Páginas

lunes, 11 de agosto de 2014

ELLA

ELLA


A mi esposa, quien me dijera alguna vez que ya no escribía para ella…, escribo es por ella.



Hoy lo hago público: no sabe cocinar; si hablamos en términos gastronómicos, más allá de un arroz, es impensable…, y sin embargo; el café que me brinda cada mañana, es el mejor que he probado en mi existencia, siempre está acompañado de ese amor que da aroma y vida a todo lo que toca. Recuerdo esas primeras mañanas de unión, cuando en su afán de verme sonreír y darme el “buenos días” con esa taza de café del que les hablaba, confundió el azúcar y la sal, provocando en mí, a lo largo de aquella jornada, interminables dolores estomacales y sonrisas cómplices al recordar esa inocencia. Como no amarla si he sobrevivido 13 años a sus intentos amorosos de complacerme.

También hoy lo confieso: detesta las labores de la casa, para ella es un suplicio abrazar una escoba o dedicar dos horas a cuidar una lavadora; no, no va con ella. La academia, el estudio, su profesión; esas son realmente sus pasiones, lo que hace que cada día me sienta más orgulloso de su historia, de su obrar. Con el tiempo deje de pensar en mi vida para apoyar incondicionalmente la suya, y es que lo merece…, a ver me explico: no proviene de una familia adinerada, ni lleva a cuestas apellidos rimbombantes, es de universidad pública, se endeudó con el Estado para sacar su carrera adelante, su posgrado y maestría también es fruto de su esfuerzo, nadie le regaló nada, ni papi, ni mami, ni hermanos pudieron o quisieron apoyarla, se ha hecho a pulso y cada batalla la ha ganado; otra razón para amarla y dejar de lado su pequeña flaqueza ante lo doméstico, además, es muy cumplida con la dotación laboral, y durante  estos años me ha obsequiado  unos delantales “diiiiviiinos”.

Tiene una pelea casada con el deporte y, aunque paga puntualmente su mensualidad en el gimnasio, sé que lo hace más por callar mi perorata que por convertirse en una supermodelo de curvas marcadas y labios que digan “cuchucou”, nada de eso, su deporte extremo es dormir, y aunque come sanamente, no cambia el chocolate por más cantaleta que yo le dé. Yo sé que detesta el ejercicio; ella sabe que mi preocupación, más allá de su figura, es su salud y entonces ese tema lo hemos convertido en pacto silencioso…, yo no molesto mucho y ella, bueno ella, va de vez en cuando. Tercer punto para la Mona. Como no enamorarme si ella misma lo describe cuando me exalto: “yo no estoy gorda, estoy rellenita de amor, así que no molestes”  y me deja en silencio, y empiezo a compartir su congestión romántica.

Es de mal genio mi Monacho, bastante…, pero nunca dejo de repetirlo, ella es la parte seria de este matrimonio, no es tan afable como yo, mejor, no es tan pelota como este servidor, y aclaro, no es que yo sea un pelele, pero si hablamos de madurez, uy, hay si nada que hacer, me lleva (en ese sentido), 20 años o más. Es la combinación perfecta; lo amargo y lo dulce, lo claro y lo no tan claro, el sol y la lluvia. Y esa es mi cuarta razón “los polos opuestos se atraen”, nadie puede cambiar eso, es una ley física.

Hemos viajado, si, varias veces, pero también hemos descubierto lo simple y hermoso que puede ser caminar por cualquier calle comiendo helado, como un par de estudiantes de colegio, como empleada en permiso dominical, como todos nosotros en algún momento lo hemos hecho (y no se sonrojen, que lo he visto en personajes que hoy están muy encumbrados). El dinero que para ella es tan supremamente importante, para mí solo es eso, dinero, y es ahí, en esa dicotomía, donde volvemos a ser uno, pues hasta el momento ninguno de los dos ha tenido la razón absoluta. “El dinero no compra lo esencial, pero sin plata no se consigue lo básico”, y recuerdo en esos momentos a mi viejo profesor de sociología Pacho Rocha y su premisa invariable: “la riqueza aísla, la pobreza excluye, hoy el poder y el tener valen más que el ser”…, aplauso fuerte Mona, apretón enorme para el viejo maestro Rocha.

En fin, me aparte unos momentos; volvamos a mi esposa: “suele ser violenta y tierna, no habla de uniones eternas”…, y me disculpa Pablo, pero aunque cité esa frase, mi esposa no es violenta, si es tierna y si habla de unión eterna y tal vez por eso siempre anda pendiente de mis cosas, de mi salida, de mi llegada, de mi alegría; de mi tristeza…, hoy puedo asegurar que nadie, absolutamente nadie me conoce tan bien como ella. Una más a su favor.

Le encanta el rock, pero no de cualquier tipo: el clásico, (y la vieja sabe), el que nació acompañado de psicodelia, LSD y libertad, no el de los pseudo grupitos y artistas de hoy que basan su fama en sus escándalos y no en su talento musical. Puede durar horas eternas escuchando un buen riff, y si le pido el nombre de una canción, grupo o vocalista, la repuesta es inmediata…. jajajaja y no fue nunca (ni siquiera lo soñó), a un concierto de Samantha Fox, ¿verdad Cervantes?

Ya llega. Estas pocas líneas son una sorpresa, ojalá le gusten. Pero antes de poner punto final, les voy a  abrir mi corazón, les voy a contar el porqué diariamente revivo mi amor hacia esa gigante de ojos verdes: ella (aquí entre nos), ella hace mi mundo mejor, me alegra, me divierte, me entristece, me sube, me baja, me llena. Y la mejor razón, la más grande, (es un secreto, aquí, en vos baja), tomados de la mano, no envejecemos los dos…, simplemente ella acompaña mis canas.

Fernando Vanegas Moreno

Un día pintado de gris en la calle y de alegría en su corazón.