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lunes, 1 de octubre de 2018

IDEAS SOBRE EL CICLO DE LA POBREZA


IDEAS SOBRE EL CICLO DE LA POBREZA
Por: Javier Barrera Lugo


La pobreza es un acto mental que se crea, impone y acata. Cada uno de los pasos citados es sazonado por la miseria intelectual y sentimental que una mayoría afronta ciega, beneficiando a una élite  mezquina que se llena los bolsillos con esta. ¿Argumento comunistoide? ¿Bala de plata disparada por el sistema “capitalistasalvaje” al corazón de la humanidad como concepto? ¿Situación de conveniencia? No, es la realidad que simple, estalla en la cara de cualquier ciudadano con dos dedos de frente.
       Si algo queda claro para cualquier mente con algo de claridad, es que el mejor negocio es la pobreza perpetuada; obviamente no para el que la padece,  sino para el que de ella saca  tajada, el que corrompe en su nombre, el que roba o especula con la necesidad del otro, sale limpio y ante los ojos de los demás es un mártir que lucha por causas nobles.
       Este héroe marchito hará todo lo posible por mantenerla eterna: a la gallina de los huevos de oro no se le puede torcer el pescuezo. Pero es sólo un engranaje girando dentro de un sistema perverso hecho con manos tacañas lanzando maíz y aves sin lustre peleándose por los granos que caen.
       El ciclo de la pobreza es simple:
·         Gente que detecta una necesidad.
·         Gente necesitada.
·         Gente que  aprovecha la necesidad ajena.
·         Gente que se enriquece implementando soluciones sin fuerza real de cambio.
·         Gente que se beneficia con migajas de las soluciones.
·          Necesidades que se mitigan con paños de agua tibia y se reciclan.
·         Gente que detecta una necesidad…
       Aseguro que  pobre es el falto de escrúpulos (delincuente), quien no genera ideas, (ignorante), aquel que mama la teta  avara del amo (servil), al que nada le importa (indolente). El hombre está hecho para cazar, recolectar, no para sentarse a llorar y esperar que a través de interpuesto papá, el “benefactor,” le esquilmen un hueso, una teja, o la contaminada limosna como pago a un truco que le mandan realizar.
       Pero esa parece ser la mentalidad que se basa en la pobreza para reproducirse. La ley del menor esfuerzo condena a las mayorías, para quienes es más fácil la satisfacción de urgencias que la obtención del bienestar como recompensa al esfuerzo.
       Del otro lado, los “salvadores,” lobos disfrazados de ángeles, crían una colonia de marginales para servirse de ellos, chuparles el tuétano y desecharlos como  subproducto vergonzante cuando sus apetitos menos presentables quedan saciados. Son líderes que guían hacia el matadero, la inconsciencia del rebaño olvidado por su pastor.
       Una simbiosis macabra hace infinita la línea  productora de horrores. Parecen necesitarse los opuestos: pide rejo la piel y la piel dolor para disfrutar de la brisa que llega desde un mar de fuego tras el castigo. La pobreza es un tributo de sumisión a las pulsiones atávicas de la mente humana,  juego de roles que parece ganar la iniciativa egoísta y no el bienestar común.
       Estamos condenados al fracaso como especie porque se nos empieza olvidar la lucha. Imitamos a obesos anclados a la cama, y no nos sirve sólo comer, debemos atiborrarnos de vanidad, de miedo y conformismo suicida para que el cerebro nos brinde chorros de dopamina.
       La pobreza no es falta de insumos materiales, es pusilanimidad de un alma que olvidó escuchar su propia música. Si Dios existe, que nos salve de nuestros salvadores.

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