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domingo, 28 de octubre de 2018

LOS HUESOS DEL BOSQUE

Octubre, mes de brujas, de miedo..., de espanto




LOS HUESOS DEL BOSQUE


Por Manuel Espitia


No sabemos por qué, pero vivimos con la tentación de escaparnos, tampoco sabemos a dónde. Tengo 10 años y no me gusta estar en casa, prefiero salir a correr por el bosque y respirar aire puro de los árboles, lo disfruto más cuando llueve. Vivo en Chile al lado del mar, estoy rodeada de naturaleza, tengo cómo sentirme libre y aun así me siento encerrada, encerrada en una libertad extraña. Cuando voy al bosque suelo llevar un libro para leer, pero hoy solo quiero correr, es verano y ya empieza a oscurecer, mis padres ya están dormidos, tuvieron un día pesado. No sé porque, pero una fuerza rara quiere lanzarme al bosque. Tengo dos Dobermann que siempre me acompañan para protegerme. Son las 21:35 y el sol empieza a ocultarse, es hora. Salgo en silencio de casa, libero a Eros y a Thanatos de sus jaulas y me los llevo sin collar a al interior del bosque.

 Río y corro, ellos están felices, sacan la lengua, juego a las escondidas y siempre me encuentran y ahora yo los busco, pero se pierden. Me detengo y escucho ruidos, las hojas secas se quiebran por lo que parecen ser pasos de algún humano. Miro a los lados y no veo nada, la sangre se me congela, la respiración se acelera, quiero gritar, nunca me había pasado algo así, los pasos se acercan, no veo nada, hasta que una sombra me asalta por detrás, volteo y veo a un hombre de ojos rasgados, que se bota encima de mí, sus ojos dejan adivinar sus instintos. Está feliz de encontrarme sola y me lleva por el bosque como a un costal en sus hombros, asumo que es un secuestro. Llegamos a la orilla del mar y me bota a la arena, se quita la camisa y se agacha, saca unas sogas para atarme y cuando lo hace, le da la espalda a la vida y a la muerte. Eros y Thanatos se tiran sobre él quien ahora es el que siente lo que sentí. Tirada en la orilla del mar veo la escena: mis dos perros masacrando al hombre, lo desmiembran y ponen sus costillas en la espalda, como las alas de un ángel.

 Me pongo de pie y sigo viendo cómo el ser infame se desangra, no aguanto la risa, mis guardianes devoran la carne, lo dejan en huesos y me alcanzan algunos, yo juego con ellos a tirárselos y ellos me los devuelven, cuando se cansan los entierran como si fueran ramas secas. Eros y Thanatos me presentan el cerebro del criminal, lo elevo al cielo y rezo por el sacrificio, me unto de su sangre y la riego en la tierra. Somos la luna, mis tres ángeles y la naturaleza. En un hueso largo entierro el cerebro, hormigas y otros insectos empiezan a recorrer el laberinto se pierden y se insertan en él.

Nos limpiamos en el mar helado para regresar a casa purificados. Eros y Thanatos ya cenaron, espero a que reposen y emprendemos la marcha hacia la casa. Mis dos amigos fieles están alegres y satisfechos mueven sus colas, tal vez por eso siempre me acompañan, porque los llevo a cazar, los llevo a su naturaleza, a su libertad y a la mía.

domingo, 14 de octubre de 2018

SIETE





SIETE





Evocar un viaje y las ausencias que trajo consigo, el olor de la piel quemada en octubre del año en que desencarné; fuego hecho trozos puntiagudos y grises que un niño buscó en la desazón de su noche infernal para sentir miedo de morirse por primera vez.

       Dejó desnudos los huesos e inutilizada el alma ciega, cero bendiciones, nulos ofrecimientos fáciles de cumplir: “No sufrir es una demanda absurda, hacerlo sólo, un asunto cuya planificación jamás existió, pero igual se hizo. Nadie lo entenderá, a nadie le interesó, a nadie le importó… Es jodido y alucinante ser libre.

       Hace tanto sucedió aquel lunes de mierda en el que las certezas se volvieron el mal chiste que se llevó un rosado viento, y aún te busco entre las hojas que caen de los almendros, tu esencia es vegetal, pura, curativa.

       Eres viento que recoge ilusiones y las encripta en los corazones de quienes se atreven a soñar. Todo de ti en mi cabeza acostumbrada a extrañarte; sólo de mí el amor que te susurra versos mientras observas el mundo desde las venas del bosque donde aprendiste a volar.

       Proclamo la belleza de tu existencia que no se agotará nunca. Lates, militas en las palabras, llenas mis pulmones con la índole del luchador y eso no te lo dejaré de agradecer. Me diste todo con una generosidad que nadie ha replicado nunca; ¿Imaginas cuánto de agradecimiento para ti hay en mi alma que hoy nadie conoce?

      Vuelve a visitarme de madrugada y ayúdame a no despertar, hace rato no veo tu sonrisa. La luna apuñala mi esencia de lobo. Siete años después los sentires no dejan de crecer (los buenos y los malos).

       Te amo y eso no lo cambiará nadie jamás, Catalina de mi alma, angelito mío, la única con derecho a juzgarme; lo que vivimos nos hizo inseparables y cumplimos nuestra promesa.

lunes, 1 de octubre de 2018

IDEAS SOBRE EL CICLO DE LA POBREZA


IDEAS SOBRE EL CICLO DE LA POBREZA
Por: Javier Barrera Lugo


La pobreza es un acto mental que se crea, impone y acata. Cada uno de los pasos citados es sazonado por la miseria intelectual y sentimental que una mayoría afronta ciega, beneficiando a una élite  mezquina que se llena los bolsillos con esta. ¿Argumento comunistoide? ¿Bala de plata disparada por el sistema “capitalistasalvaje” al corazón de la humanidad como concepto? ¿Situación de conveniencia? No, es la realidad que simple, estalla en la cara de cualquier ciudadano con dos dedos de frente.
       Si algo queda claro para cualquier mente con algo de claridad, es que el mejor negocio es la pobreza perpetuada; obviamente no para el que la padece,  sino para el que de ella saca  tajada, el que corrompe en su nombre, el que roba o especula con la necesidad del otro, sale limpio y ante los ojos de los demás es un mártir que lucha por causas nobles.
       Este héroe marchito hará todo lo posible por mantenerla eterna: a la gallina de los huevos de oro no se le puede torcer el pescuezo. Pero es sólo un engranaje girando dentro de un sistema perverso hecho con manos tacañas lanzando maíz y aves sin lustre peleándose por los granos que caen.
       El ciclo de la pobreza es simple:
·         Gente que detecta una necesidad.
·         Gente necesitada.
·         Gente que  aprovecha la necesidad ajena.
·         Gente que se enriquece implementando soluciones sin fuerza real de cambio.
·         Gente que se beneficia con migajas de las soluciones.
·          Necesidades que se mitigan con paños de agua tibia y se reciclan.
·         Gente que detecta una necesidad…
       Aseguro que  pobre es el falto de escrúpulos (delincuente), quien no genera ideas, (ignorante), aquel que mama la teta  avara del amo (servil), al que nada le importa (indolente). El hombre está hecho para cazar, recolectar, no para sentarse a llorar y esperar que a través de interpuesto papá, el “benefactor,” le esquilmen un hueso, una teja, o la contaminada limosna como pago a un truco que le mandan realizar.
       Pero esa parece ser la mentalidad que se basa en la pobreza para reproducirse. La ley del menor esfuerzo condena a las mayorías, para quienes es más fácil la satisfacción de urgencias que la obtención del bienestar como recompensa al esfuerzo.
       Del otro lado, los “salvadores,” lobos disfrazados de ángeles, crían una colonia de marginales para servirse de ellos, chuparles el tuétano y desecharlos como  subproducto vergonzante cuando sus apetitos menos presentables quedan saciados. Son líderes que guían hacia el matadero, la inconsciencia del rebaño olvidado por su pastor.
       Una simbiosis macabra hace infinita la línea  productora de horrores. Parecen necesitarse los opuestos: pide rejo la piel y la piel dolor para disfrutar de la brisa que llega desde un mar de fuego tras el castigo. La pobreza es un tributo de sumisión a las pulsiones atávicas de la mente humana,  juego de roles que parece ganar la iniciativa egoísta y no el bienestar común.
       Estamos condenados al fracaso como especie porque se nos empieza olvidar la lucha. Imitamos a obesos anclados a la cama, y no nos sirve sólo comer, debemos atiborrarnos de vanidad, de miedo y conformismo suicida para que el cerebro nos brinde chorros de dopamina.
       La pobreza no es falta de insumos materiales, es pusilanimidad de un alma que olvidó escuchar su propia música. Si Dios existe, que nos salve de nuestros salvadores.