CUANDO
EMPIEZAS A SER UN “DON”
Por
Fernando Vanegas
“La
experiencia es como la peinilla que le regalan al calvo; siempre nos llega
tarde”.
La
balada de María Abdala. Juan Gossaín.
Cuando
era pequeño, los únicos “dones” que conocía aparte de los del Espíritu Santo, eran
a “don” José, mi padre, “don” Jesús, el de la tienda que le fiaba a “don” José;
a “don” Arturo, el hermano de “don” Jesús, que autorizaba el valor que podían
dar como crédito a “don” José, y por supuesto, “Don” Velazco, el mayor de todos…,
no tenía nada que ver, pero entre todos estos “Dones”, se pegaban “doñas” peas.
Entonces
todo era más fácil, existía un principio de autoridad tácito pero implícito,
desde niños nos educaban para eso, sabíamos por práctica-error, que transgredir
el código invisible del respeto, podía, sin temor a equivocarnos; acarrearnos
una visita no muy amena con los psicólogos de la época: la correa, el palo, el
zapato, la manguera…, lo que encontraran.
Eran
los “DONES”, y eso daba un estatus barrial de grandeza y heroísmo. En algunos
de nuestros juegos inocentes, nos divertíamos imitándolos:
-“Don Jesús (impostábamos la
voz), ¿es tan amable y me da un paquete de cigarrillos?, mañana se los pago”.
-“Con mucho gusto don José,
¿de cuáles?...,
Queríamos
en nuestro interior de enanos, ser grandes…,
Más
adelante en mi línea de tiempo, con mis veinte encima y en plena etapa de
universitario, los “dones” que remplazaron a esos prohombres de antaño, eran sin duda, profesores que me inspiraban respeto
y admiración, “don” Pedro Luis Chamucero, “don” Mariano, el de gramática, “don”
Placido (que me hiciera sentir por fin, algún gusto por las matemáticas), y
obvio, “don” Gonzalo Ortiz Charry, de periodismo político por allá en noveno
semestre…, eran “dones” felices, que nos embriagaron de conocimiento (así,
literal, aprendimos más en donde la “gorda” y en los estancos, que en las
aulas).
“se
tejen guantes de lana virgen para señora”, “Rosita la empanadita”, “un hombre
sin cachos es como un jardín sin flores” y la máxima de todas, la de Charry: “a
la política y al poder solo se accede de tres formas, por asesinato previo, por
maquinaria o por herencia…, claro que la historia dicta que también se llega
ahí por un culo”…, cuanta sapiencia, cuanta sabiduría, cuanta erudición.
Nunca
se los confié, pero hubo compañeros a quienes en silencio y por no pasar de
lame botas, también les di la categoría de “dones”: “don” Elkin, “don” Jaime,
“don” Julio (no, no el del Ley), “don” William y “don” Edison…, compañeros,
guías, cómplices. En resumen, unos bacanes.
Luego
el trabajo (y por subordinación), me pusieron en frente a otros “dones”, ya no
tan importantes, ya no tan significativos, no cercanos a mi afecto…, en el
cofre de esmeraldas, aunque todas parezcan iguales, siempre vamos a querer a
unas más que a otras.
“el
alma es antípoda del cuerpo, así, amanece para ella, mientras oscurece para él”. Ahora
YO soy un “DON”, y esa etiqueta me pesa y queda grande…, una gran mayoría de la
muchachada del conjunto donde resido, algunos alumnos, primitos que aparecen y
que no tenía ni idea que existían, los infantes en los parques aledaños, todos,
vienen con el “remoquetico” ese que me espanta y me sorprende. “Don” Fernando,
me presta…, “Don” Fernando, me ayuda con, “Don” Fernando me puede explicar…, este pobre
con “Don” (el chiste es viejo), de un momento a otro, sin querer y
según la apreciación de mi estimado público, de repente arregla relaciones,
orienta clases, sugiere procederes, da consejos, presta plata, invita cerveza,
le invitan trago, regresa y liga al ser amado, repara la olla express, tiene el
caucho para la licuadora, virutea, encera, lustra, da brillo…, no lo pedí, no
sé por qué se dio, no sé a qué hora llegó, pero llegó. Trato de llevarlo con
dignidad, dejando que las canas que empiezan a aparecer me orienten y me
otorguen las respuestas, el respeto se ganó a punta de años y es difícil, es
jodido ser el modelo a seguir de algunos, cuando vos ni siquiera tienes
modelo…,es como la peinilla que le regalaron al calvo…,
Nada
que hacer, llegué a la adultez, estoy en mi sazón, pienso como grande, me
comporto como tal…, nos vemos, la Mona me grita que recoja mis Transformes.
DON FERNANDO, GRAN CRÓNICA... UN AIRE DE DEPRESIÓN CRUZA MI DON CELLA MENTE. ¿CUANDO VAMOS DONDE DON SANTAFÉ?
ResponderEliminarHace tiempo quiero ir donde ese DON..., don tiempo lo dirá. Abrazo y gracias por el comentario.
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