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sábado, 12 de mayo de 2012

LO QUIERO TODO...


LO QUIERO TODO

El silencio. La mejor forma de despertar un domingo. A noche las calles estuvieron solas. Desde las diez de la noche del sábado, en Buenos Aires no paró de llover. En mi regreso a casa a eso de las dos y media de la mañana, camine un par de cuadras. No hacía frío. Fue una de esas noches en que uno desearía no estar solo, salir a mojarse bajo la lluvia como hace años, como los niños que lo hacen todo el tiempo en medio del campo, como el pobre chico del delivery que nos llevó nuestra ansiada comida china – si, hemos desarrollado una cierta adicción al arroz con verduras y carne finamente picadas, con ese gusto que solo ellos le pueden dar –. Como el que sale sin escuchar la radio y se encuentra con lluvia, relámpagos y sin paraguas. Todo junto un sábado a la noche, el sábado de este fin de semana largo.

La luz intermitente iluminaba las calles. Pude ver en todo su esplendor litros de agua en medio de la oscuridad. Como en una película, ese momento en que se prueban las luces. El disparo del flash para una buena foto. Muchas ganas de salir a ver las calles empedradas, las lucecitas destilando la soledad impuesta. Varias niñas durmieron en sus camas arropadas por el brazo del amor. Otras esperaron a Morfeo viendo una película de amor. Más de una hora estuvimos comentando si salíamos o no. Ganas de dejarse llevar por la humedad.

En noches como esta quisieras hacer todo lo que no eres capaz. Bajo el agua todos somos más frágiles, más livianos, en un punto somos iguales. Estamos inmersos a los mismos peligros, a los mismos deseos. Por suerte no vienen seguidos. Nos cansaríamos fácilmente de cumplir nuestros sueños. Al siguiente día (casualmente hoy) añoras ese acto fallido que no te animaste a cometer. Y te metes otra vez en la trivialidad.

Los percances caseros – el agua caliente en la ducha que en menos de dos minutos te hace ir hasta los Alpes – Recuerdas que anoche decidiste no escribir, que si hubieses dicho que si, hoy habría habido un desayuno compartido. Y estas lista para salir a jugar.

Celeste, celeste. Sin rastros de nubes en el horizonte. Vamos a salir un rato del encierro. Quiero ver si puedo tirar mis cartas y empezar a ganar. Estoy segura que será un juego colectivo. La masa porteña hará su arribo a cualquier parque que le permita recibir un poco de sol después de tanta lluvia. Un paseo, una linda caminata con buena música de fondo. ¿Su música? Aun no lo decido.

Debo salir a contarle a mi gran domingo como le esperaba.
Abro la mochila, mis lentes oscuros no están. Recibiré toda la luz. 


SANLISAN
SANDRA LILIANA SANDOVAL

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