NIVELES DE MALDAD
Por: Javier Barrera Lugo
Siento miedo cuando los fantasmas revisan las
habitaciones de las personas que amo. Sí. Aprendí hace mucho que la ley de la
compensación existe, acciones similares revierten un acto inicial y sus
consecuencias. Me cuelo en las casas ajenas no sólo a robar. Huelo las ropas de
mis víctimas, intuyo sus costumbres, imagino cuánto han cambiado desde que les
tomaron las fotos que dejan sobre sus mesas de noche como tributo al silencio.
No siento vergüenza al asumir que soy un ladrón, además
de una suerte de espécimen obsesivo que se desvive por dejar en perfecto orden
la escena del delito. ”Nada de revolcar. Tiende las camas. La policía no puede
ver que los afectados por mis fechorías habitan una vivienda que parece haber
sido afectada por un tornado”, me digo en medio de sonrisitas estúpidas y un
sentido de la responsabilidad que rebasa, para algunos, el concepto de trastorno
mental. No soy un enfermo, un esteta habita en mí. Aborrezco la anarquía
doméstica, eso no tiene nada de perverso. Pegotes de chocolate en los mangos de
las puertas, calzoncillos secándose sobre el lavamanos, zapatos regados por todo
lado, me asquean. Trátenme de loco, prefiero serlo a aguantar el impudor ajeno,
la falta de pulcritud.
A mis hijos no les permito la mínima incorrección en
este aspecto. “Niveles de maldad”, les recalco, podemos concedernos la potestad
de juzgar y cometer un crimen, pero lo que realmente importa es que las huellas
que dejemos denoten el sentido de asepsia que en el fondo es la firma que le otorgamos
a una obra cruel. Las tragedias tienen su parte de belleza implícita, los defectos
son aminorados por el sentido de decoro que les resta violencia y abuso.
Bastante tendrá de asqueante para las autoridades ver rostros descompuestos, lágrimas
por baratijas, mocos saliendo de unas fosas nasales expandidas y rojas. Niveles
de maldad, así de simples deben ser los paradigmas que rijan nuestra
cotidianidad.
**TODOS
LOS DERECHOS RESERVADOS POR JAVIER BARRERA LUGO. SEPTIEMBRE 2.013
HASTA PARA ROBAR SE DEBE TENER UN POCO DE ESTILO. UN SALUDO, AMIGO BARRERA
ResponderEliminarMARIO DIAZ