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domingo, 1 de febrero de 2015

APOCALÍPTICO

APOCALÍPTICO

“El mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él.”
Claude Lévi-Strauss

Por: Javier  Barrera
00:56:21

Ya todos tomaron el menjurje que la abuela Dominga preparó. Tantos años vividos en la selva le enseñaron a encontrar la mezcla precisa de yerbas que arreglan un mal tan grande como el que esperamos. Las palabras del padre Guillermo todavía dan vueltas en mi cabeza: “No lo hagas Emilio… Te condenarás y los condenarás al suplicio del infierno… La muerte, y por encima de cualquier cosa, la vida, son asuntos que sólo le competen a nuestro Dios. ¿Acaso no son una familia creyente? ¿Alguna se atrevieron a traicionar su fe?…Sabes la respuesta. ¡No seas pendejo, asume con dignidad el don de no saberlo todo.”La decisión ya estaba tomada cuando hablamos, pero el respeto que le tengo a ese sacerdote honesto me obligó a escucharlo y quedarme callado; igual, tratar de dar argumentos morales a lo que acabamos de hacer es una tarea imposible.
La primera que bebió la pócima fue Bernarda, mi tía mayor, solterona con un espíritu inquebrantable y librepensadora. Luis, mi hermano, dio vueltas por la casa, tomó la foto de papá, que reposaba desde su muerte sobre el escritorio del estudio, la sacó del marco y se la guardó en el bolsillo de la camisa. Fue el segundo en ingerir el contenido del vaso. Después de ellos los niños, mi esposa, mamá, siete miembros de mi familia en total, cumplieron con el ritual. El sueño comenzó a hacer efecto y hace un par de minutos Silvia, mi cuñada, se quedó dormida con una leve mueca, que asumo, será su sonrisa por la eternidad.
Acordamos que yo sería el último en tomarme el veneno. Acabo de tapiar las ventanas, de bloquear las puertas, los acomodé uno a uno en las colchonetas que extendimos en la sala para estar juntos siempre. No puedo negar la tristeza que tengo, el miedo que me carcome los huesos, no es fácil acabar con la vida  de las personas que más se quiere, con la existencia propia. La decisión que acabamos de hacer realidad pesa, pero no me siento culpable, fueron las circunstancias, la sentencia de miles de siglos, los que nos pusieron en este rincón oscuro en el cual triunfó el amor y no la obligación de ver lo que protegimos hundido en un océano de desesperación.
No tuvimos tiempo siquiera para pedir perdón, para arrepentirnos de corazón. En este momento en que los veo a todos como si tomaran una siesta, entiendo que hicimos lo correcto. Dios nos perdonará la osadía de hacer su trabajo; cuando se ama con honestidad pensar en el sufrimiento de los allegados te hace experimentar la ruta hacia el infierno. Todo está consumado para la familia Sandoval, caminamos hacia la inmortalidad tomados de la mano…

00:26:15

Todo empieza a hacerse lento, los gritos de la gente en la calle se prolongan, el olor del miedo se infiltra por los resquicios de las ventanas. Me doy cuenta que Martha, mi esposa, ha dejado de respirar y seguro me está esperando en el otro lado de la realidad. Cuánto la amo, cuántas cosas dejamos de hacer y cuántas otras se volvieron nuestra inspiración, cuántos sueños cumplidos le adeudo a esta muchachita que es ahora más hada mágica que de costumbre. Ella me dio fuerza siempre, me creyó, me apoyo cuando les comenté a todos el plan que acabamos de ejecutar.
En unos minutos el apocalipsis comenzará y mi cuerpo niega  dejarse vencer por los efectos narcóticos del veneno. Puede que sea un castigo de Dios y lo asumo como hombre. El cielo está cubierto por una densa nubosidad roja, se escuchan las oraciones a grito entero de la gente que corre, el pánico contamina la atmósfera y a lo lejos los chillidos de la gente, que frenética trata de escapar, se perciben como el ronroneo histérico de una colonia de gatos atrapada en el centro de una fogata.
No considero el sufrimiento; tengo el cuerpo dopado, aunque la mente ronda todos los recuerdos que las sensaciones me pegaron al espíritu. Queda poco para que se cumpla el plazo que dio el arcángel cuando apreció en el cielo de la ciudad y anunció que el tiempo de los hombres en el mundo había acabado.  Todos lo escuchamos, todos lo vimos, todos nos martirizamos con su anuncio: “Los círculos se cierran”, dijo, “y la impiedad tendrá por fin el castigo que merece. Dejasteis de lado el mensaje de Dios y su hijo, cambiasteis el amor por avaricia, el peor de los pecados, dándole la espalda a la razón. Vendrán los jinetes profetizados junto con su carga de ruina para sanear la herida. Sólo ciento cuarenta y cuatro mil de vosotros seréis  salvados y su semilla se usará para engendrar un mundo menos feo. ”La fecha y la hora son cercanas y mi familia, la más devota que llegué a conocer, no fue incluida en ese grupo de afortunados servidores… Todo se vuelve sepia, no puedo moverme ya.  Mi cerebro permanece activo.

00:01:06


Tengo miedo, es natural. El rumor de los que escapan  dejó de ser una constante y ahora, cuando apenas despunta la tarde, es un silencio abrumador el que deja de latir. Del centro de las nubes aparece un resplandor, los pájaros cruzan las ventanas a toda velocidad y se detienen fulminados. El ruido de sus cuerpos muertos golpeando los objetos de la calle al caer es el último jadeo de todo lo que conocí y amé. Quiero seguir mirando desde mi puesto la ventana que tengo al lado, pero un destello me deja ciego. Se escucha la primera trompeta anunciada por el arcángel y de nuevo aparecen los gritos llenos de horror. Una explosión, seguida por el rumor de una pared de agua, aguzan el único sentido que aún poseo. Me quedan segundos apenas de vida, el resto de la humanidad corre la misma suerte… Martha, su rostro al despertar después de la primera noche que hicimos el amor, aparece en las tinieblas de mi mente para acompañarme mientras espero lo inevitable.