EXFOLIACIÓN
Javier Barrera Lugo
19/03/2036 - 08:00
p.m.
Calurosa
noche que se perpetua en las venas de estos tiempos anárquicos y en nuestros
corazones de niños descarriados. En la soledad de esta oficina donde testifico
un pavoroso espectáculo de tinieblas, evoco cada palabra y acorde de la canción
We Didn't Start the Fire, que Billy Joel
canta aletargado dentro de una casa suburbana hecha de cartón que fue levantada
en un estudio de California, y asumo, debió ser tragada por el tiempo y el
miedo a hundirse con sus recuerdos de estrellas cinematográficas y promesas
fugaces de la actuación, en un mar de silencios. La única conclusión que llega a mi cabeza
cansada de tanto ver y callar por comodidad es que, sin quererlo, fuimos los
hombres, no los dioses o sus demonios asociados, quienes propiciamos el
apocalipsis, quienes iniciamos el fuego.
Púrpuras nubes cubren el transcurrir de
una especie bípeda que duerme tristezas metiéndose entre el flujo de veloces
carriles llenos de información absurda que les avejenta el rostro. Cielos que,
gracias a fosfatos y gases, a combustibles fósiles y metano proveniente de las
heces de millones de vacas, se muestran llenos de fuego y donde la lluvia, que
desde el inicio de los tiempos multiplicó la vida, ahora cae como un ungüento
exfoliante para los suelos ya estériles por los sulfuros que la colman.
La tierra, hasta hace veinte años productora
generosa de alimentos, el fondo marino donde la existencia parecía ser eterna,
se volvieron eriales en los cuales las huellas de la muerte dejaron de ser
amenazas para transformarse en realidades. El hambre, la más dura de las
consecuencias del cambio ambiental, golpeó las puertas de hogares en cada
continente, país y vecindario. El pedazo de pan que antes se desechaba es ahora
valiosa posesión defendida con la vida.
La avaricia de unos pocos, la falta de
carácter de la mayoría, que nos dejamos imponer demenciales políticas de
explotación de recursos sin siquiera chistar, nos tienen donde estamos. Cambiamos
el aprovechamiento racional de lo que los suelos nos dieron por el placer de
disfrutar de juguetes que nos ataron a sus caprichos: teléfonos que resultaron
más “inteligentes” y contaminantes que nuestros escrúpulos, autos que
triplicaron el número de hombres que habitamos el planeta, toneladas de
alimentos procesados para saciar ansiedades y no hambre, vestidos desechables
que encubrieron pobres autoestimas, implantes mamarios estallados entre cuerpos
sin mente, fábricas y chimeneas que infestan los países del tercer mundo
elaborando basura que hoy no podemos comer… ¡Maldita necedad!
Sea como sea, no es tiempo de lágrimas.
Hoy 19 de marzo de 2036, la humanidad cruzó la delgada línea que puede
determinar el renacimiento casi heroico de una especie o su extinción. Esa es
la decisión que se nos planteó como grupo y como individuos. Hoy 19 de marzo de
2036, el sistema vital gritó "basta," y aceleró su proceso de muerte.
La biósfera se reveló contra el abuso sacudiéndose unos parásitos y sus
desenfrenos con crueldad, temblando, cauterizando, ahogando, negándose a
producir bienestar. Ese fue el premio para la sorda humanidad.
Las calles plagadas de tragedia se
llenan de dolor y desgobierno; la ley del más fuerte fue cambiada de facto por
las reglas del desalmado, del antisocial, del sicópata… Los hombres conscientes
piensan soluciones, los malos actúan, los omisos callan y su silencio no es
sino renuncia disfrazada.
Me niego a caer en apatía. He decidido luchar
por preservar mi alma, por proteger a la mayor cantidad de gente que juré
defender cuando fui nombrado su soldado. Me confieso defensor acérrimo de la
negación del azar como camino y propongo a quien quiera sumarse a apostar por
la construcción de nuestro propio destino así este no tenga mayores
posibilidades. Llegamos hasta esta noche de cielos rojos y caos por dudar, por
dejar que otros decidieran… Soy soldado para iniciar una ruta, para guiar, no
para recaer en un error que nos condene al extravío que nos hundirá como
especie. Tengo que luchar, no hay opción…
19/03/2036 - 04:00
a.m.
Con o sin razón, fuimos siempre
criticados por muchas personas durante siglos; asesinos a sueldo nos llamaron
de manera despectiva a los combatientes desde que tengo memoria. En esta
madrugada, cuando el estado dejó de serlo, somos los soldados quienes guiamos a
los que vuelven a honrarnos con su confianza. Tras los acontecimientos que afloraron anoche
fuimos nosotros, no aquellos que se adueñaron del mundo, financistas,
políticos, criminales y omisos, los que le pusimos el pecho a la brisa,
Después de la lógica zozobra, nos unimos
para coordinar acciones urgentes, dividimos responsabilidades y reiteramos que
lo que imperaría en esta misión de resultado incierto, sería el liderazgo, no
el caudillismo inútil. Militares y policías evitarían a toda costa saqueos, la
especulación de agua y alimento, delitos paridos en las escaseces. Los
funcionarios del sector salud honrarían sus juramentos, los encargados de la
sanidad enterrarían a los muertos, despejarían calles para que la logística de
esta emergencia pudiera fluir.
Todos y cada uno tenemos una misión, el
propósito de salvar vidas de personas como nosotros, seres con sueños simples y
comunes. La lucha es válida….
22/04/2041 -
11:00 a.m.
Hace cinco años los ciudadanos de esta
ciudad, de este país, de este planeta ya no tan azul, decidimos tomar medidas
en contra de la muerte. Muchos no sobrevivieron, pero quienes logramos negar la
extinción lo hicimos gracias al despertar de la consciencia, a la valentía de
renunciar a los apegos propios en defensa del bien común. Yo como soldado
público sin nombre estuve ahí, peleándole vidas al conformismo, honrando mi
compromiso, curando almas, viendo la tierra germinar una vez más. Fue una
utopía creciendo a rabiar, engalanando el concepto de comunidad, de bien común,
de propósitos comunes, de humanidad.
Los dueños del mundo se escondieron en
cavernas porque no era viable para su sentido ególatra asumir responsabilidades
tras el holocausto. Pero no fue por mucho tiempo. Una vez las cosas que
logramos como tribu se hicieron fuertes, estos personajes salieron de las
sombras y engatusaron nuevamente a ese pueblo ávido por comprar sus burdas
mentiras. Disfrazando su avaricia, abrieron de nuevo fábricas, inventaron
artefactos para distraer ojos curiosos y vigilantes, se tomaron los medios, la vida
de la gente asegurándoles que el placer de los sentidos era lo que necesitaban
para olvidar la tragedia más grande de la historia…. Lo paradójico fue que la
mayoría volvió a caer en la trampa. Los hombres somos los únicos animales que
nos golpeamos dos veces contra la misma piedra…
Mi espíritu está intacto, lleno de
cicatrices secas. Cada recuerdo es la confirmación de lo hermosos y patéticos
que podemos ser los hombres cuando nos lo proponemos. Ahora que soy viejo,
después de ver, padecer y disfrutar todo lo que pasó, me siento orgulloso de
haber sido un soldado, no un sirviente; de haber servido, y no servirme de nada
o de nadie… Unos cielos púrpuras plagados de muerte me recordaron lo vivo que
siempre he estado.
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