(DES)ILUSIÓN
A
MI PADRE
Guillermo Gajardo Sepulveda
En
cada pedaleo a mi azul bicicleta, recibía una bala y escuchaba bombas a mi
lado… y el enemigo de la desesperanza se veía gigante. Mientras más me acercaba
a su casa, más crecía mi interior guerra.
Serían
alrededor de tres años, que no hablaba con mi padre, aquellos orgullos personales
que vemos cuando es tarde, esas indiferencias vividas y el tiempo, no permitían
o no aceptaba permitir, el poder estar nuevamente a su lado.
¿Qué
me hizo entonces volver a la lucidez?, ¿porque estar por tanto tiempo en mi
situación?, era más que nada desilusión. Pero hubo un mayor motivo: mis padres
se habían separado hace poco tiempo, nunca entendí las razones, a sus años,
cuestiones de viejos, acumulación de cosas, en fin, que sé yo.
Me
convertí en mediador, queriendo su reencuentro, pero algo falló. Mi padre
siempre tosco, acusativo y humillador. Mi madre, siempre en silencio, con su
mirada más que en palabras…, no te metas vos.
Y así
me fui alejando, pasó el tiempo, los acosos de mi padre para mi inútil
mediación, fueron mermando y nosotros felices con mi madre tan cerca como nunca
triangulando sus visitas, en mi casa o la de mis hermanos.
Una
vez lo divise por el camino, se veía más viejo, caminando despacito con la
ayuda de un bastón, lloré por minutos y no creía en mi estúpida decisión;
se lo había dicho a su rostro “usted caballero me desilusionó”. El tiempo no
fue en vano, mi madre había asumido, estar ya sin su amor, gozando de los
nietos, de los hijos y al poco tiempo enfermo, solo tres meses nos dijo el
doctor. Nunca creí en aquello pero el médico tuvo toda la razón.
En
sus días de agonía, su silencio nos dice mil razones. Una de aquellas leídas
por mi corazón, es momento de avisarle a mi padre, quizás esté más calma o tal
vez aquello esperará, para descansar en paz.
Mientras
más me acercaba a su casa, más crecía mi interior guerra. Y los recuerdos
de infancia, en su caballo gigante, con el sombrero alón. Y la prestancia de
sus azules ojos y orgullo en su presentación, este es mi hijo técnico, que
aumenta mi producción. Y cuando fuimos campeones de fútbol de la rural
asociación. Los asados, las risas, los viajes, mi vida. Todo se vio en el
momento a metros del reencuentro.
Cómo
me ha de recibir me preguntaba, me mandará al más alto cerro, a la cresta, que
haces aquí vos hue… detengo mi bicicleta la orillo al borde del canal, ingreso
al pasadizo que daba con la puerta de principal, está entreabierta…
holaaaa,
alguien en casa…
Y lo
veo sentado en su triunfal asiento, a las brasas del carbón, casi entre sus
piernas
!
Hola papito ¡ le digo, -Yemito-, me dice con ternura y lo abrazo como nunca, y
lo beso entre sollozos. Tanto tiempo mijito, cómo están todos por allá…