perfiles con sabor a trementina después del sexo
sólo para encarnarlos
cuando no existan en mis mantras.
Andar es
negarse a que la tozudez de la muerte me quebrante,
pintarrajear
del mundo cada estría, las pulsiones que desdoblan el alma rebelde
y preguntar: ¿qué puedes calcar hoy, hombre
ciego?
Y responder:
alargo el espectro de lo que ves
para que
veas lo que quiero ver cuando milito en oscuridad.
Arar del
campo sus colores con cuchillas de fuego
para que
broten de ellos el rostro del dios que invento
y plasmar en
un trozo de papiro hierático
los rasgos
que lo hagan humano: facciones apuñaladas
por el
tiempo, miedo en esos ojos que se sirven de lo que yo no puedo,
tibieza del
vaho que sospecho, crea vida crujiendo en el cuerpo de la pintura.
Mi obra es
un elogio al horror de ser quien soy.
La dignidad
está en el defecto que persiste,
acto blasfemo
pleno de belleza que asumo como consigna
y figuro con
mis dedos sucios de pigmentos, de plomo, en un cuadrado ínfimo;
caballos
celestes se pierden en opacos cielos mientras aquella deidad anciana
me recuerda que soy un padre celoso dispuesto
a asfixiarlo.
Pinto para
que los gusanos del tiempo no carcoman mi esqueleto.
Pero el dios
viejo que parí y soy yo mismo, es ahora quien reproduce mis ojos vaciados
en esta
lámina llena de humo. Me desnuda, se burla con la suficiencia de un tirano:
-Ciego sin
corazón-, dice en cada trazo gris que incorpora-, morirás dos veces por
negarme el
derecho a ser idolatrado. Hoy creo al hombre que me creó… Y lo asesino.
La esencia
es la misma, concluyo: individualidad y omnipotencia, simples invenciones.
Dejo de
volar para conocer lo que tiene importancia tácita:
Esta pintura
que desde ahora cuelga en el panteón,
- testimonio
de un ciego que camina en círculos blandiendo su espada sin filo-
confirma que
las criaturas transcribimos nuestros miedos, las virtudes,
esperanzados
en que la imagen no termine por ser un
banal esfuerzo
en la
búsqueda del tesoro llamado ausencia.
“Ciego
cantero, rompe mil piedras, deja de soñarte mártir en la carencia. ¡Trabaja!
Eres susurro
del cuervo que ronda la estancia mientras los artesanos
llenan el
mundo con obras que fuiste incapaz de provocar.
Persiste en
soledad, comienzas a borrarte.”
Mis tonos se
diluyen en el agua como preámbulo a la maldición que se repite:
Todo es blanco una vez más. Hay que volver a empezar.
** Trampantojo (de «trampa ante
ojo») es una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el
entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado y otros
efectos ópticos y de fingimiento, consiguiendo una "realidad
intensificada" o "sustitución de la realidad
GRANDE POEMA.
ResponderEliminarFLORO BORRÁS.
POESÍA,EL ARTE DE ENGAÑARA LA REALIDAD.
ResponderEliminarMARIO DIAZ