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lunes, 18 de agosto de 2014

PRIMER INTENTO DE VUELO

PRIMER INTENTO DE VUELO
POR: JAVIER BARRERA LUGO

Es feo el centro de Bogotá a las ocho de la mañana cualquier sábado. Los rezagos de las fiestas de la noche anterior, la fetidez de la orina fermentada y pululando desde cada escondrijo, la gente de rostros humildes y verdes que denuncian con sus muecas lo incompleto que quedó el paraíso, conspiran con las paredes heridas de la vieja arquitectura para revelar el patetismo de una ciudad que se quedó inmóvil en la línea del tiempo.
Flor Alba es inmune a cualquier consideración, al miedo que producen los indigentes que se pelean por un hediondo cuncho de aguardiente y levantan a gritos las cuadras donde los vigilantes de los almacenes se limitan a verlos y aguantar, por conveniencia, las ganas de darles un balazo y librarlos del problema de estar vivos. Ella, imitando un loto en medio de un mar de sangre,  centra sus pensamientos en la realización del plan que ha estructurado desde que tenía siete años. Su andar decidido deja atrás el Jorge Eliecer Gaitán, Terraza Pasteur y su tufillo a mariconada, el Planetario, el Museo Nacional y la estación de Transmilenio.
La recepcionista del edificio no ve inconveniente en que la hijita del Doctor Pasos, la “monita”, flaquita, de gafas, “la calladita esa que hasta bobita parece”, entre a la oficina de su papá para recoger unos papeles que se le quedaron la tarde anterior. “Eso sí, mamita, trate de no demorarse; los sábados la administradora nos tiene prohibido dejar entrar gente…”. Flor Alba asiente, pulsa la cuadrada tecla de uno de los ascensores y espera el molesto sonido de la campanilla que anuncia la llegada de aquella cajilla no apta para claustrofóbicos como ella.
Siempre le gustó la vista del occidente de la ciudad que brinda la inmensa ventana del piso catorce. Tubos de luz sepia se filtran por los cúmulos grises de las nubes, como si debajo de aquella cantidad de agua condensada que amenaza con descender, estuviese instalado el escenario más grande del mundo. “Las casas, los carros, los problemas, se ven diminutos. Es el único lugar del mundo donde sólo importan los sueños”, decía a quienes tenían la vergüenza de no considerar un pecado mortal hablar con una adolescente rara.

Se dirige al despacho de su padre y abre de par en par la ventana. Una ráfaga de viento frío le quema las membranas de los pulmones. Los cerros orientales le dan la bienvenida. “La Macarena, La Perse, El parque Nacional, se ven hermosos; la magia del silencio, llamaría a esta visión algún poeta varado en el ridículo”, piensa. Sonríe como lo hace regularmente.
Acerca la silla roja de rodachinas donde tantas veces dio vueltas buscando marearse. Se quita los tenis amarillos, las medias multicolores, la ropa que le incomoda; masajea uno a uno los dedos de los pies. Respira profundo. Se para sobre el cojín del asiento… Pierna izquierda, pierna derecha, firmes y llenas de energía…, sus manos sujetan el marco de la ventana…, comienza su tarea. La piel desnuda de las plantas permite que la sensación de frío metálico le colme la espalda con electricidad. Recuerda la historia de Ícaro, el segundo hombre en la historia  que asistido por plumas enlazadas y grumos de cera construyó unas alas que lo sacaron volando del laberinto de Creta. “Yo también me arriesgo a levitar”, dice para sí. Mientras da el paso al vacío recuerda a Roberto, el único novio que ha tenido. “Que susto le voy a dar cuando me vea aterrizando desnuda en el tejado de su casa. Volar con ropa no se puede, le diré…, es muy raro el sentido de pudor ajeno que sienten los hombres.” Un gesto pícaro, decora su primer intento de vuelo.


5/08/2014

1 comentario:

  1. EL CIELO NO ES EL LÍMITE, LOQUITO. ME PARECE QUE FLOR ALBA REMONTÓ LAS NUBES Y SE FUE HASTA EL CIELO Y ALLÁ SE ENCONTRÓ CON QUIEN SABEMOS. GRAN CUENTO.

    FLORENTINO BORRÁS.

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