(VERSIÓN DE JAVIER BARRERA)
Aquel fue uno de
esos veranos que ni la cigarra ni la hormiga se podrían dar el lujo de olvidar
jamás.
Las
canciones entonadas por la cigarra en las tardes de calor y que en el fondo
tanto complacían a la hormiga mientras recolectaba comida para el invierno,
brillaron por su ausencia.
La
laboriosidad de la hormiga, por vez primera, terminó opacada por la curiosidad
que empezó a latirle fuerte en los resquicios de la mente obsesionada por la
acumulación.
-¡Ah,
cigarra sinvergüenza…! Otro invierno lleno de penurias y patas quemadas por el
hielo.-se dijo sin poder evitar una risita sádica.
Pasaron
dos, diez, catorce tardes y la cigarra no apareció, pero la tarde quince la
hormiga fue sorprendida por el ensordecedor bramido de un Maserati gran
turismo, que por poco la arrolla.
La
hormiga comenzó a blasfemar como sólo las hormigas son capaces de hacerlo, pero
su diatriba se apagó cuando vio que de la máquina infernal bajaba una vieja
conocida suya.
-¡Qué
buena es la vida cuando hacemos caso a los consejos de quienes nos quieren!
Comida, bebida, un habitáculo de fantasía… ¿Qué más puede pedir una
emprendedora sagaz como yo?-bufó la cigarra mientras se quitaba los lentes
oscuros de diseñador.
Asombrada, la
hormiga soltó la hoja que traía desde el centro del bosque y saludó efusiva a
su díscola amiga.
-Veo
que me hiciste caso, amiga. Ya no vas a tener inviernos llenos de
privaciones… ¡Eh…! ¿Y, cómo lograste todo esto en tan poco tiempo?- preguntó la
recolectora entusiasmada por la idea de ser participe también, de la bonanza de
su “nueva mejor amiga”.
La
cigarra sonrió complaciente, sacó del bolsillo una calculadora, lamió su antena
derecha y procedió a explicar su método:
-Invertir,
hacer fluir lo que se posee. El negocio no está en colectar o procesar lo que
se consigue. La idea, mi adorada hormiga, es especular con los recursos
escasos, hacer que te paguen bien por financiar los proyectos de otros.
Conocí una sanguijuela que tiene una empresa financiera que se
llama D.M.G.M. (DaMigajas y Gana Muchísimo)
donde colocas lo que has ahorrado durante la primavera y parte del verano y
antes de que comience el invierno te remuneran con el triple de lo invertido.
¿Qué te parece? Si estás interesada me cuentas?-remató la cigarra antes de
subir de nuevo al auto e irse a toda velocidad.
La
noche de la hormiga fue una tortura. La sudoración propiciada por la vigilia
angustiante se le metió no sólo a los sueños, sino también a los tentáculos con
los que la ambición estranguló cualquier escrúpulo.
-¡Lo
merezco!-se dijo para sí- y continuó:- Este tal vez sea el último invierno de
mi vida y no he disfrutado de ella. Quiero un auto como el de la cigarra,
cantar como la cigarra, por qué no, conseguir una cigarra dispuesta a todo…
¿Ah, esas cigarras tienen una fama…!
A
la mañana siguiente la hormiga tomó todos sus ahorros veraniegos y junto a la
cigarra, que llegó al hormiguero no bien salió el sol, partieron hacia el
charco donde los insectos del bosque hacían fila para entregar el producto de
su trabajo.
Hormiga
y cigarra, una vez dejaron sus provisiones a buen recaudo de la
sanguijuela, se embriagaron como humanos. Bailaron y cantaron, dedicaron
versos a la amistad indisoluble y hasta se hicieron la promesa de viajar a
Tailandia con el producto de su inversión.
Tras
varias semanas de juerga, la hormiga notó que los vientos arreciaban y el sol
permanecía cubierto por una densa película de nubes.
-¡Ya
es hora de ir a reclamar nuestras ganancias, cigarra! Tómate una “bomba” y
salimos para el charco. No quiero ser el último en recibir el premio al riesgo
inteligente-concluyó optimista.
Cuando
llegaron los escarabajos antimotines les dijeron que no podían entrar al
charco.
-Algunos
insectos idiotas creyeron que las cosas caen del cielo…Los dejaron sin nada.
Quiero ver cuántos pasan este invierno.-dijo sardónico el líder de la
cuadrilla, a quienes les regaló un consejo:-vayan al fondo del charco y busquen
alguna caleta. Imposible que esta lavada de patas vaya a ser gratis-
La
cigarra se llevó las manos a la cabeza y una lágrima le hizo vidriosos los
ojos. La hormiga miró con desdén a su compungida camarada, cerró los puños y
cedió a la tentación de darle un golpe. El cruzado de derecha hizo que brotara
un chorro a presión de linfa de la boca de la cigarra.
-Cuando
esté agonizando de hambre me acordaré de lo estúpida que fui al confiar en una
cigarra hija de mala madre como tú-sentenció la hormiga antes de irse a ningún
lado.
Moraleja: No
confíes en escarabajos inescrupulosos, insectos estúpidos o cigarras a las que
todo les vale cinco, o en los deseos superfluos que te traicionan…No confíes en
hijos de mala madre que pasarán el invierno en algún resort de Panamá.
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