INCONCLUSO
Fernando Vanegas Moreno
El beso matutino de mi
esposa me despierta, no tengo afán por levantarme, me quedo un rato mirando el
techo de mi habitación mientras que hago un plano mental de mi día, no quiero
salir pero es obligatorio, pedí reiteradamente nada de celebraciones…, 40
años…, el espejo me lo recuerda, varias canas, una que otra arruga, muchas
vivencias, algunas tristezas, más alegrías.
La ducha, sitio perfecto
para evocar. Dejo que el agua corra como queriendo que lave las experiencias
que nunca debieron estar…, me veo entonces frente a un televisor en blanco y
negro, Enrique y Beto dicen estupideces, pero son las estupideces más
inteligentes del mundo, mi padre entra, me saca de mi alegría momentánea y
cambia mi fantasía por su realidad; hay que ayudar a mamá en los quehaceres, no
hay discusión, el fuete manda…., jugar bolas, trompo, correr en mi calle, ser
el llanero solitario, montar en bicicleta, raspar mis rodillas y llorar ante el
algodón impregnado de “mertiolate”, el remedio infalible de mi Ana adorada. Mis
primeras letras, y mis primeros fracasos académicos, (confieso, aún hoy no se
dividir), mis primeras mariposas por aquella niña…, por Ceci, yo ocho años,
ella seis, nunca fui capaz de decirle nada, pero buscaba cada instante para
esta junto a ella; el “soldadito libertado” era entonces el cómplice perfecto. Repito,
nunca le dije nada, ella lo sabía, su blancura y sus ojos miel me aclararon
desde entonces que la frase aquella de “solo quiero ser tu amiga” dolía, y
mucho. Fin del baño, no me alcanzó el tiempo, sigo en mi viaje por el ayer..
El Colegio, “templo santo de
ciencia y virtud, hoy queremos cantar en tu nombre este himno de fe y gratitud”.
Los amigos, los Barrerita, Ricardo,
Vladimir, Oscar, Ernesto, Italo…, Top Duck y la falsa promesa de amistad
eterna, que solo me dejo un tatuaje mal hecho en mi brazo izquierdo; las apacibles
tardes en los parques; las fiestas a las que fui, las piezas que nunca baile;
los primeros tragos con Vlas, Nano, Wilson y Oscar; bohemios avieternos que arrullaban
las madrugadas con canciones de Silvio, Pablo, Julio Jaramillo y los Visconti.
Mi trasegar doloroso y arrogante de tres años por caminos blancos y verdes de
perico y santa marta gold…, se hizo entonces cierta la frase lapidaria aquella
de mi amiga Adriana: Fernando no es más que un Cascarón: blanco y hueco.
Adriana…, Lalita…, ella, mi
primer gran amor real, visceral, hermoso…, la ame, me amo, le hice daño…, se
fue. Tan real, que aún hoy, después de tantos años, la amistad persiste. Pasó
mucho tiempo antes de superar perdidas de entonces, hubo que trasegar y luchar
por sanar heridas y tuve que reencontrar a Dios, pues mi arrogancia y mi decídia
lo habían dejado a un lado creyendo que yo era el eje del universo. La vida
continuó…, la noche termina y da paso a la madrugada.
II
“Vivan, vivan los
Libertadores, viva, viva mi universidad”…, comunicación social. Me fue bien,
estaba destinado a eso; no pude con el
derecho ni con la administración…, mejor, ellas no pudieron conmigo. Jaime,
Elkin, César, Pedro Luis…, intentaron guiarme por las nobles y difíciles
pendientes del oficio de escribir, aplauso honesto para ellos…, lo lamento,
fracasaron. Son mis maestros y mis muy buenos amigos, y aún recibo sus regaños
y madrazos cuando se hace evidente que la cago. Noches largas en chapinero, empapándome
de lo que pudiera y ellos me quisieran ofrecer; se aprendió más en los bares
que en las aulas y aún fuimos capaces de soñar con ser grandes generadores de
cultura a través de nuestra primera revista:
“Literadura”, buen proyecto, pero mejor aún: gran sueño.
Nunca ejercí, el oficio se
lleva en el alma; me dedique a otras cosas, me volví un gitano; anduve por todo
el país, por Venezuela, por Ecuador…, mi ausencia me encontró de nuevo en un
pueblito de Santander y volví después de muchos pasos a reencontrar mi centro,
y mi centro y el haber hecho las paces con el Creador me premiaron: Se llama
Marysol: mi esposa, mi amiga, mi amante, mi hija, mi novia: con un comienzo difícil,
se convirtió luego en mi norte y mi guía, la única que supo aceptar y
desenredar mi existencia, la única que hoy me acompaña con un beso y una
sonrisa a celebrar mis 40. Es testaruda ella, a pesar que advertí no querer
celebrar, ella ya tiene listo el festejo…, ¿como pelear con su sonrisa y sus
ojos verdes?, ¿como enfrentar su mirada que pone en jaque hasta mi decisión más
férrea?. En mi pasado, compraba una pelea, nunca le he tenido miedo a otra
persona; trato de no apocarme ni amilanarme por nada…, pero ella, a ella si le
tengo miedo, jajajaja, en fin, amores hay de todo tipo y luego de doce años, la
mona, como cariñosamente le digo, ha acompañado con estoicismo y fuerza la
aparición de mis primeras canas, de mis primeras dolencias y de mis locuras de
siempre, vive a mi lado, envejece conmigo y, cada noche, cuando duermo, se
convierte en el hada protectora de mis sueños. Esa niña grande pone en mi torta
20 velas, y eso, la significación de ese gesto, (que pretende darme moral), ya
dice cuanto me ama.
Se acaba el tiempo, me
llaman…, debo cumplir con el rito sagrado, de soplar, apagar y pedir…, debo
sonreír para las fotos y fingir sorpresa, debo ofrecer unas palabras y debo,
sobre todo, seguir siendo yo. ¿Que madure?, eso es para las frutas, tengo
muchas rocas que escalar, mucho por conocer, y todo por aprender. Esta noche,
cuando Dios me dé su asueto, el bar de rock me estará esperando, nunca se ha
ido, y creo que hoy no va ser la excepción. Con la muerte del día, levantare mi
copa, brindare por mí, reiré por el ayer, abrazare el hoy y me embriagare por
el mañana. Esta noche, quiero que estén seguros, que en la distancia, a todos
ustedes los querré más que nunca, los extrañare como siempre y les agradeceré
eternamente. AMEN