¡SEÑORA
SE FUE PACHECO!
Por: Fernando Vanegas Moreno
Fernando, las tareas,
Fernando, tienda esa cama, Fernando, lave la loza…, doña Ana se empecinaba en
ponérmela difícil con la maternal amenaza de no dejarme sentar frente al
televisor a compartir mis alegrías con la real cohorte de Pernito,
Tuerquita, Bebé, Tribilin y el mayor y más entrañable de los payasos: Fernando
González Pacheco.”Pachecolo”, ese afable personaje que con su carisma y buen
humor llenó de alegría los hogares colombianos por muchos años.
Papá era más chantajista,
sus exigencias iban desde el noble oficio de lustrarle los zapatos hasta (hoy me da risa, en esos días no) la
colaboración obligada en reparaciones locativas del hogar, muy “chimbas” por
cierto, pues luego empezaba el desfile de albañiles, plomeros y electricistas
calificados, tratando de rehacer las cagadas que MacGiver y su vástago habían
ocasionado, obvio, siempre con el ceño fruncido de mamá que no podía dejar ese
“le dije”, que hacía que el viejo se
escondiera entre las hojas del periódico simulando leer.
Y después del periodo de
esclavitud paternal, me veía yo haciendo fuerza (fuerza nacional; con las nalgas, como si toda nuestra energía partiera
de ese chacra que en castizo es culo… como cuando creemos que el avión no se
cae, gracias a nuestro poder nalgar), por los “pelafustanillos” de mi edad,
que al otro lado de la pantalla intentaban ascender la “barra kilométrico”, una
vara de dos o tres metro, engrasada y en cuya cúspide se encontraban algunos
balones, bicicletas, tenis, “combos Gel’Hada, o nada”, bonos Gegar Kennels,
para otorgar a tu mascota un Kid completo de aseo y entrenamiento y otras
cuantas nimiedades que hoy no recuerdo. Luego, los payasos…, ah, los payasos (¿ya no existen cierto?), chistes
flojos, rutinas estúpidas y pastelazos idiotas, pero como me divertían. Y ahí,
en medio de esa batahola estaba él, Pacheco, un carnal que se auto describía
feo para que las bellas dijeran lo
contrario, un feo que se convirtió en uno de los más bellos colombianos.
Vendría luego “Compre la
Orquesta”, programa donde uno, desde la comodidad de la sala intentaba “caer en
la nota” y adivinar de primerazo el instrumento que Fernando nos hacía sonar a
“nombre de la abejita Conavi” y que, de plano llevaba la melodía de la
canción…, apuestas con los hermanos tratando de acertar el tema musical del que
se trataba y sonrisas varias cuando el presentador salía con peluca u otra
locura propia de su repertorio. Fueron muchos los programas que dejó Pacheco:
Sabariedades, Exitosos; Los tres a las Seis (con
doña Gloria valencia y el bobito de J Mario), Quiere Cacao, el programa del
millón…, tantos.
Como periodista nunca he
visto un mejor entrevistador que González Pacheco, era cálido, ameno, genial,
no se complicaba, eran charlas de amigos, donde él sacaba lo mejor de cada
persona, su sonrisa permitía y transmitía confianza entre sus interlocutores y
“charlas con Pacheco”, es sin duda alguna, ejemplo a seguir para los nuevos y
los no tanto, pseudo comunicadores de hoy. Recuerdo la realizada a “comanche”,
líder del extinto cartucho; Fernando, desnudo al negro sacando a flote al
filosofo, al pensador que se escondía tras los harapos y su caudal de mugre, y
la recuerdo porque quería hacer lo miso, ser un gran conversador , un gran
periodista, un mejor ser humano, así era él…, excelente.
“Pachecolo” se nos fue, no
por una deficiencia respiratoria como repiten los medios, Pacheco se fue en esa
barca conducida por el olvido y la decidía; como Juan Harvey, como doña Alicia
de Rojas, como en su momento Diego Álvarez. Fernando se fue peleando contra la
depresión y contra la mala memoria de los que crecimos viéndolo y
aplaudiéndolo. Ya no volverá el Torero, ni el boxeador; ausente estará para
siempre esa voz ronca que entonaba sin asomo de vergüenza “ahora seremos
felices”, tal vez su canción favorita, y Pirry, ya no tendrá a quien emular,
pues fue González, el primer personaje extremo de nuestra pantalla chica.
En alguna ocasión, caminaba
yo con Jaime Baquero, compañero y amigo entrañable en los aciagos días de
universidad…, andábamos por Chapinero, ese sector tradicional de Bogotá, cuando
el hombre me suelta a quemarropa esta reflexión: “nos vamos envejeciendo cuando
en lugar de mirar ropa en los almacenes, nos dejamos llevar por los títulos de
los libros que exhiben en las estanterías de los comercios” y vaya que
últimamente he visto muchos títulos, cada vez siento más lejana la inocencia de
los primeros años. Ya no lustro ni mis propios zapatos y la famosa frase de
“quiere cacao” solo se la escucho a una lora vieja, que es propiedad invaluable
de una tía que todas las tardes se enreda en conversaciones inútiles con el
animalito hasta que alguna de las dos es vencida por el sueño.
Un español más colombiano
que el ajiaco y el tamal supo generar en un país agobiado de violencia e
injusticia, todo el cariño y la admiración que ningún otro ha logrado, un ser
que sin utilizar la fuerza se coló en los corazones y en los hogares de toda
una Nación, un ser humano único, irremplazable e inigualable, ese era Fernando
González Pacheco, el viejo ingenioso, el infantil adulto, se va, y tras él momentos inolvidables, tantos, que solo me
resta decir: “Señores, se escapó nuestra niñez… ¡señora se fue Pacheco!”
Los payasos no se fueron Fer, mutaron, o dígame que son Roy Barreras, Uribe, Petro, Benedetti, Simón Gaviria, Los Santos. Bueno, ellos son payasos sin gracia, oscuros, no como Juanito, Bebé el "patuleco", tuerquita, Tribilín, hombres de corazón honesto y mentes inteligibles. Grande Pachequito a quien nunca olvidaremos.
ResponderEliminarJAVIER BARRERA LUGO
Jajajajaja, tiene toda la razón mi estimado Javier. Los payasos aún existen, solo que ya no hacen reír, solo provocan rabia y lástima.
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