FUGA
POR:
CAMILO ETNA
Los pulmones
del infierno
Desprenden
pestilencia.
Cada color es
una mancha que agoniza
En su propia
memoria
Y los óbolos
que Caronte reclama a las almas
Desde antes de
su existencia
Reposan
desperdigados
Por las orillas
estériles
Del río del
odio.
Se pudre la
luz,
Se pudre la
muerte,
Se pudre el
rencor del barquero,
El fuego
lascivo de su mirada
Cuando la
recién llegada
Escapa sin
dejar ni la tibieza
De su aliento
envenenado para fantasear.
-Te veré de
nuevo, ninfa de los traidores-
Dice para sí;
Pero calla de
inmediato,
Mientras Orfeo
y su música
Y el motivo de
su música
Atrapada en la
ponzoña vegetal de su belleza
Cruzan uno
delante del otro
La primera
estancia del inframundo.
Escapan de lo
que son, de las consecuencias insaciables,
Él, aferrado al
milagro posible,
Ella, sedada
por pesadillas irresolutas
Que le comen
las ilusiones.
-¡NO DEBES
MIRAR ATRÁS!-
La sentencia
emerge de las arenas
Que se tragan
la respiración del amante.
-¡Tal vez ha
regresado!-
Escribe el
cuchillo quitándole pedazos muertos al miedo,
Y los malditos
ojos
Se han borrado
de la nuca.
Se establecen
irónicos desafíos,
Las apuestas
corren por una tierra sin dioses
Y ellos mismos
arriesgan las ropas desde su exilio dorado.
¿Un hombre es
inferior a sus deseos?
La curiosidad
es fría al mostrar su fortaleza;
Los sueños no
cuestan, por eso
Alguien forja
su propia jaula cuando ambiciona.
Orfeo sabe
esto, lucha contra sí,
El sudor le
quema el rostro y la reyerta con su espíritu
Derrite sus
mínimos umbrales de valentía.
Va a mirar. Las
luces son inminentes, pero sus ilusiones
Se hacen
cicatrices que cruzan el centro de sus córneas.
Llora
impotente. Eurídice no da ninguna señal que le permita
Dejar algo de
la carga que perfora carnosidades en el hombro.
Calla y es
todavía más sombra que las sombras
A punto de
tener sustancia frente a él.
Va a mirar. Le
da razones a su debilidad.
Explota de
rabia, mastica tragos de bilis que expulsa en agónicos golpes
Contra las
piedras.
Va a mirar, aun
sabiendo que la piedad
El Rey de la extinción fue visceral:
-¡No la veas
hasta que hayas cruzado hacia el mundo de los vivos!-
Sólo es un
hombre, imperfecto, enamoradizo,
Mal perdedor e
indisciplinado…
¡Jugó para que
todo estuviera en su contra!
Trató de
tomarle las manos a la canción más hermosa
Que pudo crear
su tristeza,
Pero la
cobardía es rápida
Con el calor
emanado de la belleza.
Ella se fue
como jamás llegó.
Se la tragó el
mismo instinto que motivó a un hombre
A buscarla en
lo profundo del deseo. Gran pecado.
El rumor del
agua que corre
Tiene el amor
anclado a su errar;
La constancia
no es necesariamente sensatez,
Aunque tiene un
tufo heroico que hace esenciales
Las leyendas en
tierras devastadas.
La música tiene
cómplices, actores, víctimas,
También rojos,
finales, una vitalidad superior
A los zarpazos
del mal augurio.
¡Viva la
música!