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viernes, 4 de mayo de 2012

UNA CIUDAD RUMBO AL OLVIDO!!


UNA CIUDAD RUMBO AL OLVIDO

POR: MUNEVAR
CARLOS EDUARDO RODRÍGUEZ

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IDEA CREATIVA Y ORIGINAL
ANDRES BARRERA LUGO

La diatriba de todos los candidatos para hacerse elegir es prometerle al elector ciudades utópicas, libres de problemas. El votante, en muchas  ocasiones “idiota útil” del aspirante de turno, ingenuamente cae en la falacia de las soluciones mágicas, sin tener en cuenta que a veces está la presencia nefasta de un tamal para lograr el preciado voto, la venta de su alma.

¡No!, solucionar los problemas de Bogotá, no se logra sacando palomas de un sombrero o una cantidad ilimitada de pañuelos de una manga; tristemente la ciudad desde la administración de Luis Eduardo Garzón (2.004 – 2.007) comenzó una caída libre que a la fecha continua como si no existiera piso que la detenga.

La administración de Samuel Moreno (2.008 – 2.011) “apague y vámonos”, respetado lector, salto mortal hacia el inmoral carrusel de la contratación, una obra de horror en la que presuntamente un Congresista, al propio Alcalde, miembros del Consejo, los celebres Nule,  y muchos Contratistas de la ciudad resultaron implicados en solicitud de coimas, peculados y todo tipo de delitos contra la administración pública. Estos hechos terminaron de sumir a la ciudad en la incertidumbre incalculable del futuro empeñado.

Vivir hoy en Bogotá es ponerle la otra mejilla al caos, y es gracias a las administraciones pasadas y a una falta de presencia del Alcalde actual, que el ciudadano de a pie, tiene que soportar a diario el traumatismo vehicular, un transporte público que adolece de humanidad (El nunca bien ponderado Transmilenio), inseguridad creciente, robos y asesinatos cual pueblo del viejo oeste. Hoy cuatro de mayo, la ciudad amanece con la noticia del asesinato de otro taxista: nuevas protestas del gremio por este crimen colapsaron la ciudad al amanecer afectando la vida diaria y el libre desplazamiento.

El problema de la inmovilidad

FOTO: Camilo Pabón

Siguiendo una lógica extraña, la Administración hereda los vicios de las anteriores alcaldías, su lentitud e indolencia. Esta tendencia histórica no es excusa para obviar los correctivos que deben tomarse de inmediato. Por ejemplo, a hoy, la movilidad se torna inmanejable, obras inconclusas y retrasos en las mismas causan congestiones que atentan contra la salud de los ciudadanos, su dignidad y la viabilidad económica de Bogotá.  Casi cinco meses después, el problema del hundimiento de la Carrera 11 con 98 no tiene una solución clara, si bien el estudio de la Universidad Nacional responsabilizó a la Constructora Pijao y  su operación de  construcción en este sector, por dicho hundimiento. El Gerente de la firma se comprometió públicamente a acatar los resultados de dicho estudio, pero todo se quedó en buenas intenciones, las evasivas continúan, el carril sigue cerrado y este neurálgico punto de la ciudad continúa colapsado.

La Avenida Boyacá en diversos puntos lleva cinco años en obra continua. Los bogotanos, durante este tiempo, no hemos podido disfrutar ni un solo minuto de la ruta sin encontrarnos con el famoso letrero: “Vía en Obra”, peor aún cuando existen denuncias sustentadas de que se intervienen una y otra vez sectores que están en buen estado, dejando en el olvido los que verdaderamente necesitan reparación. Así podemos citar mil ejemplos de mala gestión, suspicacias, daño a la honra y bienes de los ciudadanos. El caos y la indolencia se comen la movilidad del distrito.


Transmilenio o “Transmilleno”

FUENTE FOTOGRAFIA: EL MURO DEL
BARRIO
El Sistema de Transporte Masivo, en su momento orgullo de la capital, tiene al borde de la histeria a sus usuarios (o sus dolientes, según la óptica del afectado). Intentar tomar un articulado en horas pico es una odisea. El usuario se ve obligado a soportar no sólo una flota de buses escasa ante la demanda y frecuencias inadecuadas, sino también la incomodidad de las aglomeraciones, el carterista de turno, malgenio e intransigencia del compañero ocasional de viaje.

No sé si la Administración se habrá tomado la molestia de entre tantos estudios que contrata, llevar a cabo uno que mida el nivel de ira e intolerancia que maneja el capitalino promedio. La Bogota Humana parece no haberse detenido a cuantificar las repercusiones que tiene la situación actual de la ciudad en sus habitantes, no sólo las económicas, también las mentales.

No es con paños de agua tibia que se soluciona la situación actual, ni con medidas dictadas a través de un twitter, porque con el respeto que se merece el Señor Alcalde, cuando era aspirante a la Alcaldía de Bogotá, mostró la cara a sus futuros electores. Ahora que es un funcionario al servicio de los ciudadanos  debe dar respetuosa gratificación al voto de confianza que le fue entregado. Es frustrante, ver como muchas de sus decisiones se hacen públicas por ese medio,  ejemplos claros, el caso de la destitución del Alcalde de los Mártires o las medidas tomadas en torno a la situación de orden público que afecto al Sistema Transmilenio en días pasados, por mencionar algunas.

La ciudad requiere un liderazgo presencial y firme, una política y una estrategia clara de trabajo que involucre, como es obvio, el compromiso ciudadano. Si no estamos dispuestos a comprometernos la ciudad continuará sumida en el desorden.

Las medidas de hecho, tan populares hoy por hoy forjan un retroceso en los procesos de crecimiento de la ciudad. Grupos de vándalos sin Dios ni ley pretenden tomar la vocería de la gente a través de la violencia y la patanería, afectando el diario vivir de la ciudad. Por cualquier motivo se bloquea Transmilenio, deplorando la libre movilidad de las personas, vulnerando así los ya deteriorados derechos ajenos.

Estos ingredientes afectan el cotidiano fluir de la ciudad, capital de un país que no merece la suerte que está padeciendo y que reclama de sus dirigentes acciones oportunas para corregir el camino, y que demanda además de sus ciudadanos protestas pacíficas como forma de reclamarle a sus dirigentes por la ineficacia de sus mandatos, sus actos corruptos y las consecuencias que estos han traído.

Bogotá es la casa de todos, ciudad que ha alberga a propios y extraños, una ciudad que le brinda oportunidades de crecimiento a cualquiera sin discriminación, una ciudad que merece el respeto de quienes la conducen y habitan.

El 07 de Febrero de 1948 Jorge Eliécer Gaitán encabezó la marcha del silencio, multitudinaria concentración organizada para protestar por la violencia generalizada, un ejemplo de manifestación popular que se debería imitar para recordarnos a nosotros mismos que no debemos ser los “idiotas útiles” de una sociedad y su clase política, sino que como ciudadanos nos obligamos a vencer la indiferencia, a recordar que tenemos la responsabilidad y el deber de velar de manera respetuosa por la ciudad que nos invita a vivir 2600 metros más cerca de las estrellas. 

ENTRAÑABLE INDESCIFRABLE


Entrañable indescifrable

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IDEA CREATIVA Y ORIGINAL
ANDRES BARRERA LUGO
Cuando comenzó a vivir, tal vez tendría 13 o 14 años. Eran pues los años maravillosos de colegio, de las amistades eternas, de la primera novia, y por qué no, el inicio de las grandes decepciones.

Siempre se considero bueno, y para justificarse aplicaba a sí mismo aquel adagio popular de que aquel que reza y peca empata.

La severidad de un padre ebrio e intransigente contrastaba con la figura malgeniada y luchadora de su madre, la pasividad, alegría y confianza que le despertaba uno de sus hermanos, y, la angustia existencial, locura temporal,  bohemia inescrutable y tristeza pertinaz del mayor confraterno de este clan. Todo esto convertía a este grupo en una mezcla perfecta de especímenes patológicos; y a la larga esta masa familiar que lo envolvía lo fue apartando lentamente de la inocencia sutil que a todos nos rodea.

No pasaron muchas madrugadas  para que se creara en él la necesidad de inventar dentro de sí un mundo independiente de este mundo, y ya con la decisión tomada y la loca idea de revolucionar la tierra, que en algunas oportunidades a todos nos envuelve, empezó a sumergirse en coloquios nocturnos, en hacer amistades peregrinas y durables y en apartarse del circulo vicioso de su familia, todo esto amparado por la sombra fatal de su inconformismo.

Un hombre realmente inteligente y alegre dio paso reverencial a su silencio y despreocupación; la sonrisa de niñez se transformo entonces en un carácter irascible y huraño, y, las manifestaciones emotivas que entonces empezaban a nacer, fueron sepultadas para siempre por una máscara imborrable de dureza y estoicismo propio de las estatuas marmóreas de los próceres.

En fin, todo había cambiado y alrededor suyo surgió entonces la preocupación impajaritable de su horda. Pero no era una angustia gratuita, no, eran sus hechos los que afanaban, pues aquel a quien hasta ese momento todos creían niño, había crecido y ni su madre con regaños, ni sus hermanos con sus desplantes, ni aún su padre con su carácter recio lograban entenderlo.

Tomo salidas inconclusas, busco bajo las rocas el destino fugaz de su existencia, atravesó el mar inmisericordioso de la vida, batallo muchas noches con su almohada,  pero nunca, ni en ningún lugar de estos encontró respuesta a  sus preguntas, al final él,  solo él, y dentro de él encontraría la verdad que tanto añoraba en su silencio: había madurado.

Atrás, pero no para siempre quedarían las locuras de adolescencia y la terrible edad de los destrozos, en la memoria cercana añoraría los amigos de antaño, los lugares visitados y las experiencias recibidas; sonreiría al recordar las noches eternas de impaciencias, de abotagamientos etílicos, de conversaciones eternas, de amor a la naturaleza verde y de amaneceres vacíos, y al final, y, pensativo, entraría en catarsis reflexiva, colocando su norte al sur del de los demás para demostrarse satisfecho que siempre tuvo la razón.

Nunca entenderán sus motivos, tampoco lo acompañaran en sus razones, tal vez jamás crecerá para los otros, pero ya en el ocaso de sus experiencias entenderán el juicio empírico de sus vivencias, pues al fin y solo en ese momento los demás comprenderán lo maravilloso y complejo de su existencia.

Hoy como ayer seguirá siendo el niño de la casa, porque al final hoy como ayer, es el niño de mi casa. 

 JACK
Fernando Vanegas Moreno