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miércoles, 5 de septiembre de 2012

SILENCIO


SILENCIO


Por: Sanlisan


La mayoría de las veces, no sabemos qué decir. En frente nuestro se dispara la madre de las dudas y volvemos a ser solo carne. Y pasan los minutos y dentro nos vemos pequeñitos, como adoloridos de tanta ausencia, como poseídos por la vehemencia.
Mañana será el día, al empezar… promesa vana que nos llena de felicidad para poder ir a dormir. Nadie sabe si dejara de ser eso, una promesa.
En el momento justo en cuanto saca sus garras, suavecitas y nos envuelve la garganta. Bajamos, subimos. Reímos y callamos. Y más arriba es pleno carnaval, sabemos que pensamos, recordamos todo lo que imaginamos, sabemos más de lo que escuchamos.
Las ideas bailan, entrelazadas en las frases que lentas y encorvadas van hacia el sótano. Hay una fiesta en mi cabeza y siempre, siempre tengo ganas de gritar.
Voy a inventarme la manera de no callarme nunca más, decir lo que me plazca. Lo bueno, lo malo. Lo casto y lo sórdido. Dejaré de engañar a quien lo intenta conmigo, le diré la cantidad de minutos exactos en que le pienso. No ocultaré más que su voz me ensordece. Que sus quejas me desangran la nostalgia y que en realidad parece un barco a la deriva que nunca ha salido de su puerto. Diré con dulces palabras tiernas que sin esperarlo, ha llenado los días de alegrías, que sus ojos son la puerta de salida a todos mis viajes. Que el olor de la montaña es más fresco en la mañana, que las tardes de sol en pleno invierno compartimos un cigarrillo a pocos metros de distancia. Decirle que amo esa cita diaria en medio de miles de personas que nos separan, que me gusta el azul y más cuando me habla de su azul. 
Debo encontrar la manera, es urgente. Las palabras tienen fecha de expiración, pero fallecen pronto. Quiero encontrar hoy mismo la manera de darle a cada quien las frases que nacen en mí. Hacer reír, hacer llorar. Hacer el bien, hacer el mal. Vaciar mis adentros llenos de escrituras, de nombres, de lugares, de alientos y desahucios.
Palabras, todas.