Páginas

miércoles, 30 de mayo de 2012

FINAL DE LA TARDE...



FINAL DE LA TARDE 
Por: Javier Barrera Lugo.


La tarde  cierra naranja y gris. A La ciudad, detenida en ruidosa somnolencia, parece costarle lo mismo seguirnos o dejarnos extraviar. A esa idea me apego:

Recorrer en silencio la habitación donde toda esencia del mundo se quedó pegada a los cuerpos que se hicieron jóvenes por la eternidad y la histeria ese mayo plagado de caos y anarquía (Todos los milagros desean suceder en mayo).

     Hay sol todavía, también nubes que no son de lluvia sino de recogimiento.         Estoy aquí viendo por la ventana y abrazándote, sintiendo tu tibieza, dándote calor, experimentando  deseo, el cariño que sentí por ti desde que te vi transitar mis océanos y no me conocías. Te tomo la mano, paso los dedos por tu cuello y me hago uno con los latidos de un corazón que rompe umbrales de locura. Te busco, te encuentro, fabulo en tu magia las cenizas de la mía,  mientras comienzas a dormirte en mi regazo.

    Y siempre estás aquí, porque de aquí jamás te fuiste, pareciste ausencia, no abandono, soledad, no vacío, esperanza, siempre ese anhelo que no me atreví a olvidar; allí nací y allí fenezco con delicada impunidad.

    Esta tarde te abrazo y te deseo, ya lo dije, esta tarde muere la tristeza, porque como de costumbre veo el ocaso acompañado de lo que fuimos y debemos ser en algún momento. Una sola condición: busca a tientas, en la oscuridad, este cuerpo que ya no le pertenece al miedo; atrápalo, llévalo a tu lado y haz de él lo que quieras. Esta carne, huesos y alma necesitan buscar nuevas resurrecciones.