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lunes, 16 de julio de 2012

UNA NOCHE EN CUALQUIER PARTE...


UNA NOCHE EN CUALQUIER PARTE.
Por: Camilo Etna.

Entonces los segundos que están obligados a pasar sobre tu carne terminan convertidos en los peores enemigos de la felicidad. Las penas parecen ser eternas y no hacer distinciones entre tierra e infierno; mientras la felicidad tiene la densidad de las alas de los ángeles ciegos que luchan contra dragones, un leve toque de viento pegado a la punta de la lengua.

¿Cuántas veces  he dicho que el verdadero secreto de mi paraíso descansa en la desnudez de tu cuerpo?

¿Cuántos actos valerosos de silencio debo cometer para que entiendas que eres el agua que supura las quemaduras de cada pulsión, de cada temor y cada vicio que me adentra en la oscuridad?

Te observo mientras la música golpea los escrúpulos de la multitud que nos rodea sin tocarnos. Sólo le importamos a las sombras que trepan los árboles de la plaza. Son el pasado que espera la menor duda. El anonimato termina siendo buen aliado de mis propósitos y en este momento el único que quiero hacer realidad, es el de tomarte por la cintura y matar las voces de aburrimiento que acompañan el serpenteante embotamiento de las ideas.

Estoy acercándome para lograr sentir la caricia de tus gotas de sudor mientras se comen deliciosamente las células de mi cuello.  Aún no puedes descifrar lo que mis ojos te gritan mientras degustan el punto de color que se derrumba en el infinito de los tuyos, región de espectros que me conocen, fiebre vegetal que hace morir a la muerte.

Tu olor se confabula con el candor de mis fantasías remotas. Bailo contigo para hacerle trampas a los enemigos: la desazón, la tensión muscular, esa  propensión a ver nubes de tormenta sobre el lecho donde hago el amor con mil mujeres de humo que jamás amé.

Esta noche de Neiva, Arica o La Habana, una noche en cualquier parte, me siento vivo después de mil muertes en serie. Esta noche que será tuya, los abrazos son sinceros, rojos con negro, serios, tiernos y llenos de lujuria buena. Esta noche confirmo que tú apareciste entre las líneas del cosmos para entregar a mi corazón la mano extendida de tu embrujo.

Nuestros sexos se conocen y reducen su acción a la sumisión ante la energía de los sentidos. Y no hablo exclusivamente de orgasmos o mordidas placenteras, también están incluidas las ganas de ser libres por fin y para siempre, el período ausente de sonidos que licua las chispas que rayan la oscuridad, el espacio donde el calor de cada cuerpo es el calor del océano, vida, hermosa vida que volvemos a sentir en la cama que no nos pertenece y termina por ser el lecho privilegiado que guardará el profundo secreto de mi amor por una mujer que no olvidarán nunca mis instintos.