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miércoles, 13 de junio de 2012

LA CIGARRA Y LA HORMIGA...


LA CIGARRA Y LA HORMIGA
(VERSIÓN DE JAVIER BARRERA)


Aquel fue uno de esos veranos que ni la cigarra ni la hormiga se podrían dar el lujo de olvidar jamás.

Las canciones entonadas por la cigarra en las tardes de calor y que en el fondo tanto complacían a la hormiga mientras recolectaba comida para el invierno, brillaron por su ausencia.

La laboriosidad de la hormiga, por vez primera, terminó opacada por la curiosidad que empezó a latirle fuerte en los resquicios de la mente obsesionada por la acumulación.

-¡Ah, cigarra sinvergüenza…! Otro invierno lleno de penurias y patas quemadas por el hielo.-se dijo sin poder evitar una risita sádica.

Pasaron dos, diez, catorce tardes y la cigarra no apareció, pero la tarde quince la hormiga fue sorprendida por el ensordecedor bramido de un Maserati gran turismo, que por poco la arrolla.

La hormiga comenzó a blasfemar como sólo las hormigas son capaces de hacerlo, pero su diatriba se apagó cuando vio que de la máquina infernal bajaba una vieja conocida suya.

-¡Qué buena es la vida cuando hacemos caso a los consejos de quienes nos quieren! Comida, bebida, un habitáculo de fantasía… ¿Qué más puede pedir una emprendedora sagaz como yo?-bufó la cigarra mientras se quitaba los lentes oscuros de diseñador.
Asombrada, la hormiga soltó la hoja que traía desde el centro del bosque y saludó efusiva a su díscola amiga.

-Veo que me hiciste caso, amiga. Ya no vas a tener  inviernos llenos de privaciones… ¡Eh…! ¿Y, cómo lograste todo esto en tan poco tiempo?- preguntó la recolectora entusiasmada por la idea de ser participe también, de la bonanza de su “nueva mejor amiga”.

La cigarra sonrió complaciente, sacó del bolsillo una calculadora, lamió su antena derecha y procedió a explicar su método:

-Invertir, hacer fluir lo que se posee. El negocio no está en colectar o procesar lo que se consigue. La idea, mi adorada hormiga, es especular con los recursos escasos, hacer que te paguen bien por financiar los proyectos de otros. Conocí  una sanguijuela que tiene una empresa financiera que se llama D.M.G.M. (DaMigajas y Gana Muchísimo) donde colocas lo que has ahorrado durante la primavera y parte del verano y antes de que comience el invierno te remuneran con el triple de lo invertido. ¿Qué te parece? Si estás interesada me cuentas?-remató la cigarra antes de subir de nuevo al auto e irse a toda velocidad.

La noche de la hormiga fue una tortura. La sudoración propiciada por la vigilia angustiante se le metió no sólo a los sueños, sino también a los tentáculos con los que la ambición estranguló  cualquier escrúpulo.

-¡Lo merezco!-se dijo para sí- y continuó:- Este tal vez sea el último invierno de mi vida y no he disfrutado de ella. Quiero un auto como el de la cigarra, cantar como la cigarra, por qué no, conseguir una cigarra dispuesta a todo… ¿Ah, esas cigarras tienen una fama…!

A la mañana siguiente la hormiga tomó todos sus ahorros veraniegos y junto a la cigarra, que llegó al hormiguero no bien salió el sol, partieron hacia el charco donde los insectos del bosque hacían fila para entregar el producto de su trabajo.

Hormiga y cigarra, una vez dejaron sus provisiones a buen recaudo de la sanguijuela,  se embriagaron como humanos. Bailaron y cantaron, dedicaron versos a la amistad indisoluble y hasta se hicieron la promesa de viajar a Tailandia con el producto de su inversión.

Tras varias semanas de juerga, la hormiga notó que los vientos arreciaban y el sol permanecía cubierto por una densa película de nubes.

-¡Ya es hora de ir a reclamar nuestras ganancias, cigarra! Tómate una “bomba” y salimos para el charco. No quiero ser el último en recibir el premio al riesgo inteligente-concluyó optimista.

Cuando llegaron los escarabajos antimotines les dijeron que no podían entrar al charco.

-Algunos insectos idiotas creyeron que las cosas caen del cielo…Los dejaron sin nada. Quiero ver cuántos pasan este invierno.-dijo sardónico el líder de la cuadrilla, a quienes les regaló un consejo:-vayan al fondo del charco y busquen alguna caleta. Imposible que esta lavada de patas vaya a ser gratis-

La cigarra se llevó las manos a la cabeza y una lágrima le hizo vidriosos los ojos. La hormiga miró con desdén a su compungida camarada, cerró los puños y cedió a la tentación de darle un golpe. El cruzado de derecha hizo que brotara un chorro a presión de linfa de la boca de la cigarra.

-Cuando esté agonizando de hambre me acordaré de lo estúpida que fui al confiar en una cigarra hija de mala madre como tú-sentenció la hormiga antes de irse a ningún lado.

Moraleja: No confíes en escarabajos inescrupulosos, insectos estúpidos o cigarras a las que todo les vale cinco, o en los deseos superfluos que te traicionan…No confíes en hijos de mala madre que pasarán el invierno en algún resort de Panamá.