Páginas

lunes, 17 de septiembre de 2012

FLORENTINO BORRÁS

FLORENTINO BORRÁS, ETERNO ESCAPE
Por: Redacción  literaria IDIOTA INÚTIL.
Javier Barrera, redactor inútil

La de Florentino Borrás (Charalá, Santander 26 de agosto de 1946), es una vida que parece sacada de una narración del grandioso Charles Dickens o de los colombianos que vivieron y padecieron el inicio de la violencia: se escapa de su casa a los diez años cansado del maltrato de unos padres que preferían alimentar dos bestias de labor que a nueve hijos pedigüeños. A los dieciséis en el Carare, se adelanta la tropa a la guerrilla y lo incorpora a sus filas donde llegó a ser un brillante dragoneante “con más agallas que cerebro”, según su propia opinión. A los veintitrés, cansado de recorrer montañas, comer “maluco” y extrañar a sus dos pequeños hijos (Rubén y Azucena), decide dejar las filas y como Saramago, jugarse la subsistencia frente a un torno en un taller de metalurgia en Bogotá.

Foto: Guernica de Pablo Picasso.

Por razones que según nos cuenta, hasta mucho después entendió, se afilió a un sindicato, comenzó a estudiar de noche primaria y bachillerato y en ese tiempo se enamoró de la poesía, pasión y vicio que ejerce con disciplina monacal. A Floro, como le gusta ser llamado, lo conocimos en una reunión informal de poetas en un bar de Suba y ahora reproducimos tres versos que gentilmente nos proporciona. Ellos hacen parte el libro de versos que tituló ETERNO ESCAPE que edita con su propio sello, CARARE EDICIONES.

Para no dejarlos con la duda, la vida mejoró para Borrás: se tituló de abogado, tiene cinco nietos, un bisnieto llamado Ulises y disfruta ya de su pensión como empleado oficial.  Florentino, un hombre humilde, buena gente, buen poeta, libre y sobre todo amigo de esta casa INÚTIL, nos enseña que las palabras son el mejor elixir para salir de las tinieblas.

MARGOTH
Que sería de mí
Sin sus palabras, señora Margoth,
Sin su piel tibia
Las mañanas que madrugo
Para el trabajo
Y el frío me pide no salir.

Qué sería de mí,
Mujer hermosa
Que envejece a mi lado
Y me dio más de lo que yo
Fui capaz de darle,
¿Dígame doña Margoth?

Soy un hombre viejo,
Pero aún quiero ser su hombre,
Cantarle en la madrugada,
Sobarle los brazos, darle un beso,
Decirle gracias
Por ser sólo usted.


PEDAZOS

A los hombres que pensaban
Los acabaron a balazos,
Quemaron sus cosas como si lo de ellos
Fuera basura y no arduo trabajo.

A los hombres que pensaban
Los sacaron corriendo,
Les pusieron una cruz en la espalda
Y los mataron lejos, en la ciudad.


A los hombres que pensaban
Los sacaron de la escuela,
Les dieron un azadón y tierras de otros,
Les partieron el alma.

A los hombres que pensaban
Les humillaron los hijos, les dijeron brutos.
Muchos se lo creyeron y ahora
Para olvidar se emborrachan.


A los hombres que pensaban
Les robaron el país, la cara,
Pero no la dignidad,
Ellos no vendarán barata su derrota.


SONIDO Y COLOR DEL SUEÑO

Las montañas no tienen la culpa
De lo débil de su música,
Son imagen más que poesía,
Color verde y añoranza de viejos
Que ya no las recuerdan,
Porque para ellos el gris de la fábrica,
El ruido del motor, la ceguera y los vértigos
Son parte de una infancia
Que les inventó el dueño.
Sonido y color de sueño,
Esas texturas que se nos meten
En las lágrimas
Cuando ya no queremos aguantar.
Sonidos de Charalá,
Alguna vez estuve allí,
Sueños de ríos y piedras
Que se precipitan y no dañan,
Daña peor el olvido,
La cara de un hijo
Que se queda sin historias
Para aprender.