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jueves, 14 de junio de 2012

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FUGA...


FUGA
POR: CAMILO ETNA

Los pulmones del infierno
Desprenden pestilencia.
Cada color es una mancha que agoniza
En su propia memoria
Y los óbolos que Caronte reclama a las almas
Desde antes de su existencia
Reposan desperdigados
Por las orillas estériles
Del río del odio.

Se pudre la luz,
Se pudre la muerte,
Se pudre el rencor del barquero,
El fuego lascivo de su mirada
Cuando la recién llegada
Escapa sin dejar ni la tibieza
De su aliento envenenado para fantasear.

-Te veré de nuevo, ninfa de los traidores-
Dice para sí;
Pero calla de inmediato,
Mientras Orfeo y su música
Y el motivo de su música
Atrapada en la ponzoña vegetal de su belleza
Cruzan uno delante del otro
La primera estancia del inframundo.

Escapan de lo que son, de las consecuencias insaciables,
Él, aferrado al milagro posible,
Ella, sedada por pesadillas irresolutas
Que le comen las ilusiones.
-¡NO DEBES MIRAR ATRÁS!-
La sentencia emerge de las arenas
Que se tragan la respiración del amante.

-¡Tal vez ha regresado!-
Escribe el cuchillo quitándole pedazos muertos al miedo,
Y los malditos ojos
Se han borrado de la nuca.

Se establecen irónicos desafíos,
Las apuestas corren por una tierra sin dioses
Y ellos mismos arriesgan las ropas desde su exilio dorado.

¿Un hombre es inferior a sus deseos?

La curiosidad es fría al mostrar su fortaleza;
Los sueños no cuestan, por eso
Alguien forja su propia jaula cuando ambiciona.

Orfeo sabe esto, lucha contra sí,
El sudor le quema el rostro y la reyerta con su espíritu
Derrite sus mínimos umbrales de valentía.

Va a mirar. Las luces son inminentes, pero sus ilusiones
Se hacen cicatrices que cruzan el centro de sus córneas.

Llora impotente. Eurídice no da ninguna señal que le permita
Dejar algo de la carga que perfora carnosidades en el hombro.
Calla y es todavía más sombra que las sombras
A punto de tener sustancia frente a él.

Va a mirar. Le da razones a su debilidad.
Explota de rabia, mastica tragos de bilis que expulsa en agónicos golpes
Contra las piedras.
Va a mirar, aun sabiendo que la piedad
Nada tiene que ver con segundas oportunidades.
El Rey de la extinción fue visceral:
-¡No la veas hasta que hayas cruzado hacia el mundo de los vivos!-

Sólo es un hombre, imperfecto, enamoradizo,
Mal perdedor e indisciplinado…
¡Jugó para que todo estuviera en su contra!

Trató de tomarle las manos a la canción más hermosa
Que pudo crear su tristeza,
Pero la cobardía es rápida
Con el calor emanado de la belleza.

Ella se fue como jamás llegó.
Se la tragó el mismo instinto que motivó a un hombre
A buscarla en lo profundo del deseo. Gran pecado.

El rumor del agua que corre
Tiene el amor anclado a su errar;
La constancia no es necesariamente sensatez,
Aunque tiene un tufo heroico que hace esenciales
Las leyendas en tierras devastadas.

La música tiene cómplices, actores, víctimas,
También rojos, finales, una vitalidad superior
A los zarpazos del mal augurio.
¡Viva la música!