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lunes, 4 de junio de 2018




¿QUIÉN TE DICE EN QUÉ CREER?

Reflexión de Javier Barrera Lugo



La poca gente con quien disfruto hablar; personas sensatas como Arbo, exigentes en el análisis como mi hermana Liliana,  radicales bien intencionados al estilo Florentino Borrás y hasta vampiroides mamertinos con ínfulas de niños prodigio como en el caso de Mario Diaz, benemérito poeta del absurdo nacido en Cáqueza, están asustados por el futuro político de Colombia, este proyecto de nación que a muchos nos esperanza y  duele al mismo tiempo y a otros indolentes "mala leche," a lo único que los lleva  es a calificarla como "un cagadero," "un potrero," "una mierda de país;" aún cuando aquí comen, respiran, procrean y hasta se amargan con entera libertad, aunque no luchen mucho por lograr los sueños que creen merecer. 

       Esa es la ventaja de vivir en esta "republiqueta bananera"... Vaya y diga lo mismo en otro suelo bien al norte del continente, o no se esfuerce en otra ciudad de "sueño" plagada de lujo y de carencias para ver como le va, hermanito... "¡A Guantánamo sin juicio por traición a la patria"! Vociferaría el orate de Trump.

       Colombia es un lugar atípico y hermoso. Los verdaderamente nocivos somos sus ciudadanos quienes elegimos y perpetuamos a los políticos que nos roban, quienes la embarramos cada cuatro años a conciencia y nos quejamos sin encontrar  soluciones. Lo que se viene en materia electoral no es más que la continuación de un perverso modelo de robo sistemático acordado por una élite, en el cual se presentan opciones maquilladas sin mayor sustento ideológico, salvo la fea cara del próximo primer criminal de la nación. 

       Los de ahora, Duque, Petro y hasta el ególatra de Fajardo (otro de los casi, como Mockus, de propuestas tibias e imprácticas que traen a la palestra palabras lindas como educación, profesor, limpieza, para agradar a la galería) no pasan de ser caricaturas que representan a una sociedad ridícula (nosotros): Está la derecha blanda y acartonada que paga impuestos que los ricos y las multinacionales no pagan porque supuestamente eso vuelve inestable el entorno para  posibles inversiones que nunca se hacen (en Colombia los grandes capitales (Grupo Aval, Valorem, farmacéuticas, etc,) atraen capitales golondrinas que sirven para lavar dinero del tráfico de estupefacientes y sacar sin tributar utilidades. Ya no se asientan fábricas o se produce trabajo. La  industria está en China), 

       También aparece la  izquierda babosa que paga los mismos impuestos, pero para subsidiar elefantes blancos, metros subterráneos imaginarios, casas en el aire ubicadas en la 93 para fastidiarle la vida a las viejas fifi del sector; para fomentar carteles de la contratación y avivar la pereza de los "pobres" ( pobreza es un concepto mental, el subsidio su combustible). Esa izquierda que le dice a la gente lo que quiere escuchar y no hace lo necesario para materializar al menos un plan, la que castiga a la pequeña y mediana empresa, al trabajador que dice defender, la que es ordinaria y "chambona," la que por ego destruye; esa izquierda que da risa...

¿A quién elegir? ¿De qué nos pegamos? 

Llevamos dos siglos aguantando, perdiendo, siendo burlados y tratados como borregos por los políticos. Observe a quien da trabajo, al que se sobregira en el banco para cumplirle a sus trabajadores con el sueldo cada quince días, al que saca adelante a su familia , al que tiene amor propio y güevas para salir avante cuando la vida le da duro, al que proyecta y nunca se queja, al que hace y deja hacer. Estas personas son las que nos enseñan en qué creer, porque lo dicen con el ejemplo. A ellos es a quienes hay que seguir... Y "pégueseles sin miedo o reverencia, sólo aprenda de ellas.

Una última observación: Petro y Duque son tan pusilánimes, que así se lo propongan, no podrán destruir este país, sus cerebros no los dejan pensar en más de un par de Ferragamo o un caballo de paso fino del que se enamore la bestia de su patrón.